“Si yo fuese senador o diputado y tuviese que votar este acuerdo, votaría a favor, pero aprueba con un 4, o sea pasa justo, raspando con lo mínimo”. Así resume el economista Klaus Schmidt-Hebbel su opinión sobre el acuerdo alcanzado entre el Gobierno y la oposición para la reforma previsional que se está votando estos días en el Congreso. Sin embargo, para el profesor del CIES de la Universidad del Desarrollo, aún se requiere analizar con mayor detención los efectos fiscales y macroeconómicos que tendría el proyecto.
-¿Por qué el acuerdo aprueba con la nota mínima?
-Este acuerdo tiene cosas muy buenas, pero parece un arbolito de Pascua, con una buena base, pero muchos paquetitos adicionales con olor algo putrefacto de malas ideas. Las cosas fundamentales son correctas, procrecimiento y mejores pensiones. Destaco en lo principal el aumento de la tasa de contribución del 10% actual, o de 11,35% si uno considera además el 1,35% que va al seguro de invalidez y sobrevivencia, a un 18,5%.
De esto, 4,5% irá directo a cuentas individuales, pero muy gradualmente. Así que lo único que criticaría de eso es la gradualidad, que era de 9 años y que ahora el ministro Marcel dijo aumentaría a 11 años. Yo iría en la dirección contraria, la reduciría.
-Pero esa decisión se tomó después del informe del Consejo Fiscal Autónomo (CFA), ante el riesgo de que la recaudación tributaria sea menor a la proyectada.
-Claro, pero, de todos modos, yo subiría la cotización en 3 años en vez de 11 años. Es cierto que es más costoso para las pymes, pero, a su vez, se adelantan los beneficios de las mayores pensiones y los efectos sobre el ahorro, la inversión, el crecimiento y la productividad, que en general son efectos que se perciben muy lento, en la medida que se van acumulando más saldos en las cuentas.
-¿Qué otro aspecto le parece positivo?
-Una cosa clarísima es que urbi et orbi, para todos los cotizantes, implicará una mejoría en pensiones por el 4,5% de mayor cotización y luego de 1,5% adicional con el aporte diferido al Estado. Con eso, lo que irá a cuentas individuales suma 6 puntos y pasará de 10% a 16%. Eso es un beneficio enorme, especialmente para los más jóvenes que cotizan hoy, porque sus pensiones van a ser 60% más altas respecto de lo que serían en ausencia de este acuerdo. Esa es la mayor fortaleza.
-¿Y cuáles son las debilidades?
-Hay muchas cosas que me parecen mediocres o derechamente malas. Por ejemplo, no me gusta el 1,15% que va a reparto para financiar el aporte adicional a las mujeres. Eso es reparto puro. Yo hubiese preferido, por lejos, una buena reforma tributaria, aumentando el impuesto al diésel, el impuesto a la gasolina, impuestos verdes y la base de personas que tributan global complementario. Con eso se financiaría ese beneficio con impuestos generales.
-¿Por qué no le gusta la fórmula que se propone?
-Porque esto es un impuesto al trabajo. Eso tiene un impacto -chico, porque es solo un punto porcentual- sobre la formalización y, por lo tanto, sobre empleos formales.
-Dentro de estos paquetes de malas ideas adicionales, usted también ha cuestionado la mayor participación del Estado, con la creación del Fondo Autónomo de Protección Previsional (FAPP) y el traspaso del SIS a ese nuevo instrumento.
-¿Por qué estatizar el SIS que hoy administran muy bien y en forma independiente las AFP que lo licitan? Yo lo habría dejado tal como está. Lo mismo con el fondo. Inventar una nueva institucionalidad es típica de este Gobierno que cualquier cosa la quieren transforman en una institución del Estado. No es necesario y, además, implica un mayor gasto por $30 mil millones y más de 400 nuevos empleados públicos.
-El Gobierno también tendría la intención de presentar en marzo otro proyecto para crear un inversor público. ¿Qué le parece?
-Totalmente innecesario e ineficiente. Espero que le rechacen ese proyecto como se rechazó su proyecto original que buscaba la estatización completa del sistema.
-¿Qué opina de cómo quedó la licitación de stock de afiliados para darle más competencia a la industria?
-Mal. Yo propuse en julio una fórmula mucho mejor, que apunta a la falla de mercado, que consiste en que muchos cotizantes no tienen ni idea de cuánto pagan en comisión y no se cambian. Lo que yo propuse es obligar a cada AFP a realizar un diálogo secuencial muy simple con cada cotizante, en que se pregunte si saben cuánto pagan de comisión, que se informe cuánto cobra cada AFP y planteen la opción de cambiarse a una más barata. Y si es así facilitar el cambio de manera automática. Un proceso sencillo, regulado por la Superintendencia de Pensiones. Y eventualmente hacer una licitación cada dos años, con quienes no responden al diálogo o sí quieren ser licitados. Pero, de todos modos, que la persona tenga el derecho de permanecer o no, porque para ellos también pueden ser relevante otras cosas, como los beneficios de una AFP o la rentabilidad, además de la comisión. Es un proceso un poco más costoso de hacer para las AFP, pero apunta directo al problema y es mejor que la licitación mecánica y automática.
Otra cosa que no me gusta nada son los fondos generacionales. Ahí hay un problema con la libertad de las personas. ¿Por qué a nosotros los viejos nos tienen que obligar a tomar solo renta fija? Pienso que debe mantenerse la opción de los multifondos y los fondos generacionales. Y esa opción no está en este acuerdo.
“Las advertencias del CFA son correctas”
-Esta semana el CFA presentó 11 riesgos fiscales de la reforma, entre estos, que no se cumpla la recaudación de la Ley de cumplimiento tributario y haya un problema de financiamiento.
-Ya no se cumplió. Al menos en la parte de repatriación de capitales. En general, pienso que todas las advertencias del CFA son correctas, y Marcel se mostró flexible a hacer algunos cambios. Aunque, insisto, estoy totalmente en desacuerdo con ampliar la gradualidad.
-El CFA también advirtió que el FAPP quedará fuera de las cuentas del Gobierno Central y, por lo tanto, la deuda del préstamo de los cotizantes al Estado no se considerará en la regla fiscal…
-Nuevamente eso se soluciona si dejamos al fondo dentro de las cuentas fiscales del Gobierno Central, si es una cuenta mantenida y monitoreada, al igual que la emisión del bono correspondiente, por el Instituto de Previsión Social. Así quedaría dentro de la institucionalidad fiscal y monitoreado por el CFA. En general, pienso que hay que mirar la deuda en su totalidad, incluyendo también, por ejemplo, la deuda de empresas públicas y la deuda con proveedores, que ni siquiera sabemos cuánto es.
Y hay otro aspecto que es importante mencionar, que se relaciona con esto: Creo que en todas las simulaciones que han salido recientemente sobre impacto fiscal y económico se ha puesto la carreta delante de los bueyes…
-¿A qué se refiere?
-A que primero se debieron haber hecho los estudios de esas simulaciones, con los supuestos correspondientes, para medir tanto el impacto fiscal como el macroeconómico y luego discutir las propuestas.
-El CFA solo tuvo un par de días para revisar el impacto fiscal del proyecto.
-Eso es nada. No corrió ningún modelo independiente. Solo tuvieron tiempo para hacer algo cualitativamente. Entiendo que la motivación política del Gobierno es sacar esto ahora, para que en la segunda vuelta de la elección presidencial puedan entregar el primer cheque del beneficio de mayores pensiones, pero hay que tener cuidado.
-Algunos en el oficialismo creen que si la tramitación queda para marzo podría no aprobarse, porque ya estaremos de lleno en el año electoral.
-Yo espero que esto sí pase el Congreso, incluso en marzo. Yo aprobaría este proyecto con nota 4, pero se requiere más tiempo para evaluar con calma el impacto fiscal y económico. Yo le pediría primero a distintas instancias que corran modelos distintos, al Consejo Fiscal, al Banco Central y a la propia Dipres, para ver los efectos. Y dedicarle tiempo, ya sea en febrero o comienzos de marzo.
-¿Y votar después?
-Y votar después. Creo que se necesita votar con más conocimiento de causa y cifras más afinadas. Ahora se está votando en caliente. Solo estamos confiando en unas pocas tablas y un power point que nos presenta el ministro y el presidente del CFA Jorge Rodríguez, que ha hecho lo posible solo con un par de numeritos y sin hacer simulaciones. Y los riesgos fiscales podrían ser altos.
“Trump es un hombre que hace anuncios extremos solo para negociar y sacar ventaja de otro país, pero la realidad puede ser distinta”
Si en el ámbito local esta fue la semana de la reforma previsional, a nivel externo fue la primera semana de Donald Trump de vuelta en la Casa Blanca. Para Klaus Schmidt-Hebbel fue una sorpresa que Trump ganara la elección presidencial. “Siendo una muy mala candidata, más a la izquierda que Biden, yo pensaba que Kamala Harris, sí podía ganar”, comenta.
Para el economista, Trump supo hacer llegar su mensaje no solo a las élites de Estados Unidos, sino también a los trabajadores, a quienes les prometió proteger sus puestos de trabajo de la competencia desleal de economías como China, Canadá, de México y países europeos. También llegó a las minorías étnicas, especialmente a los latinos, quienes paradojalmente apoyaron las restricciones a la mayor inmigración que pondría en riesgo sus empleos.
“También pienso que le pegó fuerte a Biden y, por lo tanto, a su candidata, el aumento de la inflación, pese a que tienen una economía que está boyante, con un bajísimo desempleo”.
-¿Qué impacto ve ahora para la economía mundial?
-El tema número uno, con implicancias económicas severas, es su anuncio de tarifas. Sin embargo, lo que ha anunciado hasta ahora, ya en la Presidencia, son solamente las tarifas de 20% para las importaciones canadienses y mexicanas, y no ha dicho nada respecto de China. Eso a algunos los ha tranquilizado. El problema es que Trump, como siempre, es muy difícil predecir. Un día dice una cosa y al otro día hace otra. Pero si se cumplieran –cosa que dudo que ocurra- las tarifas enormes que prometió a las importaciones de China, de hasta 60%, y de 20% a Canadá y a México, sería un cierre muy importante de la economía americana.
Pero el más perjudicado es el propio país que pone las tarifas, porque las barreras arancelarias que favorecen a las industrias que se protegen, por ejemplo, automóviles o chips, implican una comodidad mayor para esas empresas, que suben los precios porque pueden vender sus productos más caros sin necesidad de innovar tanto. Al haber una desviación de producción, hay una pérdida de bienestar, porque la gente debe consumir el auto americano eléctrico a un precio mayor que el que compraría importado desde China.
-La OMC dijo el jueves en el Foro Económico de Davos que las políticas arancelarias podían tener efectos “catastróficos”, que podrían costar hasta dos dígitos del PIB mundial.
-No creo que lleguemos a esos extremos. Si Trump cumple con los aranceles con que está amenazando, con alta probabilidad los países afectados como China van a responder, y esas tendencias anti liberalización comercial del mundo efectivamente son muy malas para el crecimiento mundial, no solo para Estados Unidos. Pero Trump es un hombre que hace anuncios extremos solo para negociar y sacar ventaja de otro país, pero la realidad puede ser distinta, y muchas veces puede estar buscando otras cosas. Eso lo saben las contrapartes y algo también le descuentan.
-Esta semana los mercados subieron y el dólar cayó, y algunos dicen que es porque no hubo señales muy duras para China…
-Efectivamente, pero el problema es que Trump sigue siendo igual de impredecible.
-¿Qué otros efectos advierte?
-El segundo gran riesgo, también económico y severo, es que su anuncio de fuertes reducciones en impuestos corporativos y también a las mayores fortunas, no se ve compensado por un menor gasto fiscal, y eso significa un mayor déficit. Entonces, el déficit que hoy día ronda el 7% puede llegar a 9% o 10% fácilmente el próximo año o en los siguientes. Eso implica una explosión de la deuda americana, en términos absolutos y como porcentaje del PIB. Eso, a su vez, significa una mayor prima de riesgo, tasas de interés de Estados Unidos más altas y un mayor costo de capital también a nivel global.
Pero, por otra parte, Trump también anunció una reestructuración del Estado y del gasto fiscal y puso en el cargo al señor Musk. Si eventualmente lograran reducir el gasto fiscal en más de lo que caen los impuestos, podría haber un menor déficit. Y eso sería muy bueno para la estabilidad fiscal de Estados Unidos.
-¿Lo ve posible?
-Revisar programas ineficientes es positivo, pero no creo que sea fácil, porque las mayorías republicanas, tanto en la Cámara Alta como en la Cámara de Representantes, existen, pero son relativamente tenues. Y no me sorprendería que algunos senadores se bajaran, si es que, por ejemplo, cortan los beneficios que son de su interés, como a los veteranos de la guerra, o en áreas como la salud o las pensiones, que son los grandes programas sociales y los más caros.
-Por lo tanto, este será un período de mayor incertidumbre.
-Sí. Lo único cierto que produce Trump es más incertidumbre sobre Estados Unidos, su economía y las relaciones internacionales. Pero más allá del señor Trump, yo veo que este año la incertidumbre global está aumentando en distintas regiones y por distintas razones económicas, militares, sociales y políticas. La elección de Trump es solo uno de esos factores. Y, más aún, creo que es necesario mirar más al mediano y largo plazo, donde veo tres fuentes de riesgo mucho mayores, con consecuencias que pueden ser eventualmente terminales para la humanidad.