Qué hacer para disminuir el desempleo juvenil
Desde la Unión Europea hasta Singapur, tanto los gobiernos como la sociedad civil se han organizado para abordar el problema exacerbado por el Covid. Sobre Chile los expertos, destacan que hay un camino iniciado con el Subsidio al Empleo Joven y los programas del Sence.
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En prácticamente todas las economías del mundo, incluido Chile, la tasa de desocupación de los jóvenes supera al resto de la población. Y ese problema se agudizó con la crisis sanitaria. Si 2020 el país cerró con un desempleo general de 10,7%, entre personas de 20 a 29 años el nivel llegó a 17,7% en el último trimestre del año, con un peak de 22,6% en mayo-julio, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
El consenso es que no hay recetas que funcionen en otros países y que se puedan aplicar de manera literal a Chile y a las particularidades que enfrentan los jóvenes, pero sí ciertos lineamientos generales. "Es extremadamente relevante contar con una política pública robusta, amplia e integradora de diversos instrumentos", plantea el director de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur, Fabio Bertranou.
Los expertos coinciden en que en el país hay un camino iniciado con el Subsidio al Empleo Joven y los programas del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence). Pero, también concuerdan en que aún hay temas pendientes.
Actuar rápido
A juicio del director de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la OCDE, Stefano Scarpetta, algo que todos deberían considerar es actuar rápido. Evitar que el alto desempleo juvenil se vuelva estructural y que las cicatrices sean de largo plazo debe ser prioridad, una lección que dejó la crisis financiera de 2008 y 2009, cuando la mayoría de los países intervino demasiado tarde.
Los países de la Unión Europea se demoraron, pero lograron abordar el problema creando ese año la "Garantía Juvenil", la cual fue reforzada ante la llegada de la pandemia, explica.
El programa original era un compromiso de los miembros de la UE para garantizar que todos los jóvenes menores de 25 años recibirían una oferta de empleo de buena calidad, educación continua, aprendizaje o prácticas en máximo cuatro meses desde que abandonan la educación formal o perdieran su empleo.
En siete años, más de 24 millones de jóvenes que se inscribieron en el programa iniciaron un trabajo, práctica, volvieron a estudiar o a formarse, lo que se refleja en que el desempleo entre el grupo -que llegó a 23,7% en 2013- cayó a un mínimo histórico de 14,9% en el bloque en febrero de 2020, justo antes del Covid-19.
El año pasado, todos los países de la UE se comprometieron con la "Garantía Juvenil Reforzada", que amplía el grupo objetivo de beneficiarios -de 15 a 29 años-, considera nuevas oportunidades como las transiciones digitales y verdes, mejora el seguimiento, los sistemas de alerta temprana y aumenta los recursos.
Scarpetta destaca que el plan recoge las diferencias entre los jóvenes y logra brindar tipos de apoyo diferenciados, y al hablar de Chile dice que "sugeriría mirar este experimento".
"1 joven, 1 solución"
Desde la Universidad Católica, el director del Instituto de Economía, Tomás Rau, plantea que "en general los subsidios a la contratación exitosos son aquellos con montos lo suficientemente generosos para que las empresas postulen".
Scarpetta destaca que -tal como en Chile- ante la crisis hay países que están creando incentivos para contratar jóvenes, como Italia, Canadá o Francia. El gobierno de este último puso en marcha el plan "1 joven, 1 solución", que busca abordar la baja de contrataciones y también en la formación, ofreciendo a las empresas que incorporen jóvenes menores de 26 años a sus nóminas un subsidio de 4.000 euros (US$ 4.869).
El monto se divide en hasta 1.000 euros por trimestre, y se puede optar a la ayuda por máximo un año. El aporte por incorporar a quienes estudian y trabajan asciende a 8.000 euros por joven.
Tanto el experto de la OCDE como el de la OIT sugieren mirar la experiencia de países europeos que lograron bajas tasas de desempleo juvenil antes de la pandemia, como Alemania o Austria.
Si bien advierte que sus modelos "no son automáticamente trasladables a la realidad institucional y del mercado de trabajo de Chile", Fabio Bertranou indica que tienen "algunas dimensiones relevantes que pueden ser valiosas para repensar", como por ejemplo, la formación dual o técnica-profesional, pues se desarrollan habilidades alineadas con las necesidades que los sectores productivos de la economía requieren.
Alianzas público-privadas
El jefe de la OIT Cono Sur plantea que dimensiones clave que Chile podría profundizar son las alianzas público-privadas y la colaboración con organizaciones del mundo laboral. En Singapur, por ejemplo, Advisory Singapur y el Consejo Nacional de la Juventud del país crearon el "Programa de tutoría consultiva", mentorías virtuales personalizadas a estudiantes de 16 a 25 años que vieron afectado su período académico, graduación, pasantías y/o perspectivas laborales.
El objetivo era ofrecer un asesoramiento profesional y apoyo individualizado, y en una primera versión postularon 1.942 jóvenes a tutorías con 560 mentores. Este año comenzará un nuevo ciclo, según el sitio web del proyecto.
También en Asia, en Vietnam la Asociación de Estudiantes de Hanoi, la Federación de Jóvenes de Hanoi y el Sindicato de la Juventud Comunista de Ho Chi Minh elaboraron un programa de facilitación de empleo.
La clave de la iniciativa también destacada por la OIT es que estableció un vínculo entre los jóvenes -incluidos estudiantes- y empleadores que ofrecen trabajos que se pueden realizar desde casa, y que se retomarán presencialmente una vez que termine la pandemia. Una primera campaña implementada entre el 10 y el 30 de abril permitió a cerca de 10.500 jóvenes encontrar un trabajo, según la prensa vietnamita.
El camino de la capacitación
Tanto la OCDE como la OIT destacan el aporte que realiza el Subsidio al Empleo Joven, y Bertranou añade el complemento que implica la oferta de programas del Sence, resaltando la implementación de orientaciones laborales remotas, a través de talleres virtuales, videollamadas y clases virtuales.
El subdirector del Sence, Ricardo Ruiz de Viñaspre, explica que todos los programas de capacitación cambiaron con la pandemia, incluidos los de jóvenes. Talento Digital, que capacita en diseño y programación, se impartió totalmente en línea para Valparaíso, La Araucanía y la Región Metropolitana. El total de cursos sobre tecnologías de la información comprados en 2020 llegó a 583, mientras que los cupos ascendieron a 14.411.
"Hoy podemos decir con orgullo que estamos haciéndonos cargo, de alguna manera, para los empleos del futuro", dice Ruiz de Viñaspre.
La autoridad del Sence plantea que se ha trabajado en el contacto estrecho con el mundo privado, y ejemplifica con "Aprendices", programa de formación dual con 1.000 cupos para todo Chile, en el que además de subsidiar la contratación, le entrega a la empresa una bonificación para la capacitación del joven. "Sabemos que las empresas que han accedido a 'Aprendices' vuelven a hacerlo cada año, como es el caso por ejemplo de las mineras, que son un gran ejemplo que seguir", señala.
Pese a lo positivo, Bertranou afirma que "persiste el desafío de poder escalar los programas para mejorar su acceso y cobertura, extenderlos en el tiempo dado que la crisis laboral seguramente se prolongará por más de un año", y enfatiza en la importancia de cerrar las brechas de información y acceso.
Los grupos específicos que el mundo privado busca sumar al mercado laboral
El mundo privado también busca que los jóvenes entren al mercado laboral. De hecho, es uno de los "grupos excluidos" con el que trabaja Fundación Emplea, enfocándose en la activación laboral a través de desarrollo de habilidades, preparación de entrevista, búsqueda laboral autónoma y resolución de problemas, entre otros.
El último paso es hacer una conexión con puestos de trabajo a través de sus redes -operan con más de 50 empresas- y luego realizan un acompañamiento para asegurar la permanencia, explica el director ejecutivo, Ricardo Délano. La pandemia implicó acelerar la digitalización de los programas, y al cierre de 2020 lograron insertar a mil personas en un puesto de trabajo, siendo 345 jóvenes y destacando los sectores de logística, comercial y construcción.
Fundación Proyecto B imparte un programa de un año para que jóvenes que cometieron un delito encuentren un trabajo, el cual contempla sesiones de apresto laboral y habilidades transversales. Cuando el beneficiario es ubicado en un puesto, se acompaña y se hace seguimiento al joven y a la empresa. En la última década, Proyecto B ha empleado a más de 600 jóvenes en la Región Metropolitana, en rubros como gastronomía, retail y manufactura. Y, a través de alianzas con empresas -más de 100 colaboradoras- han capacitado a otros 400.
La directora ejecutiva, Soledad Burgos, explica que la pandemia los hizo "reestructurar 100% la manera de trabajar con jóvenes y empresas", pues el seguimiento presencial es "clave" para generar vínculos. Sin embargo, desde marzo capacitan virtualmente y durante 2020 emplearon a jóvenes por períodos cortos.
Desde las startups, Laboratoria forma mujeres para la industria tecnológica a través de un bootcamp que simula proyectos y el trabajo en un equipo de desarrollo. En los últimos seis años han egresado a 520 mujeres -con un promedio de 28 años- que ahora son diseñadoras de experiencia de usuario y desarrolladoras front-end, y de las cuales un 75% está trabajando en el sector.
La pandemia implicó pasar de la formación presencial a una totalmente remota, explica el country director, Matías Hoyl, quien detalla que el año pasado lograron sostener sus índices de empleabilidad formal. De hecho, sumando a egresadas que están en prácticas remuneradas o proyectos freelance, la tasa se eleva al 85% de ocupación.