El responsable de la ONU en la
lucha contra el cambio climático, Yvo de Boher, advirtió hoy de que
la comunidad internacional no aceptará ningún acuerdo de la futura
Conferencia de Copenhague, que fijará los nuevos objetivos de lucha
contra este fenómeno, si EE.UU. no establece también sus compromisos.
De Boher participa en Barcelona en la última reunión previa a la
conferencia que Naciones Unidas celebrará en la capital danesa, en
diciembre, de la que deberán salir unos acuerdos "claros" que sirvan
para continuar el protocolo de Kioto de 1997 contra el cambio
climático, firmada por 184 países, entre los que no está EE.UU.
Según el responsable de la ONU, no se prevé que en Barcelona, con
más de 4.000 delegados de 181 países, se consigan resultados
"espectaculares", aunque confía en que ayude a crear la
"arquitectura básica" de cara a Copenhague, ya que el actual acuerdo
sobre emisiones de carbono vence en 2012, y la mayor parte de sus
compromisos siguen vigentes.
En ese sentido, remarcó que los delegados sólo tienen cinco días
de negociaciones para ofrecer propuestas concretas y viables para
todos los estados, tanto los ricos como los en vías de desarrollo,
cuyas emisiones per cápita de gases invernadero son muchos menores,
por lo que reclaman ayuda financiera para mitigarlos sin perder
capacidad de crecimiento.
De Boher indicó que entre los aspectos fundamentales para llegar
a un acuerdo está un compromiso ambicioso en la reducción de
emisiones de los países desarrollados que, según el informe de
evaluación de expertos de cambio climático de la ONU, deberían ser
de entre el 25 y el 40% menos de las cifras registradas 1990, y que
cada país asuma objetivos individuales, hasta el horizonte 2030.
De Boher indicó que el respaldo financiero y tecnológico para
mitigar el calentamiento debería salir de Copenhague con una partida
inicial de unos US$ 10.000 millones (la cifra global ronda
los US$ 250.000 millones hasta el 2020) y adelantó que deberá apoyarse
especialmente la lucha contra la deforestación.
A la vez recalcó el papel que deben jugar los estados emergentes,
como Brasil, México o China, que se han mostrado ambiciosos a la
hora de limitar sus emisiones, pero también EE.UU., país del que
destacó el cambio de rumbo efectuado por la administración Obama.
En ese sentido, subrayó que EE.UU. debe comenzar a fijar sus
objetivos a largo plazo y aceptar el consenso sobre la reducción de
gases, para, al igual que el resto de países desarrollados, ganarse
la "fe y el respeto" de la comunidad internacional.