El papel de Elon Musk en el corazón del Gobierno de Estados Unidos ha sido criticado por su potencial para beneficiar al hombre más rico del mundo mientras perjudica a sus competidores.
Las seis empresas de Musk ya se benefician de unos US$ 20 mil millones en contratos gubernamentales —que el multimillonario insistió esta semana en que se ganaron todos por méritos propios y han proporcionado una buena relación calidad-precio— y de varios subsidios.
Pero Musk, que donó más de US$ 250 millones a la campaña de reelección de Donald Trump en 2024, ahora encabeza una campaña de reducción de costos en todos los departamentos gubernamentales, incluidos los que investigaron o multaron a sus empresas Tesla y SpaceX.
Así es como le irá a sus empresas en la nueva administración:
X
Musk admitió haber pagado de más por Twitter después de comprar la plataforma de redes sociales, conocida en la actualidad como X, por US$ 44 mil millones en 2022. Pero la incursión del multimillonario en el gobierno ha coincidido con un cambio en la suerte de X, ya que los anunciantes, incluido Amazon, vuelven a acudir en masa a la plataforma.
El ataque frontal a la burocracia federal por parte del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), que Musk dirige, se ha desarrollado en parte en X, donde el multimillonario ha citado lo que considera ejemplos de despilfarro federal atroz. Las medidas cruciales de la administración Trump se están comunicando en el sitio, que Musk también utiliza para despotricar contra sus críticos.
Las finanzas de X, que en su día eran tan malas que Musk planteó la idea de declararse en quiebra, han mejorado. La semana pasada, miles de millones de dólares de deuda relacionada con su compra finalmente se vendieron a un valor cercano al nominal: un gran alivio para los bancos que financiaron la adquisición y habían amortizado los préstamos.
La plataforma también está siendo investigada por la Unión Europea por la difusión de presunta desinformación. Si bien no hay señales de que Bruselas vaya a dar marcha atrás, la Casa Blanca ha señalado que el apoyo a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) podría depender de que Europa reduzca su regulación de la tecnología estadounidense.
Tesla
El fabricante de vehículos eléctricos y baterías es el núcleo del imperio de Musk y la fuente de US$ 150 mil millones de su riqueza personal. Podría verse perjudicado por la agresiva marcha atrás de Trump respecto del compromiso del gobierno de implementar un transporte con menor intensidad de carbono.
A lo largo de los años, Tesla ha recibido más de US$ 2.800 millones en subsidios estatales y federales y el año pasado cosechó US$ 2.800 millones (dos quintas partes de su beneficio neto de US$ 7.100 millones en 2024) por la venta de créditos regulatorios a rivales más contaminantes que de otro modo reducirían las emisiones.
Trump ya ha cancelado el objetivo del expresidente Joe Biden de que para 2030 la mitad de los vehículos nuevos que se vendan en Estados Unidos sean eléctricos. El mandatario también ha indicado que un crédito fiscal para vehículos eléctricos por valor de US$ 7.500 y el plan de créditos de emisiones también podrían ser eliminados.
Musk ha descartado el posible impacto en Tesla, diciendo que la electrificación del transporte es inevitable y que eliminar los subsidios dañaría más a los rivales de vehículos eléctricos menos rentables.
Pero la hostilidad de Trump hacia los vehículos eléctricos llega en un mal momento. Si bien el Model Y sigue siendo el automóvil más vendido de cualquier tipo, las ventas están disminuyendo y Tesla informó su primera caída anual en las ventas de vehículos eléctricos en más de una década en 2024. Esto fue particularmente pronunciado en Europa, lo que los analistas atribuyeron al patrocinio de Musk a la política de extrema derecha en Alemania y el Reino Unido.
Otro problema podría ser la guerra comercial de Trump con China, el segundo mercado más grande de Tesla y ubicación de su mayor “gigafábrica”, y donde Musk está buscando la aprobación regulatoria para entrenar el software de su automóvil autónomo.
“La dirección estratégica está determinada por el ego de Elon, no por lo que es mejor para Tesla”, dijo Ross Gerber, accionista de larga data y crítico de Musk. “La incursión en la política es un problema, porque no vende autos”, agregó.
SpaceX
La startup de US$ 350 mil millones de Musk se ha convertido en el operador de facto del programa espacial estadounidense, ganando contratos gubernamentales por valor de miles de millones de dólares y construyendo el cohete reutilizable más grande de la historia, mientras busca cumplir la ambición de su propietario de colonizar Marte.
Trump siente una admiración especial por la empresa, y en su discurso de victoria calificó a Musk de “supergenio” y elogió la histórica hazaña técnica de SpaceX: atrapar el enorme cohete propulsor Starship con sus brazos robóticos “Mechazilla”.
El candidato del presidente para administrador de la NASA, el multimillonario tecnológico Jared Isaacman, tiene estrechos vínculos con Musk y ha liderado dos misiones de SpaceX. Con el patrocinio de Trump e Isaacman, la ventaja de SpaceX sobre rivales como Boeing y Blue Origin de Jeff Bezos no hará más que aumentar.
El papel de Musk en DOGE para reducir la burocracia gubernamental también podría ayudarlo en los enfrentamientos con la Administración Federal de Aviación, la Junta Nacional de Relaciones Laborales y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, a los que ha acusado de obstaculizar la innovación y retrasar los lanzamientos con regulaciones.
La carga de trabajo de SpaceX podría aumentar aún más si Trump logra poner en funcionamiento el escudo antimisiles más ambicioso de la historia de EEUU, que exige el despliegue de “interceptores espaciales”. Actualmente, es la única empresa espacial con capacidad para poner en órbita de forma fiable cientos de nuevos satélites en poco tiempo.
Starlink
Dentro de SpaceX se encuentra Starlink, una red de más de 7.000 satélites de órbita baja que tiene como objetivo alterar el sistema de banda ancha global basado en fibra óptica.
Inicialmente estaba destinado a zonas rurales remotas, aviones comerciales y cruceros, pero sus ambiciones han crecido a medida que la tecnología ha avanzado. Su uso se ha vuelto geopolíticamente polémico durante la guerra de Rusia en Ucrania y en Taiwán.
Bajo el mandato de Biden, Starlink se enfrentó al rechazo de autoridades estadounidenses como la Comisión Federal de Comunicaciones, que retrasó una solicitud para aumentar drásticamente el número de satélites a casi 30 mil y en 2022 revocó un acuerdo de casi US$ 900 millones para proporcionar banda ancha rural.
Pero la influencia de Musk en la administración Trump ha tenido un efecto negativo en Starlink. Este mes, el líder de la provincia más poblada de Canadá, Ontario, dijo que su gobierno “destruiría” un contrato con el proveedor de banda ancha en represalia por la amenaza de Trump de imponer aranceles a Canadá.
Starlink también fue prohibido temporalmente en Brasil después de verse envuelto en una disputa por desinformación y censura en X, después de que Musk interviniera para apoyar causas de derecha en el país.
xAI
La administración Trump se comprometió a consolidar el dominio de Estados Unidos en inteligencia artificial y derogó de inmediato una orden de Biden que establecía normas de seguridad para esa naciente industria.
Esta postura amistosa —junto con el nombramiento de David Sacks, aliado cercano de Musk, como zar de la IA de Trump— beneficiará a xAI, la empresa emergente de dos años de antigüedad del empresario multimillonario.
Pero también fortalece a algunos de sus enemigos más feroces, incluido OpenAI.
Musk, que cofundó al creador de ChatGPT junto con Sam Altman, se ha vuelto contra la empresa y ha presentado múltiples demandas en su contra. El lunes, Musk hizo una audaz oferta de adquisición para impedir que OpenAI se reestructurara y se convirtiera en una empresa con fines de lucro.
Altman dijo que sería “profundamente antiestadounidense usar el poder político para dañar a sus competidores” y Musk prometió que no lo haría, pero su proximidad a Trump ha sacudido a OpenAI.
Musk también ha criticado una de las primeras políticas de inteligencia artificial de la Casa Blanca, poniendo en duda públicamente la financiación detrás de un proyecto de infraestructura de US$ 500 mil millones respaldado por Trump con OpenAI y SoftBank de Japón.
Neuralink/The Boring Company
El año pasado, Neuralink, la empresa de implantes cerebrales de Musk, logró implantar un electrodo en el cerebro humano por primera vez, lo que le permite al receptor operar teléfonos y computadoras solo con sus pensamientos.
La compañía está realizando ensayos clínicos muy regulados en EEUU, pero no hay indicios de que la Administración de Alimentos y Medicamentos tenga previsto relajar su supervisión de las actividades de Neuralink. La empresa también está reclutando pacientes en Canadá y podría verse perjudicada si se intensifica la guerra comercial con Estados Unidos.
The Boring Company, empresa especializada en la construcción de túneles subterráneos para reducir la congestión, tiene proyectos en marcha en Las Vegas y California, pero otras comisiones han fracasado debido a la oposición local. Desde la victoria de Trump, su CEO, Steve Davis, ha sido asignado a DOGE, donde ha supervisado el ataque de Musk al gasto público.
Musk no respondió a una solicitud de comentarios. La Casa Blanca ha dicho que se “excusará” del trabajo de DOGE en relación con sus contratos comerciales.