Ottawa
Durante más de una década, una de las preguntas más frecuentes en la política canadiense ha sido: ¿Será Mark Carney el próximo primer ministro? Este domingo, los miembros del Partido Liberal dieron su respuesta al elegir al exbanquero central como su líder para reemplazar a Justin Trudeau.
En su nuevo cargo, el exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra se enfrenta a dos tareas inmediatas: ¿Puede salvar al Partido Liberal de la aniquilación electoral y negociar una tregua comercial con Donald Trump?
“Hay alguien que está tratando de debilitar nuestra economía: Donald Trump (…) Está atacando a las familias, a los trabajadores y a las empresas canadienses y no podemos permitir que tenga éxito”. Mark Carney, primer ministro de Canadá.
El factor Trump de cara a octubre
Con elecciones previstas para octubre, las encuestas muestran que los liberales reducirán la brecha con la oposición conservadora a 8 puntos porcentuales con Carney al mando.
Los analistas dicen que parte de la razón es el Presidente de Estados Unidos. Trump ha amenazado repetidamente con anexar Canadá y convertirlo en el estado número 51, además de imponer tarifas devastadoras.
“Hay alguien que está tratando de debilitar nuestra economía: Donald Trump”, dijo Carney en su discurso de victoria, al tiempo que criticaba los “aranceles injustificados”.
“Está atacando a las familias, a los trabajadores y a las empresas canadienses y no podemos permitir que tenga éxito”, añadió Carney.
La confrontación entre Washington y Ottawa ha tenido claras consecuencias en la política interna canadiense.
Durante más de un año, el conservador Pierre Poilievre ha liderado las encuestas con al menos 20 puntos de ventaja sobre Trudeau. Pero, frente a los ataques de Trump a Canadá, Carney ha recuperado la relevancia de los liberales en un período de renovado patriotismo canadiense.
“Carney aporta un nuevo rostro a la dinámica”, dijo Dimitry Anastakis, profesor de la Escuela de Administración Rotman de la Universidad de Toronto. “Puede representar una forma de cambio dentro del Partido Liberal que puede ser lo suficientemente convincente para que los canadienses superen su cansancio con un gobierno de 10 años de antigüedad”.
Para permanecer como primer ministro durante más de unos pocos meses, Carney tendrá que convencer al público en general, no solo a los votantes liberales, de que él es el hombre indicado para el puesto. Es probable que convoque elecciones federales poco después de jurar su cargo esta semana.
Técnico con vocación política
Hijo de profesores, Carney se crió en Edmonton (Alberta) y se graduó en las universidades de Harvard y Oxford, esta última con una beca Rhodes. En Oxford conoció a su esposa Diana Fox, una economista británica.
John Manley, quien fue ministro de Finanzas en el gobierno liberal de Jean Chrétien, dijo que antes de aprobar el nombramiento de Carney como vicegobernador del Banco de Canadá en 2003, le preguntó por qué quería ser burócrata en Ottawa después de trabajar en Wall Street.
“Carney dijo que quería que sus hijas crecieran como canadienses, que había ganado suficiente dinero. También dijo: ‘Creo en el servicio público’, y creo que esa ha sido la medida de su carácter”, recordó Manley.
Carney ha vuelto a este tema en momentos importantes de su carrera. En lo que se conoció como el discurso de la “tragedia del horizonte” en 2015, Carney advirtió que el cambio climático conduciría a crisis financieras y a una caída del nivel de vida a menos que las empresas hicieran más por mitigar su impacto.
En su libro de 2022, Valores: construir un mundo mejor para todos, Carney argumentó que los mercados financieros debían maximizar el valor para la mayor cantidad de personas, no para una élite reducida.
La carrera de Carney no ha estado exenta de controversias. Como primer no británico en convertirse en gobernador del Banco de Inglaterra en 2013, se vio envuelto en el agrio debate sobre el Brexit después de advertir sobre el impacto económico de abandonar la Unión Europea. Los activistas a favor de abandonar la UE criticaron a Carney por lo que calificaron de interferencia política. Incluso, el diputado conservador Jacob Rees-Mogg le pidió que dimitiera del banco central.
Mientras tanto, el estilo de gestión de Carney ha sido descrito como confrontacional.
“¿Gritón? Mira, yo… trato de mantener altos estándares dentro de la institución y mi estilo en general es delegar siempre que sea posible”, dijo Carney a Financial Times en diciembre de 2015. No aceptó una entrevista con el FT antes de estas elecciones.
La experiencia financiera de Carney también ha suscitado críticas. Pasó 13 años en Goldman Sachs en Nueva York, Londres y Tokio, pero fue su etapa como presidente de Brookfield Asset Management, que gestiona US$ 1 billón en activos, la que ha sido blanco de ataques del Partido Conservador.
En un momento de renovado patriotismo, la decisión de Brookfield de trasladar su sede de Canadá a Nueva York mientras Carney era presidente ha sido criticada. El domingo, Poilievre, el líder conservador, publicó un enlace a una investigación del FT sobre la opaca cartera inmobiliaria de Brookfield.
Robert Asselin, exasesor económico del Gobierno de Trudeau, dijo que la experiencia económica de Carney estaba fuera de toda duda, pero la cuestión es su atractivo político. “En el plano electoral, todavía enfrenta una importante batalla cuesta arriba”.