Londres/Berlín/Varsovia/Tokio/Seúl
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética se pusieron de acuerdo en una cosa: la proliferación nuclear era mala para todos. “Acosado” por la idea de una “carrera armamentista nuclear en espiral” global, el Presidente estadounidense John F. Kennedy inició conversaciones en los ‘60 sobre lo que se convertió en el Tratado de No Proliferación (TNP), un acuerdo entre superpotencias que ha mantenido a los Estados poseedores de armas nucleares en un solo dígito. La contención dependía de que EEUU extendiera su paraguas nuclear para convencer a sus aliados de no necesitar armas propias.
Hoy, bajo el Gobierno de Donald Trump, esa seguridad nunca ha parecido más débil. Su giro hacia Moscú y su desprecio por la OTAN han llevado a viejos aliados, desde Berlín y Varsovia hasta Seúl y Tokio, a afrontar lo que parecía impensable: cómo prepararse para una posible retirada de su escudo nuclear estadounidense.
“El debilitamiento del consenso entre las grandes potencias sobre la no proliferación es real”, afirmó Ankit Panda, del centro de estudios Carnegie Endowment y autor de The New Nuclear Age . “El fenómeno Trump ha impulsado con fuerza las voces de los aliados de EEUU, que ahora consideran que la posesión de armas nucleares es la solución fundamental al problema de la falta de fiabilidad estadounidense”.
Bajo el TNP, los poseedores de armas nuclearon son EEUU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. India, Israel y Pakistán nunca firmaron el pacto y también desarrollaron sus armas nucleares, al igual que Corea del Norte, el único país que abandonó el TNP. El regreso de Trump al poder ha reavivado el debate en toda la alianza occidental. Los analistas temen que, si el TNP fracasa, debido a la retirada de las garantías estadounidenses, el mundo podría acercarse a los 15-25 Estados con armas nucleares.
Friedrich Merz, el electo canciller alemán, dijo el mes pasado que Alemania ahora debe explorar “si el intercambio nuclear, o al menos la seguridad nuclear del Reino Unido y Francia, también podría aplicarse a nosotros”, un llamamiento considerado histórico en sí mismo.
La nación más grande de Europa ha albergado armas nucleares de EEUU desde 1983. Hoy, cuenta con 20 bombas nucleares B61 en la base aérea de Büchel, unos 100 kilómetros al sur de Colonia.
Aunque autoridades alemanas se esfuerzan por recalcar que EEUU no ha dado indicios de retirar este escudo nuclear, a la luz de los acontecimientos desde que Trump asumió el cargo, algunos funcionarios han comenzado a preguntarse en voz alta si Alemania debería considerar obtener sus propias armas nucleares.
Merz insistió a principios de este mes en que tal escenario no ocurriría, señalando dos tratados internacionales diferentes que lo prohibirían.
Wolfgang Ischinger, exembajador alemán en Washington, dijo que cualquier sugerencia real de que Alemania se convierta en una potencia nuclear crearía una “tormenta de proporciones desconocidas por parte de Moscú, del partido Ley y Justicia (de derecha y antialemán) de Polonia y de otros vecinos”. Añadió: “Corríamos el riesgo de perder gran parte de la confianza que hemos logrado construir en las últimas cinco o seis décadas”.
Pero Thorsten Benner, director del Instituto de Políticas Públicas Globales con sede en Berlín, es uno de los varios expertos que han planteado la idea de que el país debería al menos “invertir en mantener la latencia nuclear”, una medida que significaría poner en funcionamiento la infraestructura para crear un arma nuclear si fuera necesario sin construir una inmediatamente.
Japón
En Japón, el único país que ha sido víctima de una guerra atómica, la cuestión de la obtención de armas nucleares es un tabú político de marca mayor.
De igual manera, por años, en algunos círculos ha existido un debate silencioso, que ha evolucionado a medida que Corea del Norte se convirtió en una potencia nuclear, China se volvió más asertiva militarmente y Trump hizo dudar del paraguas nuclear estadounidense. De hecho, un alto funcionario japonés afirmó que siempre se ha debatido el asunto entre un pequeño grupo de los políticos radicales. “El círculo de participantes podría estar ampliándose ahora”, señala.
Japón fue de los primeros firmantes del TNP, pero su uso pacífico de la energía nuclear y la apertura de una planta de enriquecimiento a principios de los años ‘90 le han proporcionado una importante reserva de material que podría usarse para construir un arma propia. La enorme y sofisticada base industrial de Japón y su liderazgo en muchas áreas de ingeniería especializada, dicen expertos militares estadounidenses, significan que la construcción física de un arma estaría dentro de sus capacidades, posiblemente en pocos meses de recibir luz verde política.
Según el informe más reciente, a 2023 Japón poseía alrededor de 8,6 toneladas de plutonio en su territorio, suficiente, en teoría, para producir miles de bombas.
Pero la distancia psicológica y política que habría que superar para considerar tal medida es, incluso hoy, inmensa. En la “cláusula de paz” de su Constitución el pueblo japonés “renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación”. Si bien reinterpretaciones del articulado han permitido a Japón construir y mantener importantes fuerzas militares convencionales, las complejidades en torno a una disuasión nuclear siguen siendo inalcanzables.
El progreso implacable del programa de armas nucleares de Corea del Norte, la floreciente relación de Pyongyang con Moscú y el regreso de Trump al poder han alimentado una profunda ansiedad entre los surcoreanos. “El apoyo para que Corea del Sur adquiera sus propias armas nucleares se está ampliando y se está endureciendo”, dijo Sangsin Lee, investigador del Instituto Coreano para la Unificación Nacional, afiliado al Estado.
Si bien ninguno de los partidos mayoritarios ha defendido tal medida, los líderes de cada lado han abogado por la búsqueda de “latencia nuclear” para que Seúl pueda construir o adquirir armas nucleares con poca antelación.
Oh Se-hoon, el alcalde conservador de Seúl señalado como un posible candidato presidencial, pidió a principios de este mes que EEUU permitiera a Corea del Sur adquirir un arsenal de material nuclear similar al de Japón, otorgando a Seúl el estatus de “umbral nuclear”. Estas declaraciones se produjeron poco después de que el ministro de Asuntos Exteriores, Cho Tae-yul, declarara al parlamento que la adquisición de armas nucleares “no estaba descartada”.
“Corea posee la tecnología básica para fabricar armas nucleares y ya tiene experiencia en la producción de volúmenes muy pequeños de plutonio y uranio”, declaró Suh Kyun-ryul, profesor emérito de ingeniería nuclear de la Universidad Nacional de Seúl. “Tiene la tecnología para fabricar bombas nucleares rudimentarias, similares a las lanzadas en Hiroshima y Nagasaki, en tres meses”, agregó.
Asimismo, Lee Chun-geun, investigador del Instituto Coreano de Evaluación y Planificación de Ciencia y Tecnología, afirmó que “si declara una emergencia nacional y moviliza todos los recursos nacionales, podría fabricar armas nucleares en unos dos años”.
El debate en Polonia ha avanzado aún más rápido con el primer ministro Donald Tusk, convirtiéndose este mes en el primer líder del país en plantear la búsqueda de armas nucleares o, al menos, de un acuerdo para compartirlas con Francia. Su rival político, el presidente Andrzej Duda, respondió al FT que sería mejor trasladar las ojivas estadounidenses a Polonia, una medida que Moscú consideraría una provocación a la que Washington se ha resistido durante mucho tiempo.
“De repente hay muchas palabras y opiniones diferentes sobre qué hacer, pero todas muestran que Polonia cree en una disuasión nuclear más fuerte contra Rusia”, dijo Marcin Idzik, director de la junta directiva de PGZ, el fabricante de defensa controlado por el Estado polaco.
Otra cuestión es si Polonia tiene la capacidad de dar seguimiento a las posturas de Duda o Tusk, por ejemplo, el vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, declaró a Fox News que estaría “sorprendido” si Trump aceptara reubicar armas en ese país.
Aunque Polonia albergó ojivas nucleares durante la Guerra Fría (para Moscú, no para Washington), nunca ha tenido una central nuclear civil. Si bien se ha comprometido a construir una, hace una década, carece de la infraestructura y la experiencia de otros países europeos. Duda argumenta que Polonia necesitaría décadas para desarrollar sus propias armas nucleares. Esta opinión es ampliamente compartida por analistas y ejecutivos de la industria. Janusz Onyskiewicz, exministro de Defensa polaco, calificó la propuesta de Tusk de “ciertamente bastante hipotética y no se ajusta a la situación actual”. “Para nosotros, construir armas nucleares desde cero es demasiado costoso y no tenemos tiempo suficiente”, dijo Idzik de PGZ. “Pero si podemos formar parte de un nuevo equipo europeo y de un proyecto nuclear”.