The Short View
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El Banco Central Europeo ha estado presionando a la periferia europea tan fuerte como ha podido para que solucione sus problemas. Y ayer puso más presión en la cuña que separa a la periferia y al centro de Europa, anunciando que podría terminar de remacharla el próximo mes.
Las palabras textuales del presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, fueron que se necesita una “fuerte vigilancia” de la inflación, y que la autoridad monetaria está lista para actuar de forma “firme y oportuna”. Un alza de tasas el próximo mes es “posible”.
Las declaraciones en clave de Trichet confundieron a los mercados, debido al análisis textual. En el pasado las frases “monitorear de cerca”, y también “muy de cerca”, seguidas de “vigilancia” han terminado en un aumento de tasas.
Dejemos atrás el sinsentido de una política comunicacional basada en contar palabras cifradas. Los mercados las descifran sin dificultad. El euro se disparó, subiendo más de 1 centavo frente al dólar y faltándole un pelo para llegar a US$ 1,40, algo que no se ve desde noviembre. Los rendimientos de los bonos de corto plazo saltaron, con Portugal, Grecia e Irlanda como los más golpeados. Las acciones también reflejaron los problemas que se avecinan para los países más débiles: las acciones españolas, portuguesas e italianas cayeron.
Las perspectivas de dinero más caro son un revés para los países que ya enfrentan mercados de bonos inquietos. Pero el panorama económico positivo, marginalmente mejorado por el BCE, es una buena noticia para los países más sólidos del centro.
El problema de la inflación afecta principalmente a los países más débiles. Alemania cumplió la meta de 2% en enero. Portugal, España, Grecia y Bélgica superan 3% y son menos capaces de enfrentar una desaceleración, que podría hacer a la política monetaria particularmente efectiva y dolorosa. El tono duro también repercutió fuera de la eurozona. Las posibilidades de un alza de tasas este año en el Reino Unido y Suiza aumentaron. Si la era del dinero fácil está llegando a su fin, ésa es una mala noticia para los commodities, y potencialmente para las acciones. Pero es muy pronto para concluir eso, incluso para los mejores descifradores de códigos del BCE.