Po Richard Milne en Londres
Ningún país en el Medio Oriente y el Norte de África es inmune al contagio del descontento político que ha golpeado a naciones como Libia, Túnez y Egipto, de acuerdo a Standard & Poor’s, la agencia calificadora de crédito.
El hecho de que las protestas se hayan expandido de importadores de petróleo como Túnez, Egipto y Jordania hasta exportadores como Bahrein, Libia y Omán fue un signo de que la riqueza obtenida de recursos naturales no fue suficiente por sí sola para contener la intensa presión política, dijeron analistas de S&P. Los analistas también subrayaron el peligro que Irán representa para la estabilidad en la región.
“Consideramos que la posibilidad de insurrección política no puede ser excluida del resto de las naciones MENA (Medio Oriente y Norte de África) donde la agitación política ha sido hasta ahora modesta o nula. Aún, en nuestra visión, la probabilidad de dichos eventos decae con niveles de riqueza y recursos fiscales”.
El reporte llega justo luego de que las agencias calificadoras rebajaron el nivel de varios países en la región. S&P ha recortado sus evaluaciones en Túnez, Egipto, Jordania, Bahrein y Libia este año por los elevados riesgos políticos. Todos quedaron en revisión para eventuales nuevas rebajas.
Las bolsas en toda la región han caído a medida que los inversionistas temen que el descontento llegue a Arabia Saudita, el líder político y económico del mundo árabe.
S&P dijo que “Arabia Saudita comparte muchos de los factores de riesgo” presentes en otros países que han visto agitación social: alto desempleo juvenil, población joven y limitadas libertades civiles.
Pero dijo que el reciente paquete de beneficios por US$ 35.000 millones ofrecido por la familia real Saudí subrayó su preocupación ante los potenciales riesgos.
Sin embargo, agregaron los analistas: “Si llegara a ocurrir un levantamiento político en Arabia Saudita, un escenario que actualmente consideramos poco probable, las ramificaciones, tanto geopolíticas como geoeconómicas, podrían ser severas”. En términos más amplios, S&P cree que ningún país en la región es inmune a la agitación política porque casi todos ellos comparten los mismos problemas. La agencia apuntó a las preocupaciones económicas, pobres perspectivas de crecimiento y la pérdida de esperanza de la juventud, así como factores políticos como una extendida corrupción, élites autoenriquecedoras y una falta de representación política.
“Los resultados de los recientes eventos políticos son aún altamante inciertos, pero podrían potencialmente tener un profundo efecto en la naturaleza de riesgo geopolítico en el Medio Oriente y el Norte de África, y a su vez, en las calificaciones de varias naciones MENA, en nuestra perspectiva”.
La región ha visto una menor tasa de alzas de calificaciones en los años recientes que otros mercados emergentes por el lento avance de sus reformas estructurales, argumentó S&P.
Pero los analisas parecen inseguros de que el actual descontento pueda acelerar las reformas: “La reciente insurrección podría potencialmente apurar el ritmo de reformas estructurales como soluciones de largo plazo a las actuales perturbaciones políticas. Pero la reforma estructural típicamente requiere un gobierno fuerte y estable que sea capaz de tomar decisiones difíciles, de largo alcance y a menudo impopulares”.
La agencia calificadora estadounidense también subrayó otros riesgos en la región. “El principal riesgo geopolítico que continuamos viendo en la región radica en el desarrollo de Irán de su programa de combustible nuclear”, escribieron sus analistas. “Pensamos que el potencial para el régimen de ‘probar las aguas’ en una provocación de pequeña escala es mayor cuando el balance geopolítico es incierto, como sería probable en el futuro próximo y cuando la situación interna de Irán siga tensa”.