Los rusos se apresuraron a cambiar sus ahorros y pensiones a dólares y euros al tiempo que se abastecen de muebles y joyas a medida que el colapso del rublo se acelera.
Una docena de personas formaban fila en una sucursal de Sberbank en el centro de Moscú ayer. "Saqué un poco de mi pensión y quiero cambiarlo a dólares", dijo Galina, un jubilado. "Ninguno de nosotros sabe lo que está pasando. Todos estamos preocupados porque la moneda siga cayendo".
El dramático colapso de la divisa en los últimos días no ha provocado pánico, pero sí una carrera para cambiar moneda y para abastecerse de bienes durables como muebles, autos y joyas antes de que sean aún más caros.
Los bancos señalan que la reacción del ciudadano medio ha causado más presión en la moneda, creando un círculo vicioso que ha erosionado la confianza.
Según instituciones financieras privadas, la demanda de moneda extrajera ha saltado a tres o cuatro veces la media diaria desde el lunes. Al otro lado de la carretera, en el centro comercial Atrium, los consumidores navegan entre marcas occidentales como Gucci y Topshop con un nuevo impulso.
"Los que no lograron cambiar su dinero a los 35 o 40 rublos por dólar han comprado bienes de alta gama, autos y departamentos, porque todavía no se ha producido una revaloración masiva", dijo Vyacheslav Trapeznikov, director del gremio de constructores de los Urales. Galya, una doctora de mediana edad, mostraba un anillo de oro que recién había comprado. "Creo que el rublo seguirá cayendo hasta fin de año. Es tiempo de comprar muebles", opinó.
De hecho, los compradores reportaron que las filas se prolongaron hasta las dos de la madrugada en lunes frente al local de Ikea. La cadena sueca de muebles anunció que comenzará a elevar sus precios mañana.
Pese a la desaceleración de la economía, las ventas de autos se aceleraron en noviembre y las perspectivas para este mes son positivas.