A medida que el invierno daba paso a la primavera, el aspecto fangoso de Moscú rápidamente fue reemplazado por otro espectáculo que muchos habitantes de la capital rusa encuentran mucho más irritante: masas de trabajadores de la construcción excavando en las calles centrales de la ciudad.
Son parte de la legión del alcalde Sergei Sobyanin, quien está llevando a cabo el proyecto de restructuración más ambicioso en décadas, gastando más de 120.000 millones de rublos (US$ 1.800 millones) para reconstruir un millón de metros cuadrados de calles de toda la capital para 2018. También hay planes para construir más de 70 nuevas estaciones de metro y convertir el terreno de un hotel abandonado detrás del Kremlin en un parque, con su propia caverna de hielo.
“Normalmente cosas como estas sólo ocurren después de las guerras”, dijo Maksim Katz, un activista que promueve los esfuerzos por mejorar las áreas pobres.
La idea es hacer el saturado centro de Moscú más atractivo para los transeúntes y reducir los maratónicos embotellamientos, aseguró el vice alcalde Maksim Liksutov. “Tenemos casi la misma cantidad de autos que Londres, pero solo un tercio de las vías”, dijo. “La demanda para esto es inmensa”.
El empleo de innovadores diseños urbanos también es un recordatorio de la antigua afición de las autoridades rusas a los masivos, largos y costosos proyectos de infraestructura, incluso en medio de una agobiante recesión.
Hay trabajadores excavando en 52 calles del centro de la ciudad este verano, paralizando el ya complicado tráfico. Tverskaya, la principal vía pública de la capital, fue cerrada completamente durante un fin de semana para darle paso al desfile de camiones anaranjados y excavadoras amarillas. Las tormentas de verano han envuelto la ciudad en nubes de polvo.
Déjà vu
Todo esto da a los moscovitas una sensación de déjà vu. De las avenidas en el proyecto, más del 40% han visto trabajos en los últimos cinco años, y 20% tres veces o más, de acuerdo a Forbes Rusia.
El caos resultante ha llevado a un aumento significativo de las protestas locales, un frenesí de furiosos mensajes multimedia y un conjunto de burlas al estilo soviético. Una de estas bromas ubica una gran turba de trabajadores sobre la tumba de Sobyanin, donde excavan sin cesar el cuerpo del alcalde para colocar césped nuevo e instalar nuevas lápidas de mármol.
Como otros planificadores urbanos, Liksutov, que maneja el departamento de transporte de la ciudad, está aseguro que el descontento pasará cuando el proyecto termine. “La gente entiende que las cosas van a estar mejor después”, dijo.
Su jefe, Sobyanin, es un burócrata comunista de Siberia que se desempeñó como Jefe de Estado Mayor de Vladimir Putin. El alcalde se ha labrado una imagen de administrador progresista desde que reemplazó a Yuri Luzhkov, quien manejó Moscú como su propio feudo desde 1992 hasta 2010, mientras que su esposa ganó miles de millones en contratos.
Con el obvio fin de aplacar a los moscovitas liberales que constituyen el núcleo de la oposición a Putin, Sobyanin convirtió parques soviéticos arruinados en mecas de moda, teatros vanguardistas e incluso nombró a un “ministro hipster” para supervisarlos.
“En Rusia, hoy muchas personas no se sienten responsables por lo que el país está haciendo, la guerra con Ucrania u otras cosas. Ese no es un comportamiento cívico”, dijo Grigory Revzin, socio de la firma de diseño Strelka que ha ayudado a cambiar la cara a Moscú. “Si podemos crear estos espacios urbanos, entonces los ciudadanos van a cambiar”.