Los grandes bancos miran a la nube para acelerar el cambio digital
Goldman Sachs, Deutsche Bank y HSBC firmaron acuerdos de asociación en el nuevo despertar tecnológico.
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Como lo demuestra el auge en los precios de sus acciones, la pandemia de coronavirus ha generado una ola de nuevos negocios para las compañías tecnológicas. Para los bancos en particular ha habido un despertar tecnológico especial: los méritos de la computación en la nube.
Después de años de arrastrar los pies, muchos han abandonado su enfoque cauteloso frente a los servicios basados en la nube y se han lanzado con entusiasmo a externalizar su almacenamiento de datos y otras actividades que demandan potencia informática de alta intensidad.
Solo en los últimos días, Amazon Web Services (AWS) llegó a un gran acuerdo con HSBC, mientras que Google anunció asociaciones con Goldman Sachs y Deutsche Bank.
¿Por qué ahora? Algunas de las razones son obvias. A medida que los bancos se ven presionados por los costos financieros del bloqueo, la disminución en la actividad económica y una explosión de pérdidas crediticias, están aprovechando cualquier oportunidad para reducir costos. Los servicios en la nube normalmente aplican un modelo de precios en el que se paga solo por lo que se usa, en lugar de exigir miles de millones de dólares de inversión por adelantado.
Pero el entusiasmo por la computación en la nube no se trata solo de ahorrar. Los bancos han estado entre los usuarios más entusiastas del software basado en la nube y los servicios de videoconferencia para facilitar el trabajo desde casa. Justo cuando la pandemia golpeó, Microsoft estaba completando la implementación de su servicio de video Teams para 100.000 empleados en las operaciones bancarias globales de Santander, basándose en un contrato alcanzado con el banco español el año pasado.
La pandemia también está acelerando la tendencia hacia la banca digital. El grupo holandés ING dijo este mes que cerrará una cuarta parte de sus sucursales. Los proveedores de la nube se están convirtiendo cada vez más en "socios de digitalización" para los bancos.
Antes de la pandemia, el sector bancario era más reacio que la mayoría a moverse a la nube. Un informe del Banco de Inglaterra sobre finanzas digitales el año pasado estimó que solo una cuarta parte de las actividades de los mayores bancos mundiales se basaban en la nube.
Esa cifra es mucho más baja que en otros sectores, aunque McKinsey ha pronosticado que entre 40% y 90% de las cargas de trabajo de los bancos a nivel mundial podrían pasar a la nube en una década. Los banqueros creen que el coronavirus acelerará ese cambio dramáticamente.
"Hasta ahora han sido las áreas de alta intensidad de cómputo, como el modelado de gestión de riesgos, las que se han trasladado a la nube. Los datos personales sensibles y los datos comerciales no se han movido. Pero estamos empezando a ver ese cambio", comentó un ejecutivo de un gran proveedor de servicios en la nube.
Temores regulatorios
La renuencia histórica de los bancos se debe en parte a su preocupación sobre la seguridad y la privacidad. Pero también refleja antiguos temores regulatorios sobre la solidez de los servicios basados en la nube y el riesgo de concentración en el sector.
Treinta de los bancos más grandes del mundo, considerados sistémicamente importantes, están sujetos a recargos regulatorios de capital relacionados a la seguridad. Si 90% de los datos bancarios se mueven a la nube, ¿cuánto más arriesgado es que tres o cuatro compañías en gran medida no reguladas dominen ese espacio?
Sin embargo, en los últimos años, el ánimo ha mejorado gradualmente. Los gigantes tecnológicos se han comprometido con los reguladores. Sus propuestas para ganar negocios bancarios se han visto favorecidas por un avance en la computación en la nube hacia la llamada "tecnología de contenedores". Esto permite a las empresas utilizar múltiples proveedores en la nube como respaldo, cambiando entre ellos en caso de problemas. Los bancos y sus supervisores también han sido persuadidos de que los sistemas en la nube, respaldados por grandes empresas tecnológicas bien financiadas con la seguridad cibernética más sofisticada, deberían ser especialmente seguros.
El informe del Banco de Inglaterra de 2019 evidenció un cambio radical en las actitudes. El reporte llegó a la conclusión de que el Banco de Inglaterra "debería adoptar las tecnologías en la nube, que han madurado hasta el punto de poder cumplir con las altas expectativas de los reguladores y los servicios financieros".
Demasiado perfecto
Pero todo esto podría sonar demasiado bueno para ser cierto. Capital One, el banco estadounidense y operador de tarjetas de crédito, todavía declara en un estudio de caso promocionado por Amazon Web Services: "El beneficio más importante de trabajar con AWS es que no tenemos que preocuparnos por construir y operar la infraestructura". Pero ese argumento falló el año pasado cuando sufrió una gran brecha en la nube que expuso los datos personales de más de 100 millones de clientes y solicitantes de tarjetas de crédito y el acceso a 80.000 cuentas bancarias. Un exempleado de AWS fue culpado por el incidente, pero han surgido disputas legales.
Un tipo diferente de amenaza a la privacidad apareció en Hong Kong la semana pasada, con las grandes empresas en la nube luchando contra los intentos regulatorios de obtener acceso a los datos de los usuarios de los clientes de los bancos. Queda por ver si los reguladores hostiles tienen más o menos influencia sobre las grandes tecnologías que sobre los grandes bancos. Pero dado que las compañías globales dominantes en la nube son todas estadounidenses, las crecientes tensiones geopolíticas entre EEUU y China, y otras regiones del mundo, no serán de mucha ayuda.