A veces uno o dos eventos pueden cambiar el sentimiento político en todo el mundo. La liberación de Nelson Mandela de la cárcel en febrero de 1990 ocurrió sólo tres meses después de la caída del Muro de Berlín. Estos dos eventos inspiraron a demócratas y a liberales alrededor del mundo.
Tristemente, la actual actitud internacional es mucho menos optimista y mucho menos favorable para la democracia. Ha sido provocada sobre todo por el colapso de la Primavera Árabe de 2011 y la anarquía y los derramamientos de sangre que le siguieron. Los autócratas en el mundo, sobre todo en Rusia y China, ahora señalan al Medio Oriente como un ejemplo del peligro de una democratización prematura.
Algunos de los políticos impulsados por el espíritu de la década de 1990 fueron demócratas que inspiraron al mundo como Mandela, Václav Havel en Checoslovaquia y reformistas liberales como Mikhail Gorbachev y Boris Yeltsin en Rusia. Actualmente, los líderes que parecen representar el espíritu de esta época son autócratas que no respetan los valores democráticos — hombres como Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, los presidentes de Rusia y Turquía respectivamente; así como Donald Trump, un demagogo grosero que inexplicablemente se ha convertido en el candidato presidencial del partido republicano en EEUU.
Estas figuras confirman la impresión general de que éste es un período negativo para los demócratas. Freedom House, un grupo de estudios que publica un informe anual sobre el estado de la democracia, argumenta que la libertad política ha estado en retroceso alrededor del mundo en la última década. En un informe este año declaró que en 2015, "la cantidad de países con una declinación de la libertad en ese año — 72 — era el mayor número que se había visto desde que comenzó el descenso hace diez años".
La región menos libre del mundo es el Medio Oriente, lo cual es una noticia decepcionante dadas las expectativas que surgieron a raíz de los levantamientos en contra de los regímenes autocráticos que se realizaron a través del mundo árabe hace cinco años. Egipto ahora está bajo una autocracia más severa que el régimen de Murabak quien fue destituido en 2011.
Hasta en Europa, peligran algunas de las libertades que se ganaron en 1989. Tanto en Polonia como en Hungría ha habido una erosión de la libertad de prensa y de la independencia jurídica. En Turquía, en la frontera de la UE, también se están perdiendo libertades conforme periodistas y jueces han sido arrestados en respuesta al intento de golpe de estado.
En algunas regiones de Asia, las cosas van en retroceso. Tailandia padeció un golpe de estado en 2014 y recientemente votó a favor de una nueva constitución que podría cimentar el control del ejército. En Malasia, los liberales están desesperados con las intrigas del gobierno plagado por escándalos y Anwar Ibrahim, un prominente líder de la oposición, está de nuevo en la cárcel.
En las dos mayores potencias autocráticas — Rusia y China — los gobiernos están reprimiendo aún más a los liberales que se oponen a los regímenes prevalecientes.
La semana pasada China sentenció a varios abogados de derechos humanos a largas condenas de prisión y forzó a otros a pedir disculpas humillantes. En el mismo período en Rusia, Yevgeny Urlashov, un prominente político de la oposición, fue sentenciado a doce años en una colonia penal debido a lo que parecen ser falsos cargos de corrupción.
Los problemas de la democracia se han extendido hasta EEUU, el "líder del mundo libre". Incluso si Trump no logra ganar la presidencia, ya ha dañado el prestigio y la dignidad de la democracia estadounidense.
Pero en medio de todas estas malas noticias, es importante recordar que no todas las tendencias apuntan en la dirección equivocada. En Myanmar, Aung San Suu Kyi — quien estaba detenido cuando el Sr. Mandela fue liberado en 1990 — ha sido liberado y el primer gobierno civil en más de medio siglo asumió el poder este año. La democracia parece estar bien establecida en Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo. Y el año pasado en Nigeria, el país más grande de África, por primera vez hubo una elección presidencial en la que el candidato titular perdió y luego cedió el poder pacíficamente.
Es aún más importante recordar — basado en evidencia que lo demuestra — que a pesar de todas las diferencias culturales y económicas que existen entre los países, los ciudadanos comunes en todo el mundo eventualmente se hastían de la corrupción, la censura, la injusticia y de la violencia política.
Justo este fin de semana, los ciudadanos de Etiopía salieron a las calles para protestar en contra de un gobierno que ha promovido un crecimiento económico acelerado pero que a la vez ha restringido la libertad política. En los últimos años, manifestantes a favor de la democracia han salido a las calles de Hong Kong y Ucrania para demandar libertades políticas y civiles.
El mismo nerviosismo de líderes como los presidentes Putin y Erdogan demuestra un miedo subyacente. Detrás de su soberbia y arrogancia yace una profunda inseguridad. Es posible que la autocracia esté avanzando en el mundo. Pero al final de cuentas siempre impulsa la resistencia.