Después de meses de euforia nacionalista, la agitación financiera de Rusia ha traído una aleccionadora explosión al discurso político del país e incluso ha expuesto al presidente Vladimir Putin a la crítica.
Alexander Tkachev, gobernador de la región sureña de Krasnodar, uno de sus lugartenientes más fieles, dijo que la crisis de la moneda era el castigo por la anexión rusa de Crimea. "Estamos cosechando los frutos de nuestra conquista, de las victorias políticas de nuestro país. Este es el precio que tanto la economía y los ciudadanos tarde o temprano tenían que compartir con el presidente".
Aunque la intervención de Tkachev llamó la atención, no fue una crítica a Putin, sino más bien un llamado para que el país se enfrente a la realidad, un signo en sí mismo de cómo la agitación financiera está empezando a transformar el debate político de Rusia.
Durante la mayor parte de este año, el fervor patriótico azuzado por Putin tras la rápida anexión de Crimea en marzo ha impulsado su popularidad a niveles récord de más de 80%. Impulsados por la propaganda omnipresente en la televisión estatal y una prensa cada vez más dócil, una gran mayoría de la población rusa ha abrazado sus nuevas incursiones en el este de Ucrania y ha respondido a la crítica occidental con un sentido de justa ira.
Aunque una pequeña minoría de críticos han condenado la trayectoria del presidente, los miembros de la élite política hasta hace muy poco evitaron decir nada que sugiriera que el camino de Putin implicaría daños o incluso el fracaso. Pero en cuestión de días la situación ha cambiado, ya que el desplome del rublo destruyó cualquier apariencia de normalidad económica en Moscú. Cuando los altos funcionarios económicos y financieros del gobierno discutían en la noche del martes las medidas de emergencia para estabilizar la moneda, un participante mencionó de pasada que Putin era el culpable de la crisis, de acuerdo con una información privilegiada. "No fue una gran declaración. Lo mencionó, aunque todos sabemos de todos modos", dijo.
El miércoles, el Moskovsky Komsomolets, un periódico normalmente leal al Kremlin, opinó que Putin había perdido el rumbo. "De repente, el sentido de la estabilidad, de la capacidad de control del proceso político se ha ido de nuestras vidas de nuevo. Ha desaparecido la sensación de que Putin es una especie de mago que lo controla todo: Crimea, tigres de Amur y el rublo".
"Vladimir Putin ha perdido la iniciativa política. Es hora de que la encuentre de nuevo", dijo el diario.