En la cumbre del G20 en Toronto en junio de 2010, los países de más altos ingresos giraron hacia la austeridad fiscal. La emergente crisis de deuda soberana en Grecia, Irlanda y Portugal fue una de las razones. Las autoridades estaban aterrorizadas por el riesgo de que sus países giraran hacia Grecia. El comunicado del G20 fue específico: “las economías avanzadas se han comprometido con planes fiscales que al menos reducirán a la mitad los déficit para 2013 y estabilizar o reducir los ratios de deuda con respecto al PIB para 2016”. ¿Era esto necesario e inteligente? No.
La eurozona estaba al centro de la deuda de crisis soberana asustando al mundo. El rápido ajuste fiscal fue juzgado como esencial por los gobiernos en problemas. Esa visión, a su vez, persuadió a aquellos que aún no estaban sujetos a la presión del mercado para ajustar por adelantado. Esa fue la posición del gobierno de coalición del Reino Unido. La idea de que Grecia estuviera a la vuelta de la esquina ganaba tracción en EEUU, también notablemente entre los republicanos. La batalla de hoy sobre los recortes es parcialmente producto de esa preocupación.
Un partidario líder y, en mi opinión, persuasivo de una visión contraria es el economista belga Paul de Grauwe, ahora en LSE. Argumentó que la crisis de deuda de los países de la eurozona resultó de las fallas de políticas del Banco Central Europeo (BCE). Debido a su rechazo a actuar como prestamista de último recurso para los gobiernos, los países sufrieron riesgo de liquidez y los costos de endeudamiento se elevaron porque los compradores de bonos no confiaban en que serían capaces de revender de manera fácil en cualquier momento. Eso, no la insolvencia, fue el riesgo inmediato.
En la actualidad, dice el profesor de Grauwe en un documento donde es coautor, la decisión en principio del BCE de comprar la deuda de los gobiernos en problemas, a través de las transacciones monetarias directas (OMT, su sigla en inglés), permite probar su hipótesis. Destaca que el principal determinante de la reducción en los spreads de los bunds alemanes desde el segundo trimestre de 2012, cuando se anunciaron las OMT, fue el spread inicial. En resumen, “la caída en los spreads fue la más fuerte en los países donde el factor miedo había sido mayor”.
¿Qué rol jugaron los fundamentos? Después de todo, nadie duda que algunos países, notablemente Grecia, tenía y tiene una posición fiscal espantosa. Un fundamento es el cambio en el ratio de la deuda respecto al PIB. El documento hace tres importantes observaciones. Primero, el ratio de deuda frente al PIB aumentó en todos los países incluso después del anuncio del BCE. Segundo, el cambio en este ratio resultó ser un pobre indicador de las caídas en los spreads. Finalmente, los spreads determinaron la austeridad cargada por países. Paul Krugman en The New York Times agrega un punto extra: la austeridad fue costosa para las economías afligidas: entre mayor fue el ajuste entre 2009 y 2012, según el Fondo Monetario Internacional, mayor fue la caída en el Producto.
Al adoptar antes las OMT, el BCE podría haber prevenido el pánico que impulsaron los spreads que justificaron la austeridad. No lo hizo. Decenas de millones de personas están sufriendo dificultades innecesarias. Es trágico.
Sin embargo, puedo ver dos argumentos para el comportamiento del BCE. El primero es que esa ayuda puede sólo seguir una voluntad demostrada para aceptar la austeridad. Segundo, como el último informe del Grupo Asesor Económico Europeo correctamente nota, los reales problemas han sido los flujos de capital desestabilizadores, los desequilibrios externos y una peor competitividad, no los déficit fiscales. Pero uno puede justificar la austeridad fiscal como la única forma de forzar ajustes de costos relativos y las necesitadas reformas en el mercado laboral. Mi colega, Wolfganf Münchau, argumenta que lo opuesto es verdad. Pero me pregunto si es que la zona euro sobrevivirá a su cura. Los países en el corazón estarían mejor si es que le dieran más tiempo a los más débiles para ajustarse.
Los países fuera de la eurozona han estado en una posición distinta. No han tenido que temerle a los mayores spreads de los miembros de la eurozona, porque ellos no enfrentaron problemas similares de liquidez. En una primera aproximación, el rendimiento de los bonos del Reino Unido o EEUU debería reflejar las esperadas tasas de interés a corto plazo futuras, con una pequeña prima de riesgo, ya que un default es inconcebible. La visión que los rendimientos podrían dispararse es una apuesta sobre un alza en la inflación. Mientras la inflación ha sido más difícil que lo esperado, tal subida parece poco probable. Los monetaristas pueden notar que el crecimiento de amplias medidas de oferta de dinero es bajo. Los keynesianos pueden notar el exceso de ahorros del sector privado. Ninguno apunta a mayores presiones inflacionarias.
Así, el pánico que justificó el giro de la coalición del gobierno inglés hacia un programa a largo plazo de austeridad fue un error. ¿Sus miembros nunca oyeron de la paradoja del ahorro? Si los sectores privado doméstico y externo se están atrincherando, el sector público no puede esperar tener éxito haciendo eso, por más que trate, a menos que esté dispuesto a llevar a la economía a un bajón mucho más grande. Mientras los factores de corto plazo han jugado una parte real, no sorprende que la recuperación en el Reino Unido se haya estancado y que el déficit sea tan persistente. Por consiguiente, tampoco sorprende que las rebajas están en camino, aunque no dicen nada útil en el caso de un emisor con acceso a su propia máquina para imprimir dinero.
Como señala Simon Wren Lewis de la Universidad de Oxford, “luego de que se acabó el pánico de 2010, cuando se aclaró que la crisis de la deuda era realmente una crisis de la eurozona y que las tasas de interés a largo plazo del Reino Unido cayeron con las fortunas de la economía, deberíamos haber tenido un gran cambio de política”.
En el largo plazo, el déficit fiscal debe cerrarse. En el corto plazo, el Reino Unido tiene la opción de empujar el crecimiento. Debería tomarlo, al igual que Estados Unidos.