Por Richard Milne
Los dos hombres bromean, se terminan las oraciones y defienden al otro de los ataques. “¡Tú empezaste!”, bromea uno cuando el asunto se vuelve delicado.
Pero detrás de esta fachada de camaradería, hay dos rivales: Börje Ekholm y Anders Nyrén son dos de los empresarios más importantes de Suecia, que lideran holdings que juntos controlan más de la mitad de la bolsa de Estocolmo.
Por primera vez en los 69 años que sus dos compañías –Investor, de Ekholm, e Industrivärden, de Nyrén- han existido, sus dos directores ejecutivos han aceptado una entrevista conjunta.
El asunto que los reunió es el modelo sueco de propiedad activa de empresas, la forma distintiva en que Suecia ha colocado el poder corporativo no sólo en la administración, sino también en los accionistas, que están obligados a elegir a directores y a estar involucrados en grandes decisiones estratégicas.
Con una estructura que promueve el pensamiento de largo plazo, el modelo sueco está atrayendo interés mundial de reguladores y gobiernos que buscan evitar crisis financieras. Algunos piensan que adaptar los principios del modelo podría reducir el pensamiento de corto plazo que puede dañar a las firmas, al tiempo que impulsa a la industria local.
Ambos directores ejecutivos dicen que el éxito de un país de sólo 10 millones de personas, hogar de empresas reconocidas a nivel mundial como Volvo, Electrolux y Ericsson (todos holding de Investor o Industrivärden), le debe mucho a la estabilidad que llega de entregar tanto poder a los propietarios.
“La clave, si se mira filosóficamente al desarrollo de una empresa, es la proposición a largo plazo”, dice Ekholm. “Hay que construir una compañía no en un trimestre o seis meses, o incluso un año; es un proceso más largo. Creo que lo que Industrivärden e Investor pueden entregar es la estabilidad para que la empresa se enfoque a largo plazo”.
Después de ser opacado por la práctica de gobernabilidad corporativa de Estados Unidos y el Reino Unido, donde el control se entrega a la administración, el modelo sueco ahora está siendo estudiado por la forma en que empodera a los accionistas. Incluso características como las estructuras de clase duales –las infames acciones A o B que entregan derechos adicionales de voto a ciertos inversionistas- están siendo revisadas. Algunos expertos en gobernabilidad apoyan la idea de entregar mayores dividendos a los accionistas de largo plazo.
El interés en el enfoque de Suecia llega a medida que el debate sobre la propiedad y los derechos de los accionistas comienza a surgir nuevamente en el mundo occidental, antes de la última sesión de reuniones generales anuales. La Revisión Kay en el Reino Unido buscó cómo alentar la inversión a largo plazo, mientras que muchos países, liderados por Suiza, están intentando dar un mayor voto a los inversionistas con relación al pago.
Incluso el fondo de petróleo nacional de Noruega está considerando adoptar un enfoque más activo hacia la propiedad, comenzando con sus holdings suecos.
Pese a que se enfoca en Suecia, se mantiene una gran pregunta ¿Es este enfoque a la propiedad exportable o es intrínsecamente sueco?
Hay pocas dudas de la importancia del impacto de la propiedad de largo plazo en Suecia. Para algunos apuntala no sólo a los sectores exportadores exitosos del país, sino también al modelo nórdico en sí mismo al vincular el desempeño financiero con los intereses de largo plazo de la sociedad.
Anders Borg, el ministro de Finanzas de Suecia, dice que el país dio por sentado el rol de los propietarios por muchas décadas, lo que llevó a que ciertos empresarios –como Ingvar Kamprad, de Ikea, y Hans Rausing, de Tetra Pak- se fueran del país. Estos días el aprecio a los dueños fuertes ha vuelto.
“No se necesita un fondo mutuo o un fondo de inversión anónimo, se necesitan dueños fuertes con un nombre, con responsabilidad y un rol claro... que esté ahí en tiempos de crisis y que entregue una nueva administración si es necesario”, dice Borg.
Entre ellos, Investor, el conglomerado de la poderosa familia Wallenberg, Industrivärden y una fundación Wallenberg más pequeña tienen acciones en compañías que tienen una facturación combinada anual de 2,2 billones (millones de millones) de coronas suecas (US$ 341 mil millones) y emplean a 1 millón de trabajadores.
No es sólo sobre el tamaño. Industrivärden e Investor apuntan al desempeño sobre una base de uno, cinco, diez y 20 años, con ambas firmas entregando un retorno que es mejor que el de la bolsa de Estocolmo o de un índice europeo más amplio.
Las dos ejercen su poder a través de comités de nominación, en los que los mayores accionistas proponen miembros para el directorio y fijan políticas de pago generales para que los inversionistas voten en la reunión anual. A menudo, Investor o Industrivärden reciben la presidencia del directorio. Esto contrasta con el modelo anglo-estadounidense donde la propiedad dispersada entre miles de inversionistas significa que los accionistas usualmente tienen poco poder, con los votos en las reuniones anuales semejando a menudo las elecciones de la era soviética. Por eso, tanto la administración como el directorio están sujetos a mucha menor supervisión que en Suecia. Algunos están buscando cambiar esa visión.
Una consecuencia de involucrar a los accionistas en el proceso de nominación para los directorios es que el poder de administración tiene más chequeos sobre ellos.
Sin embargo, los ejecutivos coinciden en que el modelo sueco puede ser difícil de implementar en el extranjero.
Neyrén subraya cómo el enfoque de Suecia nació de una historia de concentración de propiedad, primero en los bancos y ahora en empresas de conglomerados.
Ekholm dice que requerir de accionistas que tengan inversiones en cientos o miles de empresas y puedan votar en esos conglomerados podría ser contraproducente. A menudo esos inversionistas confían en la asesoría de empresas se asesoramiento proxy que les dicen cómo votar, situación que Ekholm compara con la de las agencias de calificación crediticia.
Ambos sostienen que por los horizontes temporales limitados de los inversionistas de EEUU o Reino Unido sería difícil emular el enfoque sueco.
Igualmente, los dos gerentes están concientes de que el modelo sueco puede ser una moda pasajera, que fue muy impopular antes de disfrutar de su momento de fama. El tiempo que ha estado en la palestra no significa que el sistema sea perfecto.