¿No existe fin para el dominio mundial del fútbol? Una exitosa Copa Mundial este año, que desafió a los escépticos, consolidó la posición del juego como el deporte más llamativo y ampliamente festejado del mundo.
No contento con esto, el fútbol está explorando el globo buscando esos rincones que aún son ambivalentes ante su atractivo. India tiene uno de las últimas grandes poblaciones en ser conquistada. Si se capta a 1.000 millones de indios ¿quién sabe cuánto puede crecer el negocio del fútbol?
Las últimas señales son razonables. La Súper Liga India se lanzó en octubre e incluye a equipos de indios junto a varias estrellas europeas veteranas, como el italiano Alessandro Del Piero, el francés Robert Pires y el arquero británico David James. La calidad es mediocre, pero los hinchas están promediando 23 mil, lo que la convierte en la tercera liga más popular de Asia, y la quinta del mundo.
Broadcaster Star India dijo que la primera semana de partidos tuvo una audiencia acumulada de 171 millones de telespectadores, y los comentarios en los medios sociales llegaron a 2.500 millones. La fortaleza del fútbol, su habilidad para encantar y comandar una pasión tribal intensa le da una buena oportunidad para triunfar en ese mercado inexplorado.
El deporte está ahora logrando alegrías en otro país que había rechazado los avances del jogo bonito: Estados Unidos. Una considerable audiencia de estadounidenses "millennials" -la generación de entre 18 y 30 años- está despertando más temprano el fin de semana para ver en directo la Liga Premier inglesa.
Otros deportes también intentan conquistar nuevos territorios. El básquetbol ha cortejado a China. El fútbol americano sigue enviando equipos de la NFL a Londres.
Pero el fútbol puede expandir sus alas más ampliamente porque es evidentemente un juego mundial, afirma Stefan Szymanski, profesor de administración deportiva de la Universidad de Michigan. "Es uno de los pocos juegos que no tiene una afinidad cultural específica", agrega. "Inglaterra inventó y exportó el juego, pero al mundo no le importa mucho. Ninguna nación puede clamar su propiedad". Ciertamente no Brasil, la nación que estaba "destinada" a ganar el Mundial 2014 en terreno propio hasta que fue humillada 7-1 por Alemania en la semifinal.
"El rugby y el cricket son tan británicos", asegura Szymanksi. "Todos los deportes de EEUU son muy estadounidenses. El fútbol ha sido global por mucho tiempo". La Fórmula Uno puede reivindicar reconocimiento mundial, pero no tiene la profundidad y alcance del fútbol. Las cadenas de televisión llenan su programación con partidos en vivo, y los auspiciadores compiten por estar asociados con los eventos de más alto perfil.
Los clubes están desarrollando centros de medios para explotar el seguimiento global a sus jugadores y sus propias marcas a través de los medios sociales. Los puristas argumentan que al venderse a sí mismo, el fútbol se está alejando de las tradiciones del juego. La riqueza de los jugadores los aleja de los fanáticos. Esa es una visión romántica y saturada de la antigua generación, afirma Szymanski. Pero no hay forma de esquivarlo. "Es como la visión de la gente del capitalismo, preferiría que no fuera así, pero no puedo pensar en una alternativa".
El fútbol dominará el escenario deportivo en los próximos diez a 20 años, afirma, y agrega que en los '90 habría sido calificado de una pequeña empresa. "Ahora es una empresa mediana".
Importa poco que el fútbol genere titulares negativos. Racismo, corrupción, deuda: el público está espantado y fascinado con la cuota de controversia del fútbol. Los espec tadores en Europa y EEUU están subiendo. Los auspiciadores a menudo escapan de los organismos en crisis de gobernabilidad. Pero el fútbol es demasiado grande como para que los auspiciadores se alejen de la FIFA, donde las acusaciones de corrupción han generado críticas y la amenaza de algunos países de boicotear el Mundial. Pero requiere valor no competir en el torneo. El Mundial entrega a la FIFA ingresos sólidos y crecientes: el evento de este año generó US$ 4 mil millones en derechos televisivos y acuerdos de marketing.
La tentación es ofrecer más, pero los propietarios de los derechos han resistido sumar más al contenido. Digan lo que quieran de la FIFA, asegura Emmanuel Hembert, de la consultora AT Kearney, pero hay que darle crédito por la forma en que maneja la Copa Mundial: "no ha intentado sobreexplotarla. Sigue siendo cada cuatro años y eso la mantiene como un evento excepcional".
El crecimiento del fútbol podría ser muy rápido para algunos. La naturaleza ultra competitiva del juego coloca en riesgo la estabilidad financiera de muchos clubes y asociaciones nacionales. La solución de la UEFA -las reglas de Fair Play financiero que requiere que los clubes vivan dentro de sus medios- tiene muchos críticos.
Los equipos latinoamericanos, pese a producir a jugadores de clase mundial, aún no crean una base financiera sustentable para evitar el éxodo de estos jugadores a Europa.
De forma similar, el fútbol es muy popular en África, pero requiere economías estables para establecer un marco organizacional adecuado. Su mayor evento, la Copa Africana de Naciones, tuvo que ser reubicado por el brote de ébola.
Las amenazas al dominio del fútbol no vendrán de otros deportes, dice Hembert, sino que serán internas, como sumar competencias. Por el momento, el fútbol está resistiendo esas ideas. "Donde el fútbol es un nicho es que en el curso de un partido, no se puede prever el resultado. Es muy difícil hacer un gol", afirma. A veces, es bueno recordar que el fútbol es un juego muy simple.