Relación de EEUU con América Latina en encrucijada
Si Donald Trump gana las elecciones, se desmantelarían los vínculos económicos y de buena voluntad. Con Hillary Clinton, habría mayor énfasis en cooperación y comercio multilateral.
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Las dos principales opciones presentes en las elecciones de Estados Unidos han agudizado la atención sobre lo que serán las líneas generales de la política exterior del país con el sur de la frontera a partir de 2017.
La posibilidad de que el probable candidato republicano, Donald Trump, un empresario y celebrity, asuma el poder –y desmantele los vínculos económicos y de buena voluntad que caracterizan cada vez más a la relación entre EEUU y América Latina– ya no puede ser descartada. Sin embargo, es mucho más probable que la representante demócrata Hillary Clinton ocupe la Casa Blanca desde el 20 de enero, trayendo consigo un mayor énfasis en cooperación y comercio multilateral, mientras que en lo interno promete los negocios usuales.
La influencia de EEUU sobre, y el interés en, América Latina no debe exagerarse. Mientras que el país se enfoca en su llamado “Pivote a Asia” –una iniciativa desarrollada por el presidente Barack Obama y Clinton en su rol de Secretaria de Estado– y la lucha en Medio Oriente, la administración 2017-2021 no tendrá tiempo o recursos para desarrollar una gran estrategia en el hemisferio.Países como China e India ejercen un creciente peso económico y algunas organizaciones regionales en Latinoamérica seguirán evitando por completo a EEUU.
Por otra parte, aunque la cooperación diplomática seguirá mejorando –quizá el mejor ejemplo es la reciente normalización de relaciones entre EEUU y Cuba– los vínculos económicos y sociales (a través del comercio, remesas y el intercambio cultural) seguirán siendo los más importantes puntos de contacto entre la nación norteamericana y América Latina.
Flujos comerciales fuertes
El comercio de EEUU con América Latina y el Caribe (LAC) –apuntalado por doce acuerdos de libre comercio– ha aumentado constantemente bajo el gobierno de Obama, con exportaciones de bienes y servicios subiendo en casi 50% entre 2008 y 2015 a US$ 421.500 millones, equivalente a más de un cuarto del total de las exportaciones del país. EEUU, entretanto, funge como el primer o segundo socio comercial más importante de todos los países de la región (excepto Cuba), representando el 18% de las ganancias de exportaciones de LAC en 2014.
Mientras tanto, la inversión extranjera directa (IED) en ambas direcciones se ha mantenido fuerte, con EEUU proporcionando US$ 27 mil millones de la IED en la región en 2014, equivalente a un 17% del total, comparado a sólo un 6% de Asia, a pesar de la creciente importancia de China. El comercio intrarregional y la inversión se mantendrán sólidos, si es que no se aceleran, a partir de 2017. En función de asegurar la nominación demócrata, Clinton ha revertido su apoyo al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), un tratado de libre comercio que abarca a doce países (incluyendo a México, Perú y Chile). Sin embargo, creemos que la declaración de Clinton en 2012 acerca de que el TPP “establece el estándar de oro en los acuerdos comerciales” es más indicativo de sus preferencias subyacentes y esperamos que, si es electa, revierta el curso nuevamente. Como resultado, esperamos que EEUU ratifique una versión revisada del TPP en 2017.
Avances diplomáticos
Compromisos pragmáticos definirán las relaciones diplomáticas. Clinton continuará cautelosamente normalizando las relaciones con Cuba. Pronosticamos que el Partido Demócrata recuperará la mayoría en el Senado de Estados Unidos (la cámara alta del Congreso), que apoya la visión de eliminar las sanciones en contra de la isla luego de que el presidente cubano, Raúl Castro, deje la presidencia en 2018. Esto, sin embargo, estará condicionado a futuras reformas políticas. Por el contrario, países como Nicaragua, que muestran una creciente indiferencia por los derechos humanos, pueden enfrentar sanciones económicas por parte de EEUU.
En el Caribe, la continuación de la Iniciativa de Seguridad Energética del Caribe (CESI, su sigla en inglés) facilitará la inversión de EEUU y ayudará a países a desvincularse del petróleo barato proporcionado por Venezuela, bajo el acuerdo de Petrocaribe. Esperamos que la combativa oposición en Venezuela remueva al presidente, Nicolás Maduro, antes del fin de su mandato en 2018, y que nuevas elecciones permitan la instalación de un gobierno más amigable con EEUU. Esto debería significar un ablandamiento del antagonismo que caracterizó las relaciones bilaterales desde que el predecesor de Maduro, Hugo Chávez, llegó el poder en 1999.
Las relaciones de EEUU con Argentina bajo el gobierno del recién electo presidente Mauricio Macri, serán más positivas que con la administración anterior, así como los lazos con Brasil. Tras la suspensión de Dilma Rousseff, el 12 de mayo, se espera que el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasilerño (PMDB) instituya reformas estructurales dirigidas por el presidente interino, Michel Temer. Se espera que se relajen las normas que limitan la participación de empresas extranjeras en la extracción de petróleo de las grandes reservas de Brasil, abriendo oportunidades a las firmas estadounidenses de hidrocarburos. Temer y su canciller educado en EEUU, José Serra, estarán más cómodos en construir relaciones más cercanas que la izquierdista Rousseff. Mientras, bajo los liderazgos de Macri y Temer, el Mercado Común del Sur (Mercosur) será más amigable a una mayor integración regional y al incremento del comercio con EEUU.
Panorama para Trump
Una presidencia de Trump, si bien no sería el escenario espeluznante que pintan algunos titulares, puede revertir algunas de estas tendencias. Su antipatía hacia el comercio sin trabas y la migración parecen ser genuinas. Bajo su mandato, el TPP moriría en el agua y podría debilitar partes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), así como otros acuerdos multilaterales y bilaterales, restringir los programas de ayuda de EEUU y revertir las reformas migratorias de Obama.
Sin embargo, la visión de The Economist Intelligence Unit es que –salvo una depresión económica o un ataque terrorista, que favorecería su campaña– la demografía hará fracasar el intento de Trump por llegar a la Casa Blanca. Cerca de uno de cada tres votantes en noviembre serán hispanos, negros, asiáticos o de alguna otra minoría étnica; más de la mitad serán mujeres y los partidarios masculinos predominantemente blancos que lo apoyan no serán suficientes para ganar una mayoría de los votos.
Una victoria de Clinton llevará consigo cuatro años más de progreso en los vínculos sociales y económicos con América Latina, bajo los auspicios de una a veces volátil, pero generalmente benevolente, relación diplomática.