Como otros lugares en la región, Colombia ha sido golpeada por severas condiciones de sequía desde principios de año. La situación tiene el potencial de deteriorarse aún más a medida que el fenómeno climático de El Niño permanecerá en la zona en los próximos meses.
Pese que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM, la oficina de gobierno a cargo de asuntos climáticos) reportó alertas tempranas sobre la alta posibilidad de una temporada baja en lluvias para abril-mayo de este año (que conllevaría a condiciones inusualmente secas), las autoridades nacionales y locales hicieron muy poco para anticiparse a la sequía.
Como resultado, 3,5 millones de personas hoy sufren por la escasez de agua potable y 36 municipalidades han declarado por medio del gobierno estar bajo estado de “calamidad pública”, debido a los efectos de la sequía. La situación ha sido particularmente mala en provincias con problemas de agua y condiciones sanitarias que se remontan desde hace mucho tiempo, como es el caso de La Guajira. Ahí, la gente ha comenzado a organizar protestas para demandar una acción inmediata por parte del gobierno. Sin embargo, a la fecha las autoridades sólo han prometido aumentar la capacidad de suministros de agua, que tomará meses en completar.
Para complicar las cosas, existe un creciente consenso de que las condiciones climáticas se mantendrán adversas. El IDEAM ha declarado alerta roja en alrededor del 50% de las provincias del país –mayormente aquellas cercanas a las montañas en los Andes– debido a un aumento en los frecuentes incendios forestales. A pesar de que el IDEAM recientemente comentó que El Niño parece estar perdiendo fuerza, reafirmó que el fenómeno tiene una alta probabilidad de causar una baja en el promedio de lluvias para octubre-noviembre, intensificando la actual sequía a principios de 2015.
Golpe a la economía
Una sequía prolongada sería nociva de muchas maneras. De acuerdo con la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan), la sequía ya ha afectado a 1,8 millón de hectáreas de terreno cultivable y 30% de la producción ganadera. Mayores daños en los cultivos podría gatillar un incremento de la inflación, al igual que deterioros en las condiciones sociales en áreas rurales (que tienden a ser las más pobres).
Condiciones más secas también podrían poner en peligro la amplia capacidad de generación de energía hidroeléctrica del país (particularmente en las provincias centrales), hasta llevar a posibles racionamientos. Aunque esto todavía puede evitarse, un aumento en las tarifas eléctricas en los próximos meses parece ser ineludible, afectando no sólo a los hogares, sino también aumentando los costos para los sectores industrial y comercial.