Rusia sostendrá elecciones ejecutivas y legislativas a nivel de regiones y ciudades el 14 de septiembre, incluyendo 30 carreras por gobernaciones. Esta será la tercera oportunidad en que los gobernadores serán elegidos directamente y no designados por el Kremlin, aunque las postulaciones están sujetas a un filtro municipal.
En octubre de 2012 se registraron numerosos casos en los que los filtros fueron utilizados por los candidatos en ejercicio para bloquear a sus rivales. En otros casos, los incumbentes se valieron de terceros partidos y candidatos inflados para quitar votos a sus competidores más directos y mejorar así sus posibilidades, al igual que de acceso indebido a recursos administrativos.
La elección del alcalde de Moscú, en septiembre de 2013, marcó un cambio en el enfoque de las autoridades, ya que al opositor antisistema, Alexei Navalny, se le permitió competir, y el alcalde Sergei Sobyanin, evitó el uso descarado de recursos administrativos. El resultado fue que Sobyanin sólo consiguió la victoria por un estrecho margen. A la luz de ese resultado, se produjo un debate entre los progresistas y conservadores del establishment sobre si este nuevo modelo de elecciones más libres era deseable.
Los progresistas parecen haber ganado: el Kremlin ha instruido a los gobernadores que las elecciones deben ser justas y competitivas, de manera de trasmitir confianza en el proceso electoral. Esto es considerado vital para la legitimidad del sistema político, ya que el cinismo respecto de las elecciones puede tener un efecto corrosivo más amplio. A juzgar por una encuesta realizada por el Centro Levada a fines de julio todavía hay espacio para mejorar: 37% de los consultados dijo que espera que las elecciones de septiembre sean justas y legales en general, mientras 36% cree que serán corruptas y otro 27% no está seguro. Vale la pena notar, sin embargo, que entre los partidarios del presidente Vladimir Putin, un gran porcentaje de los encuestados tenía confianza en la honestidad de las elecciones.
La mayoría de las contiendas gubernamentales no tendrán definiciones estrechas, pero la participación y el porcentaje de votación será analizado atentamente en Moscú y las regiones como un indicador de la efectividad y apoyo popular a las actuales autoridades. Las elecciones serán, en la práctica, un referendo sobre los funcionarios en ejercicio. Esto tiene una gran importancia en un sistema político como el de Rusia, donde la oposición ha sido relegada a los márgenes aunque el verdadero nivel de popularidad de las autoridades está en duda. Varias de las elecciones de gobernadores que se realizarán este mes son votaciones de pre término, subrayando el deseo de parte de los candidatos a la reelección y del Kremlin de que sus mandatos sean renovados.
Sistema en evolución
Comparado con las contiendas de 2012, ya se pueden advertir dos cambios principales en 2014. Primeramente, los incumbentes están usando menos recursos administrativos para bloquear a la competencia. En sólo dos de las 30 elecciones, en Lipetsk y Nizhny Novgorod, a los candidatos del Partido Comunista de la Federación Rusa (CPRF) los gobernadores en ejercicio les negaron el registro.
En otros sitios, los candidatos de la oposición lograron superar los filtros municipales y son contendores legítimos a una victoria. Esto se aplica a Vladimir Petrov en Altay y a Ernest Berezkin, del partido Plataforma Civil, en Yakutia. En Stavropol, se espera que gane el actual gobernador, Vladimir Vladimirov, de Rusia Unida; pero va a estar compitiendo contra candidatos de los otros tres partidos del parlamento federal, al igual que con Konstantin Nartov, del Partido de Ciudadanos Libres (que logró superar el filtro municipal, a diferencia del ex gobernador, Aleksandar Chernogorov).
En segundo lugar, los acuerdos de coalición antes de las votaciones se han vuelto más extendidos. En 2012 estos fueron utilizados por Rusia Unida en Ryazan y Novgorod para evitar la eventual derrota en las elecciones de gobernadores; a los contendores se les ofrecieron cargos de alto nivel a cambio de que abandonaran la competencia. En 2014, los desafiantes han aceptado ofertas similares en Primorye y Ryazan. En Orel y Kirov, en tanto, la propia Rusia Unida ha aceptado un estatus menor en pactos de coalición con políticos de la oposición que están compitiendo para gobernadores. En Kirov, el actual gobernador, Nikita Belykh -que por un momento el año pasado pareció en peligro de caer en desgracia por sus conexiones con Navalny- tendrá el respaldo de Rusia Unida; Vladimir Potomsky del CPRF a su vez se beneficiará del apoyo de Rusia Unida en Orel. Se espera que ambos ganen.
Los hombres del presidente
Las esperadas victorias de Belykh y Potomsky subrayan un tercer cambio que se ha producido desde 2012: la parcial pérdida de protagonismo de Rusia Unida. Aunque muchos gobernadores se mantienen incondicionales al partido, varios de ellos ahora prefieren postularse como independientes en vez de usar la bandera del partido, cuyo prestigio fue manchado hace algunos años por denuncias de corrupción (alentadas por Navalny). Sobyanin, en forma notable, compitió como independiente por Moscú en 2012.
Para casi todos los gobernadores, tener buenas relaciones con el Krem-
lin es indispensable o altamente deseable. El Kremlin está dispuesto a apoyar a los gobernadores o a los candidatos que no son miembros de Rusia Unida; prioriza sus probabilidades de ser electo, efectividad y lealtad, por sobre su afiliación política. Esto explica el nombramiento de Belykh en enero de 2014 como autoridad de Kirov, luego de que su mandato expirara: el Kremlin ha trabajado con él porque es popular, un buen líder de campaña y ha servido bien a su región. Él, y unos pocos gobernadores del CPRF tienen una opción: trabajar con el Kremlin, en cuyo caso pueden esperar que su popularidad y efectividad redundará en su reelección con la ayuda (reticente) de Rusia Unida; o rechazar esa oferta y correr un riesgo compitiendo contra una maquinaria con significativos recursos.
Esto hace que interpretar los resultados de las elecciones del 14 de septiembre y posteriores (en los casos donde haya segunda vuelta) sea más difícil que a comienzos de la última década, porque, aunque una victoria de Potomsky en Orel o Belykh en Kirov sea nominalmente un triunfo de la oposición, en realidad será del candidato del establishment. Donde sí podría haber verdaderas sorpresas sería en Astrkhan, Krasnoyarsk, Murmansk y Yakutia, donde las carreras serán competitivas -en algunos casos debido a divisiones dentro de la elite regional- y los candidatos de Moscú no pueden estar seguros de la victoria. Esto se aplica también en Altay, donde Petrov, de Fuerza Civil, que no tiene presencia en el parlamento, está desafiando al antiguo gobernador, Aleksandar Berdnikov.