El Banco de Japón revierte con sigilo su política de tasas de interés negativas
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El Banco del Japón está revirtiendo de manera discreta su impopular estrategia de tipos de interés negativos con un polémico plan diseñado para impulsar fusiones entre bancos más débiles y pequeños, una medida que algunos expertos consideran una arriesgada incursión en la reforma del sector.
Mientras la pandemia de COVID-19 aumenta los problemas de los bancos regionales que sufren por años de tasas de interés ultrabajas, el Banco de Japón reveló este mes un plan para pagar un 0,1% de interés por los depósitos de las entidades crediticias que reduzcan los costes, aumenten las ganancias o se fusionen con otras.
El programa significa que el Banco de Japón —denominado BOJ, por sus siglas en inglés, en los círculos financieros— ofrecerá por primera vez pagos a un sector específico con el objetivo de impulsar la reforma de ese sector. Los críticos advierten que este tipo de medidas deben ser aplicadas por representantes electos, no por banqueros centrales.
"El Banco de Japón está incentivando a los bancos inviables para que se fusionen antes de que acaben hundiéndose", dijo Tomoyuki Shimoda, exdirectivo del Banco de Japón que ahora es profesor de la Universidad de Hitotsubashi. "Es una decisión bastante atrevida. No hay vuelta atrás".
Algunos ejecutivos del Banco de Japón estaban en contra del plan, que contraviene la tradición del banco central de ser "un prestador, no un gastador", según tres fuentes con conocimiento directo del asunto.
Sin embargo, después de más de un año de trabajo preliminar por parte de los burócratas del Banco de Japón y los reguladores bancarios, el plan se convirtió, según las fuentes, en una señal de que los bancos regionales estaban en peores condiciones de lo que el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, estaba dispuesto a admitir.
"Es un mensaje a los bancos regionales de que el tiempo se está acabando", dijo una de las fuentes. "Si no fuera por la gravedad del problema, el Banco de Japón no habría llegado tan lejos", dijo otra fuente, opinión compartida por una tercera.
El Banco de Japón declinó hacer comentarios para este artículo.
Territorio inexplorado
La decisión pone de relieve que la defensa que ha hecho Kuroda de sus medidas de estímulo - y su opinión de que el coste de la flexibilización prolongada es manejable- se está desmoronando, obligándolo a pagar el precio de sus medidas radicales con un programa aún más controvertido.
También supone otra marcha atrás respecto a los tipos de interés negativos, una práctica que los bancos han criticado durante mucho tiempo ya que aplasta los rendimientos a lo largo de la curva y reduce los márgenes, ya de por sí escasos, según otras dos fuentes.
La estrategia de tasas negativas fue impopular desde el principio. Apenas ocho meses después de su lanzamiento en 2016, el Banco de Japón se vio obligado a fijar un objetivo de rendimiento de los bonos a 10 años para evitar caídas excesivas de los tipos a largo plazo.
También redujo el grupo de fondos a los que se aplicaban tasas negativas, a unos 5 billones de yenes (48.000 millones de dólares), es decir, el 1% del total de las reservas que las instituciones financieras aparcan con el BOJ.
"El plan de ayuda forma parte del intento del Banco de Japón de eliminar gradualmente el impacto de las tasas negativas, que se ha venido produciendo en los últimos años", dijo el exejecutivo del Banco de Japón Hideo Hayakawa, que mantiene un estrecho contacto con los actuales dirigentes de la institución.
"El Banco de Japón no puede admitir abiertamente que la política monetario fue un fracaso o que la abandonó por completo, por lo que está retrocediendo en silencio", dijo.
De los casi 70 billones de yenes de reservas, alrededor de 50 billones de yenes podrían ser objeto de un interés del 0,1% durante un máximo de tres años, según el Instituto de Análisis Dai-ichi Life .
Las tasas a corto plazo pueden subir si los bancos captan fondos en los mercados para luego meterlos en depósitos del Banco de Japón con el fin de ganar un 0,1% de interés. Eso complicaría los esfuerzos del Banco de Japón para cumplir con su objetivo de una tasa de corto plazo del -0,1% y pondría en duda el argumento de Kuroda de que el programa no afectará a la política monetaria, según dicen algunos analistas.
El hecho de que el Banco de Japón haya cruzado la línea para evitar una crisis bancaria pone de manifiesto una profunda preocupación entre los dirigentes de la entidad por el aumento de los costes de una relajación prolongada.
Los beneficios netos combinados de los 102 bancos regionales de Japón han caído un 40% en los últimos cuatro años, ya que los márgenes de los préstamos se han reducido al 0,2%.
Una reciente prueba de estrés realizada por el Banco de Japón mostró que, en el escenario de recesión económica más grave, la relación media entre capital y activos de las entidades se reduciría al 7% en el ejercicio fiscal 2022, frente al 10% actual, unos pocos puntos por encima del 4% requerido.
Varios miembros del consejo directivo del Banco de Japón han advertido públicamente que un aumento de las quiebras por la pandemia podría acarrear préstamos incobrables para la banca y amenazar el sistema financiero japonés.
"Se ha vuelto sumamente importante prestar más atención a los efectos secundarios de la flexibilización prolongada", dijo el miembro de la junta Takako Masai, señalando que el Banco de Japón debería centrarse en hacer que su marco de políticas sea sostenible en lugar de desplegar más estímulos.
La creciente alarma en el seno del consejo directivo por los perjuicios de su programa de estímulos puede hacer que a Kuroda le resulte más difícil seguir aplicando medidas de relajación, especialmente mediante la profundización de las tasas negativas.
"Si los problemas del sector bancario son tan graves como sugiere el Banco de Japón, la profundización de las tasas negativas empeoraría las cosas", dijo una cuarta fuente familiarizada con el pensamiento del Banco de Japón. "Está claro que el Banco de Japón quiere evitar la profundización de las tasas negativas".