Aunque es cada vez más frecuente escuchar que la pandemia está acelerando la desglobalización, hay poca evidencia sistemática de que la economía mundial ya haya entrado en dicho proceso.
"¿Desglobalización? Cadenas de valor globales en la era posterior al COVID-19", se titula un estudio elaborado por el académico de Harvard y experto en la respuesta mundial a shocks significativos, Pol Antràs, quien tras meses escuchando esta premisa, decidió estudiarla.
De acuerdo a su investigación, el mundo no se estaría desglobalizando inminentemente, sino que la tasa de crecimiento del fenómeno ha disminuído. Esta "desaceleración" no es particularmente sorprendente, dice el documento, y lo justifica en el "período notable e insostenible" de hiperglobalización entre fines de los 90 y comienzos de los 2000.
Eventos recientes tildados de riesgos para la globalización, como la guerra comercial entre EEUU y China o la misma pandemia, "se han percibido como crisis temporales, después de las cuales debería volver la normalidad", explica Antràs, doctor en Economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
El estudio también defiende que los cambios tecnológicos recientes -como plataformas digitales, blockchain o incluso la robotización- seguirían contribuyendo al modelo de integración.
"El principal desafío para el futuro de la globalización es de naturaleza institucional y política más que tecnológica, aunque las nuevas tecnologías podrían agravar las tendencias de desigualdad que han creado la actual reacción política contra la globalización", advierte el estudio.
También señala que "la actual crisis de salud puede oscurecer aún más el futuro de la globalización si agrava las tensiones políticas en los países", y Antràs se declara "preocupado" por temas de política.
Si la globalización no es "suficientemente inclusiva", y un porcentaje significativo de la población no percibe los beneficios que derivan de la misma, ello puede implicar una "marea antiglobalizadora que haga que políticos y partidos políticos antiglobalizadores sigan gobernando en varios países, lo cual puede poder a todo el sistema en jaque", alerta el académico.
Al mismo tiempo, plantea: "No creo que la pandemia genere tendencias antiglobalizadoras per se, pero sí que está generando un aumento brutal en desigualdad, y es probable que eso cree más desaliento y más animadversión hacia la globalización".
Amortiguar el impacto
Ante este escenario, el experto de Harvard dice que "sin duda se debería intentar amortiguar el impacto negativo de la globalización" sobre ciertos agentes económicos, lo cual se puede hacer introduciendo mayor progresividad en impuestos, al menos en EEUU, señala. También recomienda implementar políticas activas en el mercado laboral, y dice que "los políticos deberían buscar negociar acuerdos comerciales con mayor apoyo popular".
Desde una mirada local, el académico de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, José Luis Ruiz, precisa que "fomentar el respeto de las instituciones y contar con reglas claras que permitan dar estabilidad a las inversiones productivas" es algo que se puede hacer para que los efectos sean lo más acotados posibles.
Además, recomienda "no desconectarse" de los cambios requeridos que permiten la mejor adopción de tecnologías, especialmente las asociadas a la información (TI).
De cara al impacto del fenómeno en Chile, el doctor en Ciencias Empresariales y Economía Aplicada de la Universidad de Pensilvania recalca que el país "necesita incorporar más uso de tecnologías en la producción y servicios, lo que requiere de una fuerza laboral con mayor productividad".
Sin embargo, advierte que "tenemos una debilidad natural y que se asocia a que somos una economía pequeña, que va a depender siempre en gran medida del intercambio con otros países para potenciar su desarrollo económico".