Tras seis años de investigación, el laboratorio chileno biotecnológico Vaccimed, creó una pionera vacuna a nivel mundial para castrar inmunológicamente a cerdos, con mejores beneficios para el animal y la industria, en comparación al método tradicional quirúrgico. De hecho, la producción y venta del producto acaba de ser adquirido por el laboratorio brasileño VencoFarma, en cerca de US$ 10 millones.
Es la primera venta y primer producto desarrollado por la firma, creada en 2011 por investigadores y profesionales externos de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la U. de Chile. Leonardo Saenz, socio fundador de Vaccimed, explica que la inmunocastración -que actúa bloqueando la secreción de hormonas sexuales en mamíferos, y controla la agresividad y la fertilidad-, es una biotecnología bastante nueva en la industria y, si bien ya existen alternativas en el mercado, requería de dos aplicaciones para evitar mal olor, agresividad y peleas por liderazgo en los animales.
Es así que diseñaron una molécula, patentada en el mundo desde 2010, que requiere sólo un proceso. “Decidimos venderla porque nuestra misión es traspasar tecnología. El producto tiene un impacto mundial y no tenemos la estructura para cubrir el mundo”, explica.
Utilizar la vacuna implica un ahorro de hasta US$ 5 por cerdo al mes, ya que “no tienen que ser castrados a los siete días de vida, como lo hace el procedimiento habitual. Además, al ser machos, utilizan su propia testosterona para sintetizar más músculo y menos grasa, consumiendo menos alimento. Un animal inmunocastrado puede comer hasta 40 kilos menos de alimento”, señala Saenz. Por otro lado, se ajusta a la nueva normativa europea que a partir de 2018 prohibirá la castración quirúrgica. “Con la vacuna se mejora el bienestar del animal, evitando estrés y dolor. Actualmente no existen otros métodos que puedan ser aplicados en la producción porcina que logre estos efectos”, explica.
Nuevos proyectos
Ahora están explorando el uso de la vacuna inmunocastradora en otros animales, como en perros (para controlar la sobreproblación) y toros, que pueden tornarse agresivos cuando son criados para la producción de carne. “En estas dos especies, la duración del efecto de la vacuna (que en cerdos es de 60 días) tiene que ser mayor para que se vea un beneficio real, por lo que estamos trabajando en una formulación de larga acción”, acota. También trabajan en otros proyectos, como en pruebas clínicas de una vacuna para evitar la mastitis en las vacas de leche.