La Ola del Capitalismo nos ha cogido a todos en el mar, la hemos surfeado desde la experiencia de ser un consumidor o desde cada una de las empresas que han alimentado su cresta y rompiente por años. Somos el agua que crea esta ola y que hoy está revuelta y con corrientes fuertes -ciudadanos conscientes, sed de justicia social, desarrollo económico, crisis ambientales, faltas de confianzas- que la hacen crecer y ser de esas que los surfistas adoran: La gran Ola.
Y no cabe duda que ésta ha sido grande, con innegables impactos. Algunos han sido un Kelly Slater, campeón mundial de este deporte, contando con el talento y habilidad para surfearla con éxito, pero muchísimos otros no han podido dominarla y llegar a la orilla contentos de la experiencia; ahogándose y frustrándose en el intento. La buena noticia es que todos podemos ser Slater. ¿Cómo? Contando con la mejor tabla del mundo para estar sobre la Ola, y ésta es el Capitalismo Consciente, en donde todos podemos competir y ser parte del Campeonato Mundial del nuevo capitalismo.
¿Será necesario que cambiemos nuestra forma de pensar acerca de las personas, organizaciones y del capitalismo para el siglo XXI? ¿Debemos crear un nuevo paradigma de los negocios? Sin duda que sí, o al menos hay que replantearlo. Y es aquí donde las empresas, motor principal del desarrollo de las economías, junto con los ciudadanos, cumplen un rol fundamental en la construcción de este Capitalismo Consciente.
Las empresas -muchas ya han iniciado el camino-, hoy están pasando de organizaciones tradicionales, donde crear empleo y la rentabilidad eran el eje, a empresas en donde las decisiones estratégicas consideran aspectos económicos, sociales y ambientales, generando una mayor riqueza y equidad. Poner en la “cresta de la empresa” a los trabajadores, clientes, proveedores y comunidades, es la manera de lograr el éxito y valor integral, estando todos arriba de la tabla del desarrollo y sustentabilidad consciente.