Definida como la transmisión de grandes cantidades de energía sin resistencia, la superconductividad puede ser un proceso fundamental desde el punto de vista de la eficiencia energética. Hace cinco meses que en Chile se firmó el acuerdo para formar un consorcio de superconductividad integrado por el Advanced Magnet Lab (AML) de Florida, Estados Unidos, el Centro de Innovación Avanzada de Chile (AIC), que dirige Alfredo Zolezzi y Fundación Avina.
El consorcio ya está dando sus primeros pasos a través de dos líneas de trabajo: el establecimiento de
reuniones con socios potenciales y el desarrollo preliminar de magnetos superconductores para diferentes industrias.
“Hemos tenido interés de empresas estratégicas, como la número uno del mundo en aguas industriales. En la medida que desarrollemos magnetos superconductores podremos dar origen a una nueva generación de equipos para el tratamiento de grandes caudales de agua, lo que podría resultar fundamental para la gran minería del futuro y la industria de la celulosa”, explica Zolezzi.
Respecto de la segunda línea, comenta que van a generar “ciertas aplicaciones superconductoras específicas”. El proyecto contempla una inversión de US$ 20 millones que será financiado a través del programa Consorcios Tecnológicos de Corfo (US$ 7,5 millones), y el resto lo aportará privados.
La oportunidad que Chile perdió
Zolezzi comenta que la superconductividad puede ser tanto o más importante para nuestro país de lo que fue -y es- la instalación de Intel en Costa Rica. Agrega que Chile, hace 15 años, tuvo la oportunidad de recibir a esta empresa, pero no lo hizo porque había que otorgar concesiones por unos US$ 200 millones. “El proyecto en Costa Rica ha significado inversiones cercanas a US$ 1.000 millones por parte de Intel, generando exportaciones que llegan a más de US$ 2.000 millones, transformándose en un sector que supera en ingresos a todas las grandes industrias chilenas, exceptuando el cobre”, finaliza.