Una investigación en biotecnología puede tardar hasta diez años. Y hoy, tras una década de fomento a la Investigación y Desarrollo (I+D), están surgiendo las primeras empresas al alero de este rubro. Pero mientras en países como EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido y Canadá, el despegue ha sido rápido de la mano de agresivas políticas públicas, en nuestro país este proceso ha sido más lento.
"En lugares como Silicon Valley hay muchas opciones para arrendar laboratorios, espacios para prototipos y plantas de pilotaje. En Chile, si no estás inserto en una universidad perdiste, y estás obligado a desembolsar una gran inversión para armar tu propio laboratorio o quedarte de brazos cruzados", explica Patricio Araneda, director de la marca sectorial ChileBiotech.
Por otro lado, el gerente de alimentos y biotecnología de Fundación Chile, Andrés Barros, explica que con capital humano de primer nivel y recursos naturales, Chile podría ocupar un lugar importante en ámbitos tan diversos como la creación de vacunas, enzimas para mejorar procesos alimentarios, tratamiento de aguas e, incluso, bioenergía, pero es difícil sin políticas y regulaciones ad hoc. "La biotecnología es un campo dinámico que este país tiende muchas veces a demonizar por la falta de información, a pesar de que es clave sentar las bases de su desarollo y enfrentar los nuevos desafíos productivos", sostiene.
En cuanto al marco regulatorio, indica que al ser una industria de productos innovadores, muchas veces se topan con vacíos legales o normas obsoletas. En esa misma línea, Alberto Farcas, presidente del directorio de Virbac Centrovet, menciona, por ejemplo, que varios países de Europa y de América -México y Colombia- tienen leyes que permiten a los laboratorios fabricar productos veterinarios para exportación sin tener la exigencia de registro nacional, situación que no ocurre en Chile. "Esto pasa con las vacunas para salmones que importamos de Noruega y Canadá, lo que les da una gran ventaja ya que pueden fabricar productos que clientes de otros países necesitan", advierte.
Impulso con políticas públicas
Invitado por la Universidad del Desarrollo, el director asociado de Desarrollo de Negocios de Harvard y cofundador de importantes empresas biotecnológicas como Green Pacific Biologicals y Keclon, Leandro Vetcher, plantea que es importante que el gobierno genere incentivos para que empresas e inversionistas asuman los riesgos y la larga duración de estos desarrollos. "El gobierno junto con las universidades tiene que ser agresivo en su apoyo a la ciencia básica, ya que sin eso no hay emprendimientos de valor".
Dice que en biotecnología en salud, el mercado de IPOs y adquisiciones está rompiendo récords en el mundo, y que las empresas grandes están dispuestas a asociarse tempranamente. Sin embargo, señala que a las startups chilenas les juega en contra estar lejos de los grandes centros de la industria biomédica, reduciendo su interacción con inversores y socios estratégicos.
Por otro lado, los actores dicen que Chile no ha logrado desarrollar un ecosistema ad hoc: hay un déficit de abogados expertos en estos temas y una industria de venture capital que sólo tiene tres fondos destinados a biotecnología, a pesar que esta área de una de los cuatro sectores donde más invierten los venture capital a nivel mundial, señala Felipe Camposano, general partner de Austral Capital -que ha invertido más de US$10 millones en tres proyectos del rubro- y director de Asembio.
"Estos emprendimientos tienen una naturaleza distinta a la de otros sectores, y si bien tienen la posibilidad de postular a fondos SSAF administrados por las incubadoras del país, faltan herramientas para su desarrollo", apunta Andrés Zahler, jefe de la división de Innovación del ministerio de Economía. No obstante, a los actuales líneas públicas a las que pueden participar proyectos biotecnológicos (ver recuadro), se suma un fondo de capital de riesgo para la inversión temprana en empresas tecnológicas, con un apalancamiento de hasta un 75% y la configuración de una estrategia de fomento biotecnológico, con énfasis en biomedicina, la que se estrenará el primer semestre de 2015.
"Aún no tenemos un track récord que haga despegar a la industria", afirma Alex Seelenberger, socio de Aurus, que ha invertido cerca de US$ 20 millones en cuatro empresas biotecnológicas. Explica que -tratándose de una industria nueva en el país y con soluciones que apuntan a resolver problemas locales- aún no se genera un caso de éxito de alto impacto que nos haga internacionalmente reconocidos. "La industria biotecnológica y sus inversionistas se mueven mucho por la trayectoria y los nombres que suenan. Si Chile no suena, es difícil que las empresas chilenas atraigan inversiones", apunta. Sin embargo, dice que hay muchas potenciales historias de éxito incubándose, aunque son de largo aliento.
Financiamiento
Corfo
SSAF, Programa I+D, líneas de Innova, líneas de capital de riesgo, Start-Up Chile.
Iniciativa Milenio
Núcleos e institutos.
Conicyt
Programas de Investigación Asociativa (anillos y basales).
Universidades
Mecesup-Mineduc y convenios de desempeño.