Las políticas públicas para apoyar a las pymes han fluctuado en el mundo entre fomentar su crecimiento o protegerlas.
Las pymes captan la atención de los gobiernos por su relevancia en el empleo y en la dinámica empresarial. Por esta razón, los gobiernos en general no dudan en impulsar medidas y programas especiales que permitan, entre otras cosas, proteger los puestos de trabajo en la economía local. El desafío está en no generar acciones que incentiven a las pequeñas empresas a detener su crecimiento.
En la medida que las empresas se desarrollan y crecen van alcanzando mayores niveles de eficiencia. La evidencia empírica es concluyente y así como en Europa las empresas grandes son 40% más productivas que las más pequeñas (Eurostat, 2009), una situación similar se repite en Chile, alcanzando una diferencia de 30% (Estudio Corfo-UAI, 2012). Consecuencia directa de esta diferencia en productividad son los mejores salarios que perciben los trabajadores de empresas más grandes, lo que sumado a la mayor estabilidad en empleo y posibilidades de desarrollo, incrementa aún más la brecha en la calidad del empleo que entregan a sus trabajadores.
La crisis de Europa no es sólo debido a sus gastos excesivos sino también se explica por la pérdida en productividad en Grecia, Francia, Portugal y España la que responde, en parte, a políticas y regulaciones especiales que pretendieron favorecer a las pymes pero que terminaron desincentivando su crecimiento.
Por esto, especial cuidado debemos tener cuando se demandan tasas de impuestos diferenciadas, subsidios y regulaciones especiales, ya que podrían desincentivar el ciclo virtuoso de su crecimiento. Políticas públicas orientadas a la reducción del número de trámites y costos para crear una empresa, el proyecto de ley de quiebras y re-emprendimiento acelerado, las 60 medidas del programa Impulso Competitivo, sumado a los programas de acceso al financiamiento impulsados por Corfo y Sercotec y reducir los gastos asociados excesivos que imponen ciertas regulaciones a las pymes, tienen como objetivo eliminar trabas para mejorar su competitividad.
En una economía sana y dinámica como la chilena, los emprendedores con ideas pueden comenzar nuevos negocios. Debemos apoyar a las pymes, pero el foco de las políticas públicas debe estar en despejar la cancha para que éstas puedan crecer.