Luego de la intervención del Banco Central, que ha producido un importante aumento del tipo de cambio, “el mercado reaccionó en forma quizás exagerada”. Así lo cree el gerente de Finanzas del Banco Security, Sergio Bonilla, quien asegura que los efectos de la compra de dólares por parte del instituto emisor “ya están plenamente internalizados” por parte del mercado.
“El tipo de cambio en el mediano y largo plazo debería estar por sobre el nivel en que está hoy, pero al final lo que prevalece siempre son los fundamentos de la economía, y estos hoy muestran que hay un diferencial de tasas con el exterior, específicamente con Estados Unidos, que sigue siendo elevado”, sostiene Bonilla. Y agrega que el precios de los commodities que exporta Chile siguen muy altos, “incluso más altos que previo a la intervención, y además el dólar sigue muy depreciado a nivel internacional”.
Respecto a la falta del “factor sorpresa” que algunos le critican a la intervención, el ejecutivo dice que eso le ha quitado volatilidad al dólar, por lo que sus movimientos de corto plazo van a estar “muy influidos por las cifras económicas, tanto locales como externas”. A su juicio, si se entregan cifras locales de actividad más débiles y de inflación más moderadas, junto con la expectativa de una recuperación más rápida de la economía estadounidense, se validaría “un tipo de cambio más alto”.
"En los últimos días el dólar se ha apreciado en algún grado haciendo subir nuevamente el tipo de cambio, lo cual demuestra que si bien la intervención tuvo efecto, el valor del dólar a nivel internacional es un factor importante en la evolución del tipo de cambio”, dice.
En cuanto a los precios que debería alcanzar la moneda estadounidense, destaca que el corto plazo debería moverse en un rango de $ 447 y $ 457. Para fin de año, “se debería ir acercando a un tipo de cambio más bien de equilibrio, entre $ 480 y $ 485”.
Sobre la evolución de la política monetaria, Bonilla señala que “la actividad va a empezar a mostrar signos de debilidad y, por otra parte, la persistencia en la apreciación del peso debería empezar a tener efectos sobre la inflación, con lo cual se conjugaría un escenario para darle un sesgo más expansivo a la política monetaria, observando al menos un recorte de la tasa de aquí a fin de año”.