Tras
la aprobación unánime de la Cámara, quedó en condiciones de ser ley el
proyecto que declara feriado el 31 de octubre, en reconocimiento a las
Iglesias Evangélicas y Protestantes.
La Sala aprobó, por 54 votos, las modificaciones del Senado a esta
iniciativa (boletines 4640 y 4662), que podría convertirse en ley y ser
aplicada por primera vez este año, dependiendo de los plazos en que el
Ejecutivo la promulgue.
Uno de los cambios introducidos incorpora dentro de este reconocimiento
a las Iglesias Evangélicas. En segundo lugar, el Senado incorporó un
nuevo artículo segundo, que establece que se trasladará este feriado al
día viernes de la misma semana en caso que el 31 de octubre corresponda
a un día miércoles, y se trasladará al viernes de la semana
inmediatamente anterior si dicha fecha corresponde a un día viernes.
La iniciativa, que quedó en condiciones de convertirse en ley, se
originó en dos mociones que destacan la pertenencia de un alto
porcentaje de la población a los credos evangélicos.
Según el Censo de 2002, el 15,1% de la población mayor de 14 años pertenece a la Iglesia Evangélica.
La primera moción fue presentada por los diputados Enrique Accorsi,
Marcos Espinosa, Carlos Abel Jarpa, Fernando Meza, Alberto Robles,
Alejandro Sule y Samuel Venegas.
La segunda, pertenece a los diputados Pedro Araya, Eduardo Díaz, Jaime
Mulet, Sergio Ojeda, Carlos Olivares, Jorge Sabag, Roberto Sepúlveda,
Mario Venegas, Carolina Goic y Alejandra Sepúlveda.
Los autores de ambas iniciativas indican que si bien la ley 19.638, que
establece normas sobre la constitución jurídica de las iglesias y
organizaciones religiosas, consagra una cláusula que prohíbe la
discriminación religiosa, existen algunos elementos que podrían ser
considerados como discriminatorios.
De hecho, además de la Navidad y el Viernes Santo, hay cuatro
festividades católicas que son celebradas como feriados nacionales: día
de la Virgen del Carmen, San Pedro y San Pablo, la Asunción de la
Virgen y la Inmaculada Concepción.
Por ello, los legisladores señalan que en la práctica la Iglesia
Católica goza de condiciones con las que no cuenta la Iglesia
Evangélica.