Los tres partidos nuevos del oficialismo en alerta ante regreso de la vieja Concertación
Con la mayoría parlamentaria, alegan que no hay excusas para no llevar adelante el programa de gobierno.
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Manos alzadas proclamaban un gran acuerdo por la educación. Corría el año 2007 y la presidenta Michelle Bachelet anunciaba- tras la irrupción del movimiento de los pingüinos el año anterior-, que todos los partidos políticos habían asumido un “compromiso con Chile”, jugándosela por una reforma educacional. Reforma que acababa con la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE), modificándola por una nueva Ley General de Educación (LEGE).
Por ese entonces, el presidente del Partido Socialista, Camilo Escalona, uno de los gestores del acuerdo, hablaba de un gran pacto social. Fue él quien, según recuerda en conversación con DF el senador del MAS, Alejandro Navarro, recibiera un llamado clave en medio de las agitadas rondas de negociaciones. La jefa de Estado no quería dilatar más las tratativas y mandataba a los partidos de la entonces Concertación a llegar a consensos con la oposición. Caso cerrado. Así, el que tomó el liderazgo para llevar a cabo las gestiones, sería el ministro Secretario General de la Presidencia de la época, José Antonio Viera Gallo.
Esa escena es la que hoy se recuerda con algo de inquietud por parte de algunos sectores de la Nueva Mayoría. Un resquemor que se funda en la imagen que se mostró al país el pasado martes con la firma del protocolo de acuerdo por la reforma tributaria. La foto causó sorpresa, pero por sobre todo, preocupación en los sectores más apegados a la izquierda. Se trata de los mismos sectores que se marginaron de la Concertación, justamente porque no querían tranzar los principios ideológicos que los diferenciaba de la derecha.
De cara a la ciudadanía
El mismo senador Navarro, quien en 2008 renunció a las filas del PS y pasó a ser parte de lo que se conoció en esos años como la irrupción de los díscolos, fue uno de los primeros en mostrar su molestia por lo vivido la noche del martes en Valparaíso, restándose a aparecer como uno de los firmantes. Dicho malestar se fundó en la sensación de quedarse al margen, de no ser consultado. Ahora, con el paso de los días, espera que se revisen punto por punto los alcances de las indicaciones que se le harán al proyecto en el Senado. Y apunta más allá, a que en la reforma educacional se establezca otra forma de negociar, otro modo de operar que no sea bajo cuatro paredes, sino que “de cara a la ciudadanía”.
Otro diputado que renunció a la Concertación y al PS es el ahora parlamentario de la Izquierda Ciudadana (IC), Sergio Aguiló, quien se integró a la Nueva Mayoría, junto a su agrupación, porque observaba que ahora sí era la oportunidad de llevar a cabo los cambios que el país necesitaba y que no se habían concretado en las anteriores gestiones de los gobiernos concertacionistas, porque por diversos motivos -entre ellos el veto de la derecha- no se pudieron concretar. Evidentemente molesto, ahora piensa que esta forma en que se llevó a cabo el proceso de negociación fue de espaldas al Parlamento y a la ciudadanía en un retorno de lo que denomina “la política de las aristocracias”. Y en ese plano, muestra sus dudas respecto a la concreción de los grandes cambios que se redactaron en el programa de gobierno: “Este hecho de la semana pasada, ponen en peligro los cambios estructurales prometidos por Michelle Bachelet”, confiesa.
En ese mismo plano, otro díscolo de la Concertación, Marco Enríquez Ominami, líder del PRO, hoy toma palco, aún desde la distancia de la Nueva Mayoría. Observa este escenario, bajo una idea clara: estas reformas van a necesitar nuevas reformas en el futuro. Más allá de criticar la vieja escuela de “las cuatro paredes”, cree que aún faltarán elementos para concretar las reformas progresistas que el país, a su juicio, requieren.
Acuerdos, sin perder los contenidos
El senador Guido Girardi (PPD) se opuso a varias reformas en los anteriores gobiernos, incluida la polémica LEGE, siendo calificado por muchos como un “antiacuerdos”. Sin embargo, ahora tiene confianza y respalda lo que se firmó el martes pasado, pues no tranza los principios establecidos en el programa, porque, a su juicio, lo fundamental en la firma de acuerdos, son los contenidos. En esa misma línea, el senador Carlos Montes (PS) enfatiza que cualquier acuerdo debe mantener los corazones de las reformas, cuestión que ha afirmado se cumple con lo suscrito la semana pasada: “Se mantiene sin alteración el compromiso de hacer las reformas estructurales”.
Bajo ese escenario, en la Nueva Mayoría no hay una sola voz respecto hasta dónde alcanzar los acuerdos. Los tres partidos nuevos de la coalición, Partido Comunista, Izquierda Ciudadana, MAS, están en estado de alerta, pues no quieren revivir “la vieja Concertación”. Justamente, estos partidos, aunque tienen menos representación parlamentaria, son base de la nueva impronta con la cual Michelle Bachelet construyó su programa. Y en esa dirección, han mostrado su molestia, y han anunciado que no quieren revivir lo que en su momento se debió hacer: ceder y moderar los cambios. Hoy afirman transversalmente “no hay excusas”, para no ejercer la mayoría parlamentaria y ciudadana, y llevar a cabo las transformaciones estructurales al modelo.