Mientras el gobierno de Michelle Bachelet celebra la aprobación de la reforma tributaria en la Cámara de Diputados, la oposición hace lo propio. Porque aunque sus representantes siempre estuvieron conscientes de que no tenían los votos para rechazarla, festejan el que su diseño comunicacional terminó calando en la ciudadanía y, particularmente, en la clase media, por lo que “perdiendo, ganamos”, es el balance que los tiene satisfechos, pues no están dispuestos a asumir el costo político que están seguros significará la implementación del proyecto.
Aunque al inicio del debate daba la impresión de que el bloque opositor no lograría converger en una posición única, el hecho de que la popularidad inicial de la reforma tributaria comenzara a decaer le dio piso a la Alianza para concluir que no tenía sentido hacerse “cómplice” de una política pública que no sólo estiman “pésima”, sino que están convencidos que tendrá “un impacto negativo a mediano plazo”, según comenta el secretario general de la UDI, Javier Macaya.
Para el diputado “lo que se generó en la Alianza fue un consenso transversal sobre dos elementos: que el proyecto no es bueno y va a tener un impacto negativo a mediano plazo y que nos íbamos a encontrar con una pared al frente”, aludiendo a la incapacidad de Hacienda de abrirse a las propuestas para mejorar la iniciativa. Por lo mismo, insiste en que en su sector “no queremos hacernos cómplices”, cuando adicionalmente “es mal percibida por la ciudadanía, ya que las encuestas demuestran que su popularidad bajó de cómo un 70% a un 38%”. Aterrizar el discurso de que una serie de elementos del proyecto constituyen una seria amenaza para la clase media, fue lo que le permitió a la derecha rechazar unida la idea de legislar sin temor a un costo político que los presentara como una coalición obstructiva a ojos de la opinión pública.
Un diagnóstico similar hace el diputado Cristián Monckeberg (RN). Si bien aclara que para enfrentar el debate “la aproximación de la UDI y la nuestra fue distinta, porque nosotros pensamos que la reforma es necesaria, pero se está haciendo pésimo y ellos desde el inicio se manifestaron contrarios a ella”, finalmente llegaron a la misma conclusión, lo que obligó a Renovación Nacional, inicialmente más abierta a aprobar, a que se imponía el rechazo. Y en esta decisión pesó, confiesa, no sólo el tema de que no tienen por qué hacerse co-responsables de un proyecto que tienen la convicción de que es malo, sino también “que nos dimos cuenta que en el debate de las ideas esta vez podíamos ganar, porque nuestro discurso era más de sentido común” y “le advertimos al ministro que nos estaba obligando a votar que no”.
Incluso el parlamentario reconoce que lo que siempre le ha fallado a su sector es que no sabe cómo comunicar sus ideas de manera que lleguen a la gente con claridad, algo que hasta ahora la Nueva Mayoría había hecho muy bien. Por lo que considera un importante logro el que los argumentos esgrimidos para rechazar la idea de legislar hayan encontrado eco en la ciudadanía.
Con similar argumento se plantó Amplitud, tres votos que el gobierno esperaba rescatar, justamente para enviar una señal de que su proyecto había logrado convencer a un sector más liberal de la derecha. La diputada Karla Rubilar explica que “nos reunimos con todos los ministros involucrados en el tema, incluso con la presidenta, pero no hubo caso que nos escucharan y no nos podemos hacer cómplices de los efectos que se van a producir con esta reforma en la clase media y las Pyme”.
Sin embargo, en la Alianza se asume que a partir de la derrota comunicacional que está significando la reforma para el gobierno, “el Senado va a cumplir otro rol” y que en esa instancia el proyecto va a sufrir cambios más relevantes.
Este acuerdo que la UDI impuso y que concitó unidad en la Alianza, no necesariamente será permanente en el tiempo, ya que en el debate de las reformas constitucionales es probable, y así lo reconocen en el sector, que vuelvan a surgir diferencias. Un ejemplo claro de ello lo constituye el proyecto de cambio al sistema electoral, ya que mientras RN está disponible para aprobar la idea de legislar, pues siempre ha querido avanzar en esta materia, en el gremialismo la idea aún provoca resistencia. Ello, a pesar de que a última hora la tienda anunció que elabora una propuesta para enfrentar el debate que ya está en el Congreso.