Por Valentina Fuentes J.
-¿Cómo califica el contenido del mensaje de la presidenta?
-Ratificó lo que conocíamos, el programa, no hubo sorpresas. Deja muy contento a su sector cuando tenía la oportunidad de dejar muy contento al país.
-¿Qué faltó?
-Una visión estratégica que entienda de que para avanzar hoy se requiere también de la oposición, de acuerdos y de participación. Esperaba un discurso más conciliador y que tuviera la capacidad de bajar las expectativas y sin embargo no se enfocó en generar un clima distinto respecto de la discusión que se está teniendo en el país.
-Pero en esa línea de buscar acuerdos, la presidenta hizo llamados al diálogo,
-Hay una contradicción porque no hubo diálogo en la Cámara en la reforma tributaria. Hubo una tramitación donde se pasó una aplanadora, donde se ejecutó una instrucción de La Moneda. Entonces hay doble discurso: uno que invita al diálogo, pero otro que transforma no sólo a la oposición, sino a los propios parlamentarios de gobierno, en simples buzones. Se está siguiendo adelante con un guión sin participación.
-A pesar de la “aplanadora”, Bachelet afirmó que no van a “partir de cero”…
-Es una cuestión discursiva. Lo partimos escuchando hace dos semanas, cuando Bachelet empezó a bajar las expectativas diciendo que en cuatro años no se hace todo y hoy vuelve a ponerle un matiz a este espíritu refundacional diciendo que estamos en un proceso y que no se parte de cero. Ese tono me parece responsable, sin embargo, al mismo tiempo es contradictorio con la forma en que se está llevando adelante la agenda del gobierno.
-¿Cómo se interpreta la ausencia de un cronograma en materia laboral?
-Hay un debe en lo laboral que tiene que ver con que ha faltado algo concreto vinculado a las necesidades de la gente, más que a una visión tan ideológica que hay detrás de lo que está haciendo la Nueva Mayoría.
-¿Cómo se lee la forma en que abordó el tema tributario?
-Este proyecto de reforma tributaria contaba con una opinión pública a su favor, pero el ministro Arenas tuvo la capacidad de enredar en dos meses, un proyecto que para ellos tenía todas las condiciones para ser aprobado fácilmente. Hoy vimos a una presidenta que tuvo que entrar a dar explicaciones y a justificar la necesidad de su reforma, en parte, por un pésimo manejo político. Tuvo que salir a defender una reforma que, en principio, no lo requería porque estaban todas las condiciones para sacarla adelante.
-¿Cuál fue el tono general del discurso?
Lo que vino a ratificar es la agenda de los autoflagelantes y en el fondo es más de lo mismo: más Estado, más fondos para cuestiones que implican más Estado. Nada pasa, en términos políticos, después de este discurso. No hubo ningún cambio al estado político ni a la discusión que se ha dado. El peor defecto que tuvo este discurso es que todo sigue igual.