Y un día llegó la pandemia, y el mundo se detuvo.
Nos volvimos estáticos, por largos meses, no nos movimos.
Dejemos una cosa clara: los seres humanos necesitamos movernos. En todos los sentidos de la palabra. No nos limitamos a movernos de la casa a la pega, a la universidad o por la noche (aunque esos son buenos movimientos para hacer). También necesitamos movimientos más importantes en la vida. Cambiarnos de la casa de nuestros padres, empezar otro trabajo, y a nivel interpersonal, iniciar una nueva relación.
El movimiento cobró todo un nuevo sentido. Nos encontramos reconsiderando cada traslado, porque en algún momento los llegamos a percibir como extraordinarios. Esas elecciones se transformaron, por un buen período de tiempo, en celebrar pequeños grandes momentos, que tal vez antes eran insignificantes y rutinarios.
¿Cómo vamos a resonar con este nuevo consumidor que ha pasado por tanto, que tiene nuevas rutinas -que aún no hemos estudiado-, que ha pasado por un proceso de introspección, algunos más livianos que otros, y que ha intentado navegar por la pandemia, de la mejor manera posible?
Y allí el rol de las marcas y productos que lograron reinventarse.
Desde Uber, la reinvención de la propuesta de valor de estos últimos meses fue clara: el potencial de la plataforma, para las exigencias del consumidor post-pandémico.
Trabajamos para adaptarnos a las nuevas necesidades de las personas y para poner nuestra tecnología a disposición de nuevas soluciones que mantuvieran a las ciudades en movimiento. Reinventamos nuestro negocio -Uber Flash, Uber Taxi, Uber para Empresas, Uber Ellas, Uber Essential, membresía de Uber Pass- y hoy enfrentamos la recuperación con una oferta para cada necesidad de movilidad de nuestros usuarios.
Por el lado de Uber Eats, el crecimiento fue explosivo, gracias a nuevos comportamientos que vinieron para quedarse, y es ahí es donde estamos invirtiendo nuestra energía: en la integración con Cornershop, nuevas verticales, en ofertas no alimentarias, en un programa de membresía que resume nuestra plataforma de ir a lugares y conseguir las cosas que se necesitan, y con excelencia operativa.
El poder de la plataforma de Uber, cobró un sentido ciudadano, dedicado tanto a la reactivación de las ciudades, como a la generación de oportunidades económicas. Tomamos como una obligación el contribuir a retomar de forma segura y en las mejores condiciones posibles la movilidad en todas las ciudades de Chile. Para eso estamos utilizando nuestra tecnología para ofrecer la mejor experiencia a los usuarios que vuelven a pedir viajes y a los socios conductores para que puedan generar ganancias, y se sientan seguros para volver a hacerlo.
Las expectativas de los consumidores en torno al delivery han cambiado drásticamente -y creemos que de forma permanente- por eso hemos destinado nuestros recursos a satisfacer esa demanda, que se ha ampliado más allá de la comida preparada.
Cada marca y producto está en un proceso de ser re-considerada por este consumidor, que aún no conocemos en profundidad: un consumidor que pareciera ser más exigente eligiendo marcas ciudadanas, que apoyen la economía local y que brinden mayores oportunidades para las comunidades.
Pues, el tiempo dirá, quiénes son esos productos que logren adaptarse, que no se queden en lo discursivo y que sean coherentes entre lo que dicen, lo que ofrecen y lo que hacen. Pero más importante, empatizar con aquellos usuarios que están en un período de re-considerar qué marcas serán parte de sus nuevos capítulos y próximos movimientos.