¿Qué tienen que ver el capitán Jean-Luc Picard (Star Trek), una niña de 9 años que vende limonadas y un bombero? Para Twitter, todo.
Ellos son los representantes del éxito de la red social, que debe su popularidad a sus usuarios. Así que el actor Patrick Stewart (que encarnó al famoso Capitán), Vivianne Harr (la pequeña vendedora que dedicó sus ganancias a causas sociales) y Cheryl Fiandaca (del cuerpo de bomberos protagonista en los atentados de Boston) fueron los tres elegidos para dar la campanada en el debut bursátil de la tecnológica, que ha tenido lugar esta mañana en la Bolsa de Nueva York.
Ese trío tiene miles de seguidores en Twitter. Aunque no tantos como la propia red social, que ha levantado una inusitada expectación en la Bolsa de Nueva York. "No había visto esto tan concurrido desde el crash de 1987", decía Gary Kaminsky, vicepresidente de Morgan Stanley. Era el portavoz de todos los que se quejaban de que el parqué era peor que el metro en hora punta. Y en una ciudad como Nueva York, eso es mucho decir.
Entre ellos estaba el propio Dick Costolo, consejero delegado de la red de microblogging, que grabó un vídeo rodeado de traders. Cedía así el protagonismo al trío liderado por la estrella de Star Trek, dentro de su estrategia de distanciar esta OPV de la de Facebook de mayo de 2012. Entonces, fue el propio Mark Zuckerberg quien tocó la campana del debut. Y también entonces los errores técnicos del Nasdaq provocaron un desplome de las acciones que aún resuena en Menlo Park.
Para evitarlo, Costolo no sólo ha elegido la NYSE, rival del Nasdaq. Además, la plataforma bursátil prefirió asegurarse con operadores de carne y hueso de que las máquinas no fallaban. Ellos fueron quienes supervisaron las operaciones previas, lo que demoró casi dos horas el inicio de la cotización, pero evitó todo tipo de errores. El resto de lo que sucedió ya es conocido. Las acciones empezaron a subir como la espuma para sorpresa de quienes no se explican cómo una empresa que ni siquiera es rentable puede registrar tal ascenso. Costolo lo sabe. Y por eso cogió pronto su maleta y voló a San Francisco, donde le esperaba su equipo para la reunión semanal. Eso sí, esta vez al lado de la nevera que asegura una buena celebración en el nido del jilguero.