“El arte de la guerra” de Sunzi, es uno de los libros más populares de la antigua China. Ha sido editado y reeditado innumerables veces, pero la versión que ahora comentamos, sin embargo, tiene un valor especial.
Publicada por la editorial Trotta- cuya primera edición es de 2001 y la octava, de 2012-, es la primera traducción directa del chino antiguo al español, (las anteriores provenían de versiones en inglés) realizada por Albert Galvany Larrouquere.
Pero la novedad de esta edición no se queda en ese hecho. El texto publicado por Trotta contiene además, una excelente introducción del mismo Albert Galvany la que comprende cerca de la mitad de las 201 páginas del libro. Esta introducción añade a la edición un enorme valor, pues permite una comprensión acabada y profunda de “El arte de la guerra”.
En su introducción, Galvany describe el contexto histórico y cultural de la obra y de cómo ésta se sitúa en un período de cambio en los valores que priman en la guerra, pasando de un modelo masculino, basado en el guerrero y la búsqueda de la gloria mediante el honor y el valor, hacia una modelo femenino, basado en la figura del estratega y en donde priman la eficacia, la flexibilidad, el engaño y la prudencia.
El nuevo arte de la guerra china, termina allí donde comienza el antiguo: en el enfrentamiento. Se refiere al arte de vencer y triunfar sin la necesidad de un combate y cuando excepcionalmente éste se produce, es porque la victoria ya está decidida de antemano. Esta es la gran lección del pensamiento militar chino expresado en “El arte de la guerra” y es lo que le ha dado tanta fama.
La guerra, antes que un arte de la fuerza, se transforma en una actividad intelectual, constituyendo su principio fundamental: “la supremacía del no-ser, de aquello que no tiene forma, sobre lo que posee una forma o disposición; en China lo ínfimo, lo invisible, lo que carece de un ser permanente vence siempre a lo visible, a lo que permanece idéntico (...) Por tanto, un ejército alcanza la perfección cuando es capaz de no mostrar ningún flanco, ninguna formación constante a la que el enemigo pueda adaptarse fácilmente” (p. 56). En resumen, el poder de la transformación y la adaptación, pues el buen estratega, debe decidir su actitud únicamente en función del rival.
Además, esta edición incluye un muy buena selección bibliográfica, en donde se señalan las principales ediciones de “El arte de la guerra”, su relación con el resto de los textos militares chinos de la antigüedad y un listado de las principales traducciones occidentales de la misma.
Para los fanáticos de este libro, sin duda que esta edición es una de las mejores traducciones al español y contiene uno de los estudios preliminares más útiles y precisos de la misma.
Por último, al final de la publicación, se puede encontrar el texto original de “El arte de la guerra”.