Luego de un duro camino, la inflación avanza hacia la meta.
BCI
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Durante los últimos años, la economía chilena ha enfrentado amplios desequilibrios macroeconómicos. Uno de los principales, por su costo económico y bienestar social, ha sido la elevada inflación alcanzada hace un tiempo. Esto como consecuencia de la masiva inyección de liquidez asociados a los retiros parciales de los fondos de pensiones, seguido de transferencias del gobierno hacia los hogares cuando la economía comenzaba a recuperarse, al tiempo que el tipo de cambio subió desalineándose de sus fundamentos debido a innumerables episodios de populismo en el plano político e incertidumbre legislativa. Es decir, gran parte del shock inflacionario que tuvimos se lo debemos a las pésimas medidas de políticas económicas implementadas en el plano local. A esto se sumó el incremento de los precios internacionales, aunque su contribución en términos relativos fue menor en este ciclo.
Este desequilibrio significó el mayor desvío de la inflación efectiva con respecto a la meta impuesta por el Banco Central de Chile desde 1990 a la fecha, así como también la mayor duración del desanclaje de expectativas de inflación desde que el Banco Central adoptó el compromiso de situar la inflación en 3% durante el horizonte de dos años, dando cuenta que el populismo, la irresponsabilidad y las malas decisiones de política económica termina teniendo consecuencias muy duras sobre la económicas y el bienestar de la población en el mediano y largo plazo.
En hora buena, los desequilibrios macroeconómicos se han venido corrigiendo, y la inflación ha descendido durante los últimos trimestres. En esta línea, cabe destacar el decidido actuar que tuvo el Banco Central de Chile implementando una política monetaria altamente contractiva para frenar las presiones inflacionarias.
Se reconoce un importante descenso de la inflación durante los últimos trimestres, pero el ritmo del descenso está siendo más lento, especialmente en precios de servicios. Alcanzar la meta del 3% está costando un poco más de lo esperado, y se estima que recién hacia fines de 2025 veremos la inflación en torno a 3%.
La convergencia de la inflación a la meta no está comprometida, pese a que hay riesgos dando vueltas. Uno de los riesgos está asociados al elevado tipo de cambio y a la posibilidad de sostenerse en esos niveles por un tiempo prolongado. Sin embargo, dado que la actividad económica está transitando en torno a su nivel potencial, el traspaso de mayor tipo de cambio a precio sería menor, más aún considerando que la actividad relacionada a bienes está relativamente más deprimida. Por otra parte, están los riesgos geopolíticos globales que han elevado el precio del petróleo en lo último. Pero por ahora, son riesgos que no comprometen el descenso de la inflación.
Esperemos que el sistema político haya tomado nota y aprendido, sobre cómo las políticas económicas sin mucho sustento económico y técnico, muchas veces basadas en el cálculo político, terminan anidando una serie de desequilibrios económicos, nocivos para la sociedad en el mediano y largo plazo, como lo fue la inflación.
Juan Ángel San Martín, Economista Bci