La presidenta Dilma Rousseff mostró ayer preocupación por el futuro de la economía brasileña en 2016, ante el deterioro del cuadro externo con la desaceleración de China. Según la mandataria, la situación exige "cuidado" y "control del gasto".
"No tengo cómo garantizar que la situación en 2016 va a ser maravillosa. No lo va a ser, muy probablemente no lo será. Ahora, tampoco va a ser la dificuldad inmensa que muchos pintan", dijo Rousseff, en entrevista para las radios de Catanduva y Araraquara, en el interior paulista, donde la presidenta participaba de la ceremonia de entrega de 2.555 viviendas del programa Mi Casa, Mi Vida.
Rousseff destacó que todavía no es posible estimar el impacto de la instabilidad china en la economía mundial. "Vamos a seguir teniendo dificuldades. Sobre todo porque no sabemos la repercusión de todo lo que está aconteciendo en la economía internacional", afirmó. A pesar de subrayar la gravedad de la situación, la presidenta argumentó que la economía brasileña es fuerte y el gobierno federal actuó para minimizar el impacto para la población.
"Como nosotros somos prudentes, tuvimos una percepción del deterioro del cuadro internacional. Obviamente, nadie pudo prever la dimensión. Uno no controla la economía de los demás países. Ahora, no vamos a estar peor en el futuro que hoy porque tomamos un conjunto de medidas", aseguró la líder del Partido de los Trabajadores al citar la devaluación del real y el programa de concesiones para infraestructura.
De acuerdo con la presidenta, los países que superaron crisis recientes son los que apostaron por el aumento de las exportaciones. Brasil, explicó Rousseff, sigue el mismo camino de negociar acuerdos de libre comercio con México, EEUU y la Unión Europea.
Por otro lado, defendió el ajuste fiscal como una medida importante para garantizar el regreso del crecimento y la generación de empleos.