Por A. Barker y P. Spiegel/R. Milne/H. Carnegy
, Bruselas/Oslo/París
Suecia se unirá a Gran Bretaña en la postura en contra de la unión bancaria de Europa, una movida dada a conocer en vísperas de conversaciones decisivas que fortalecerán la mano de los países que demandan garantías contra un poderoso supervisor bancario de la zona euro.
Estocolmo es el segundo mayor centro bancario fuera de la zona euro y los ministros suecos han mantenido sus opciones abiertas sobre unirse a la unión bancaria, al mismo tiempo que han expresado sus fuertes objeciones a los limitados derechos dados a los que no son miembros de la zona euro.
Pero Anders Borg, ministro de Finanzas, sugirió ayer que era poco probable que sus preocupaciones fueran resueltas definitivamente y que Suecia se apartaría de la unión bancaria en “el futuro inmediato”.
Esto le da al Reino Unido un firme aliado para insistir en que el Banco Central Europeo no se convierta en predominante para fijar las reglas técnicas de la UE cuando asuma las responsabilidades de supervisión.
Borg dijo que Suecia estaría dispuesta a apoyar el plan de supervisión con la condición que los de afuera estuvieran protegidos en la votación de la Autoridad Bancaria Europea, una agencia que coordina el trabajo entre los supervisores nacionales.
Incluso si este tema es abordado, persisten serias dudas sobre las posibilidades de un acuerdo antes de la fecha límite de fin de año autoimpuesta por la UE, con las disputas franco-alemanas manteniéndose como el principal obstáculo.
A pesar de una semana de negociaciones, diplomáticos europeos dijeron ayer que las conversaciones han avanzado poco.
Los comentarios de Borg sólo destacan la diferencia en las posturas entre los miembros nórdicos de la UE. Helsinki está interesada en que Suecia y Dinamarca -ninguno de los dos en el euro- ingresen a la unión bancaria, ya que dos de los tres mayores bancos en Finlandia son Nordea y Danske Bank, con sus casas matrices en Estocolmo y Copenhague, respectivamente.
Dinamarca ha apoyado el principio de la supervisión del BCE, pero ha cuestionado la influencia de los países que no son del euro.