NUEVA YORK
Con precisión robótica, una serie de máquinas de la sede central de SunPower en San Jose, California, cortan placas de un lingote de silicio, las tratan y recubren para hacer celdas, y luego las ensamblan en paneles. Este centro de investigación manufacturera, inaugurado en agosto, es emblema del éxito de la industria solar de Estados Unidos. En la última década, las instalaciones de nuevos paneles aumentaron casi 90 veces.
El año 2018 será más débil, porque el presidente Donald Trump ha hablado sobre su entusiasmo por la energía solar, pero las prioridades de su administración están en otra parte. La reforma fiscal, la regulación eléctrica y potenciales nuevos aranceles para paneles importados amenazan con interrumpir las condiciones que han hecho posible el éxito. Las instalaciones se han desacelerado por primera vez en más de una década, cayendo cerca de 22% el año pasado, según estimaciones de la Asociación de Industrias de Energía Solar.
La instalación de SunPower en California no produce paneles para el mercado masivo, sino que aporta a la investigación y desarrollo de la empresa entregando productos experimentales para que los procesos de fabricación puedan ser probados. Cuando SunPower produce en masa, lo hace en sus plantas en Filipinas y Malasia.
“Una persona que fabrica paneles en EEUU cobra cinco veces más que una persona en otro lugar. Y no son cinco veces más productivas “, dijo Tom Werner, director ejecutivo de SunPower.
La falta de plantas de fabricación de células y paneles en EEUU puede convertirse en la mayor vulnerabilidad de la industria. La mayoría de las compañías estadounidenses utilizan paneles importados, que representaron cerca de un 95% del mercado solar estadounidense durante 2012-16.
Las importaciones han permitido que este mercado crezca rápidamente. Impulsado por la sobrecapacidad global de fabricación, el costo de los paneles se ha desplomado, ayudando a que la energía solar sea competitiva frente a otras formas de generación. Según GTM Research, casi tres cuartos de los proyectos solares a gran escala en EEUU se escogieron porque eran la opción de menor costo y no porque la ley incite al uso de energías renovables.
Sin embargo, muchas compañías solares estadounidenses han sido frágiles, ya que se han centrado en el crecimiento rápido en lugar de la rentabilidad. En 2016, SunEdison se declaró en quiebra y SolarCity fue absorbida por Tesla. Las compañías sobrevivientes parecen estar en una posición más sólida: Sunrun, el mayor proveedor de energía solar residencial independiente, está generando efectivo neto. Pero los cambios políticos amenazan con desestabilizar a la industria.
Impacto tributario
Las reformas tributarias propuestas habrían reducido el valor de los créditos para energía renovable, pero la reciente versión final firmada por Trump había eliminado casi todos esos impactos adversos. Sin embargo, las reformas aún podrían tener implicancias para la energía renovable. La mayor parte de la inversión en este campo proviene de grandes empresas que pueden aprovechar los créditos fiscales que ahora valen menos: la tasa de impuesto corporativo federal se redujo de 35% a 21%.
Otra amenaza son los nuevos asubsidios para la generación de carbón y energía nuclear en los mercados eléctricos. Rick Perry, el secretario de Energía, pidió a la Comisión Reguladora de Energía Federal (FERC, su sigla en inglés) que proteja la resiliencia de la red eléctrica elaborando reglas para subsidiar el carbón y las plantas nucleares. La FERC pidió la extensión de un mes en su plazo para responder, pero debe presentar una respuesta el 10 de enero.
“El impacto en la industria solar dependerá de cómo se estructuran los subsidios al carbón y energía nuclear”, dijo MJ Shiao de GTM, pero “cualquier cosa que subsidie la generación no competitiva significa que otras alternativas (incluida la energía solar) deben tener un precio más agresivo”.
La mayor preocupación para la industria solar de EEUU son los nuevos aranceles a las importaciones. El costo de los paneles ha dificultado la vida de los fabricantes, y el año pasado dos empresas quebraron en EEUU: Suniva y SolarWorld. Ambas presentaron una queja ante la Comisión de Comercio Internacional en busca de protección bajo la Sección 201 de la Ley de Comercio de 1974.
La USITC acordó que los fabricantes estadounidenses habían sufrido un “daño grave” a causa de las importaciones y propuso una serie de posibles soluciones, pero la decisión final recae en Trump. Está previsto que tome una decisión antes del 26 de enero, y si elige imponer las tarifas solicitadas por Suniva y SolarWorld, el precio de los paneles en los EEUU podría duplicarse.
Suniva expresó su optimismo con respecto a su decisión y dijo que “aplaude a la administración Trump por defender la fabricación estadounidense frente a las trampas de China y sus representantes que quieren matar empleos en EEUU”. Sin embargo, las compañías solares estadounidenses que usan paneles importados y la Asociación de Industrias de Energía Solar dicen que, por el contrario, los aranceles podrían eliminar decenas de miles de puestos de trabajo al aumentar el costo de la energía solar.
Ed Fenster, presidente de Sunrun, dijo que esperaba que Trump “hiciera lo mejor para los trabajadores estadounidenses” y se retractara.
La mayoría de las compañías de energía solar de EEUU tienen una opinión similar. Incluso Tesla, que estuvo invirtiendo en fabricación estadounidense y comenzó la producción de paneles solares en su nueva planta de Buffalo el año pasado, le dijo al ITC que la medida “amenaza con dañar significativamente a la industria solar estadounidense en general”.
Dijo que sus propios planes de fabricación en EEUU seguirían adelante “independientemente del resultado de este procedimiento”.
Werner respalda la idea de un cobro por licencia a las células y paneles importados, recaudando dinero que se pagaría directamente a compañías estadounidenses, tal vez para invertir en nuevas tecnologías.
“La fabricación de células: esa es la batalla de ayer”, dijo. “Deberíamos invertir en el almacenamiento de energía, en la integración de las energías renovables en la red. Ese es el futuro”.
Trump, sin embargo, ha dejado en claro su entusiasmo instintivo por los aranceles. Para la industria solar estadounidense, las próximas tres semanas serán cruciales.