Por D. Pilling y G. Robinson
Yangon
Barack Obama realizó ayer una histórica visita a Myanmar y afirmó que los cambios políticos son irreversibles, ya que el pueblo finalmente puede saborear la libertad tras cinco décadas de dictadura.
En la primera visita de un presidente estadounidense al país, también afirmó a una entusiasta audiencia en la Universidad de Yangon que el gobierno militar birmano debe aceptar límites a su poder, al destacar que aunque “EEUU tiene el Ejército más poderoso del mundo, debe someterse al control civil”.
La visita de Obama ocurrió apenas dos semanas después de su reelección para un segundo mandato, durante el cual el presidente pretende seguir el giro de su gobierno de un nuevo enfoque de recursos diplomáticos y militares hacia la región de Asia-Pacífico.
Myanmar, un país rico en recursos naturales, tradicionalmente ha sido aliado de China, que recela del nuevo enfoque de Washington en su patio trasero.
Antes de hablar en la universidad, Obama se reunió con Thein Sein, el presidente que ha impulsado la transformación de Myanmar, y Aung San Suu Kyi, la líder opositora que ahora es miembro del Parlamento.
Las calles en las afueras de la casa de Suu Kyi y las que llevan a la universidad estaban llenas de gente, muchas de las cuales agitaban banderas de EEUU.
Algunos grupos de derechos humanos señalaron que la visita fue precipitada, aunque muchos agradecieron que no visitara Naypyidaw, la antigua capital designada por los militares.
La Universidad de Yangon, escenario de repetidos y violentos asaltos militares contra estudiantes, fue rápidamente arreglada antes del discurso.
“Aquí fueron asesinados centenares de estudiantes”, recordó Aung Zaw, director del periódico online Irrawaddy. Además añadió que la visita del presidente podría ayudar a rejuvenecer una institución que alguna vez fue grande.
Obama dedicó parte de su discurso a los conflictos étnicos de Myanmar, incluida la guerra en el norteño estado de Kachin y el resurgimiento de la violencia contra la etnia musulmana rohingya en el occidental estado de Rakhine.
En referencia a los prejuicios contra los rohingya, llamó a todas las comunidades a detener lo que llamó “incitación a la violencia”, tras recientes incidentes en los cuales fueron asesinados 170 rohingya y más de 100.000 fueron desplazados.