Por G. Dinmore/J. Fontanella-Khan
Roma/Bruselas
Mario Monti, el primer ministro no elegido de Italia, ha dado señales de estar dispuesto a meterse en la política para defender su agenda de reformas compitiendo en los comicios de febrero de 2013 a la cabeza de una alianza de partidos centristas pro europeos.
Monti, jefe de un gabinete tecnocrático, manifestó su intención en un encuentro ayer con Ferdinando Casini, jefe del pequeño partido UDC, y Luca Cordero di Montezemolo, el jefe de Ferrari que lanzó su propio movimiento cívico para apoyar al primer ministro, según tres fuentes cercanas a las negociaciones.
“Monti sería el jefe político de la operación”, afirmó una fuente. Sin embargo, Monti no ha hecho un compromiso definitivo, y se espera que sólo lo haga formalmente este fin de semana, tras la aprobación del presupuesto de 2013 y la disolución del Parlamento.
El ingreso de Monti a la política ha sido el tema dominante desde que anunció que renunciaría anticipadamente. Su inesperada decisión ocurrió luego de que Silvio Berlusconi, ex primer ministro, retirara el apoyo de su partido de centro derecha (PDL) al gobierno en el Parlamento.
Aún hay que fijar las formalidades de cómo gobernaría Monti. Aunque no puede competir como candidato, puede prestar su nombre a una alianza de grupo o liderar su propia lista.
Según los sondeos, esa alianza tiene pocas posibilidades de ganar los comicios, pero podría negociar un papel de peso en una coalición con el Partido Democrático (PD) de centro izquierda.
Los sondeos dan más de 30% de ventaja al PD, por delante de una hipotética alianza centrista liderada por Monti que pugna por el segundo puesto con el PDL y la Alianza Cinco Estrellas anti-establishment del comediante activista Beppe Grillo.
La posibilidad de que Monti entre en campaña ha inquietado tanto a Pier Luigi Bersani, jefe del PD, como a Berlusconi. Ambos temen perder terreno entre los votantes “moderados” indecisos. El resultado también podría causar una mayor fragmentación del Parlamento.
Por el sistema electoral, una victoria del PD y sus aliados les garantiza la mayoría en la Cámara Baja.
Sin embargo, Berlusconi, en un giro populista contra impuestos y anti-Alemania, podría negar al PD la mayoría en el Senado, donde los escaños extra para los ganadores son asignados según la base regional, más que nacional.