Por Joe Leahy
Sao Paulo
Guido Mantega, el ministro de Hacienda de Brasil, admitió que su gobierno está controlando de cerca el nivel de su tipo de cambio, rompiendo una política previa de permitir que el mercado determinara el nivel óptimo de su moneda, el real.
Brasil está operando una “banda de flotación sucia”, en la que permite que la moneda se mueva dentro de una banda acotada que los economistas estiman entre 2,00 y 2,10 reales por dólar, una práctica común en otros mercados emergentes, como Colombia o China.
“Para nosotros lo ideal es una divisa flotante, sin manipulación”, dijo Mantega en una entrevista con Valor Econômico, un diario de negocios brasileño. “Pero si todo el mundo va a manipular sus tipos de cambios, nosotros también”.
El estricto control sobre su tipo de cambio marca una nueva fase en lo que Brasil ha llamado una guerra cambiaria, en la cual acusa a sus socios comerciales de debilitar deliberadamente sus monedas para hacer que sus exportaciones sean más competitivas.
Brasil se alarmó el año pasado cuando su tipo de cambio se acercó a 1,5 reales por dólar, un nivel casi 40% mayor que hace dos años, a medida que los inversionistas extranjeros acudieron en masa al país para sacar provecho de su sólida economía y altas tasas de interés.
El gobierno lanzó una serie de controles cambiarios para intentar controlar la entrada de flujos extranjeros, en medio de temores de que una moneda apreciada estuviera dañando la capacidad de la industria brasileña para competir en los mercados de exportaciones y con las importaciones.
Pero la economía comenzó a debilitarse bruscamente el año pasado, con el crecimiento cayendo de 7,5% en 2010 a 2,7% , y sólo un 1,5% esperado para este año. Esto, junto con la caída de las tasas de interés a un mínimo histórico, alivió la presión sobre la moneda a medida que los inversionistas internacionales comenzaron a mirar hacia otros destinos por retornos más altos.
El fin de las presiones al alza a principios de este año dieron al gobierno la oportunidad de fijar la moneda en un nivel que considera más adecuado para apoyar a la industria. “Nuestro sistema es una banda de flotación sucia, como todos los demás”, dijo Mantega. “No podíamos sentarnos a esperar que otros se apropiaran de nuestro mercado y arruinaran nuestra industria”, afirmó.
El real se mantuvo 20% sobrevalorado en términos reales, pese a una depreciación de 20% respecto de su máximo reciente, aseguró David Rees, economista de Capital Economics en Londres.