FT Español

Los beneficios de la migración son cuestionables

Los inmigrantes son de hecho relativamente jóvenes. Pronto la inmigración será la única fuente de crecimiento de la Unión Europea.

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 30 de septiembre de 2015 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Soy hijo de refugiados. Mis padres llegaron a Reino Unido escapando de Hitler. Su llegada les salvó la vida. No se pueden imaginar patriotas más apasionados. No es de extrañar que crea que Europa tiene una obligación moral de proteger a los refugiados. Pero ¿qué debería pensar sobre la inmigración de una manera más amplia?

La globalización no es sólo para los bienes, los servicios y el capital. También es para las personas. Los países de altos ingresos no sólo son más ricos, sino que son menos corruptos y más estables que otros. Nada es menos sorprendente que el deseo de emigrar hacia el oeste.

Sin embargo, pocas cosas son más discutibles. La migración es la piedra de toque del populismo de derecha. Piense en Nigel Farage, Marine Le Pen o Donald Trump.

Algunos argumentan que las diferencias en los salarios reales de todo el mundo son las más grandes de todas las distorsiones económicas. El movimiento de personas, dicen, debería ser visto como idéntico al comercio; la humanidad se beneficiaría de la eliminación de barreras. El movimiento de personas podría ser enorme y el impacto en las economías de altos ingresos, con sólo una séptima parte de la población mundial, correspondientemente enorme. Pero maximizaría la riqueza.

Sin embargo, tal cosmopolitismo es incompatible con la organización de nuestra política en jurisdicciones territoriales autónomas. Es incompatible también con el derecho de los ciudadanos a decidir quién podría compartir los beneficios de vivir junto a ellos.

Si los países tienen derecho a controlar la inmigración, el criterio para la inmigración se convierte en los beneficios de los ciudadanos existentes y sus descendientes. Los beneficios de los aspirantes a inmigrantes, que son la mayor parte de los beneficios generados por la migración, cuentan menos.

¿Cuáles son entonces los beneficios de la inmigración para los ciudadanos y sus descendientes? Los argumentos se dividen en los relacionados con los números y, más importante aún, los relativos a las características diferentes.

¿Es importante aumentar la población? La respuesta sin duda es no. El simple aumento de la población de un pequeño país próspero, como Dinamarca, no aumentaría el nivel de vida de sus ciudadanos. Pero impondría una considerable inversión y costos de congestión. El argumento del tamaño sólo puede ser que hace más barata la defensa.

El argumento no puede venir de los números, sino de las características de los inmigrantes. Los defensores de los beneficios de la inmigración a gran escala argumentan que los inmigrantes son más jóvenes, más baratos, más motivados y que aportan diferencias valiosas. Los opositores responden que los jóvenes también envejecen, mientras que la diversidad tiene ventajas y desventajas.

Los inmigrantes son de hecho relativamente jóvenes. Pronto la inmigración será la única fuente de crecimiento de la población de la Unión Europea. En los últimos diez años, los inmigrantes han representado el 47% del aumento de la fuerza de trabajo en Estados Unidos y el 70% en Europa, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Esto no es de sorprender, ya que la tasa de crecimiento natural ha venido disminuyendo en los países de altos ingresos durante décadas.

Por lo tanto, los inmigrantes reducen la relación entre los jubilados y aquellos en edad laboral (la tasa de dependencia de las personas mayores). Pero el impacto en la dependencia, al menos, con los niveles actuales de inmigración, es modesto. Para una reducción sustancial se requiere grandes flujos.

En 2014, había 29 dependientes de 65 años o más por cada 100 personas en edad de trabajar. Según la ONU, mantener esta relación por debajo de un tercio requeriría la inmigración de 154 millones entre 1995 y 2050, y mucho más a partir de entonces: los inmigrantes también envejecen, después de todo.

En consecuencia, una gran reducción en las tasas de dependencia exige enormes entradas de personas. Se podría argumentar que un continente con tan pocos niños debería aceptar tal transformación en su población.

Considere otros impactos económicos posibles. La OCDE observó el impacto fiscal de las oleadas de migración en los últimos 50 años en los países miembros, y concluyó que éste era en promedio más o menos cero. El impacto preciso depende de la capacidad y otras características de los inmigrantes y la flexibilidad de los mercados laborales. Lo mismo puede decirse de otros impactos de los inmigrantes: ¿son complementarios a los trabajadores actuales o sustitutos; y, de ser sustitutos, para quién?

Entonces, ¿qué se puede decir sobre el impacto económico? En primer lugar, la inmigración necesaria para tener grandes efectos, en particular sobre las cargas de dependencia, sería enorme. En segundo lugar, la inmigración tiene un impacto significativo en las necesidades de inversión (en viviendas y otras infraestructuras) y en la congestión, en particular en los países densamente poblados, aunque éstas son similares a las causadas por el aumento natural.

Por último, los principales beneficiarios son siempre los propios inmigrantes.

Sin embargo, la migración no sólo se trata de economía. Los inmigrantes son personas. Traen a sus familias, por ejemplo. Con el tiempo, la inmigración a gran escala transformará las culturas de los países receptores de maneras complejas.

Los inmigrantes aportan diversidad y dinamismo cultural. Al mismo tiempo, como señala el premio Nobel Thomas Schelling, la segregación sustancial podría surgir naturalmente. La gente podría entonces vivir separada, sin muchas lealtades compartidas.

La inmigración tiene efectos económicos. Pero también afecta a los valores actuales y futuros de un país, incluyendo su preocupación por los extranjeros. La gente podría legítimamente diferir de las políticas correctas. Nuestros países no terminarán ni cerrados ni totalmente abiertos. Encontrar un equilibrio es difícil. Al hacerlo, es perfectamente razonable para los países argumentar que sus propios ciudadanos siempre son lo primero.

Lo más leído