Por Alexandra Stevenson
En 1997, cuando Richard Peterson estudiaba medicina, jugaba póker con un chico que nunca parecía estar corto de dinero. Su amigo se estaba enriqueciendo, comprando acciones muy baratas.
“Simplemente seguía rumores en la web”, dice Peterson, al recordar cómo llegó al mundo de las finanzas.
A medida que Internet evolucionaba desde las salas de chat primitivas a fines de los ‘90, Peterson pensó que debía hacer algo con esta idea de usar las redes sociales para ganar dinero. Tras una carrera de 11 años como siquiatra, juntó US$ 1 millón entre amigos y colegas para crear un hedge fund, y otros US$ 750.000 para crear MarketPsych, una firma tecnológica relacionada.
MarketPsy Capital usaba servidores que rastreaban salas de chat, blogs, sitios webs y tweets para reunir las opiniones sobre miles de empresas.
Puede sonar como ciencia ficción y alarmantemente invasivo, pero el uso de las redes sociales para predecir el futuro se ha vuelto un popular ejercicio en el sector financiero.
Nunca ha sido tan fácil rastrear lo que influye nuestras decisiones. La gente googlea sus preguntas, tweetea sus pensamientos y postea sus conclusiones en blogs y Facebook. Ahora algunos empresarios están creando algoritmos para hallar modelos y hacer predicciones para saber cuándo invertir en la bolsa.
El fondo de Peterson tuvo un buen comienzo. MarketPsy Capital obtuvo retornos de 40% en los primeros dos años.
“Todo parecía sencillo, estábamos en la senda del éxito”, dice. Hasta un mes de 2010 cuando el fondo perdió 8%.
“Cuando el ambiente del mercado pasó de miedo a recuperación, nuestros modelos no lo anticiparon porque estaba basado en el temor”, dijo. “Fue un momento difícil para leer el capital”.
Johan Bollen, profesor de la Universidad de Indiana en EEUU, es más escéptico y ofrece otra explicación por los pobres resultados. “¿Cómo filtrar la basura? Incluso con un acierto de 80%, podrías equivocarte tanto en el 20% del tiempo que te dejaría en bancarrota”.
Bollen cree que si bien tiene valor rastrear los estados emocionales de la sociedad en Internet, ver lo que la gente escribe sobre una determinada empresa en las redes sociales es menos útil. “Sólo porque algo sobresalga, no significa que sea predictivo”, explica.
Su estudio “El ánimo de Twitter predice el mercado” categoriza el ánimo de los tweets mediante el análisis de texto. Los resultados, publicados en el Journal of Computational Science en 2011, revelan que un cambio en la “calma” online se manifiesta en movimientos de mercado, con una fuerte correlación predictiva con el auge y caída del índice Dow Jones.
A pesar de sus dudas sobre las redes sociales para elegir acciones, Bollen cree que un mayor análisis del ánimo de Internet podría llevar a algo grande y creó una firma llamada Guidewave. “Buscamos corrientes sociales ocultas”, afirma.
Bernardo Huberman, director de la unidad de investigaciones de Hewlett-Packard, indaga hacia adónde dirige la gente su atención online.
El autor de “The Laws of the Web”, está interesado en la relación entre lo que la gente tweetea y lo que sucede en el mundo real. Lo llama “la economía de la atención”.
“Quería ver algo que fuera extremadamente preciso para comprobar si estábamos anticipando bien, así que escogimos películas e ingresos cinematográficos”, dice.
Huberman descubrió que analizar lo que la gente tweetea antes de un estreno predice mejor los ingresos que el índice de futuros Hollywood Stock Exchange.
Por eso no fue una sorpresa que el estudio resultante, “Predicción del Futuro con las redes sociales”, recibiera la atención de los anunciantes dispuestos a manipular Twitter para aumentar la demanda de productos.
Pero además inspiró a un grupo de empresarios holandeses a crear un predictor similar para los movimientos bursátiles. La idea se transformó en un prototipo con la ayuda de Clipit, una firma holandesa de monitoreo mediático.
“Usamos principalmente Twitter porque es en tiempo real, es más fácil obtener los datos y tiene el mayor valor explicativo”, dice Vincent van Leeuwen, uno de los cuatro fundadores.
Su empresa, llamada SNTMNT, ofrece el análisis de Twitter para inversionistas retail y está a punto de firmar un acuerdo con un banco holandés.
Inversionistas desconfiados
Sin embargo, incluso los inversionistas más audaces no están dispuestos a apostar la hipoteca en un tweet.
Paul Hawtin creó Derwent Capital Markets, un hedge fund, para transar según el ánimo de las redes sociales, en julio de 2011. El fondo cerró apenas un mes después, a pesar de lograr un retorno de 1,8%. El cierre se debió a sus inversionistas, señala. Entraron en pánico cuando los mercados en Europa comenzaron a sufrir cierta turbulencia y retiraron su dinero. “Hubo un caos total en agosto”, recuerda.
Derwent Capital ahora trabaja con la corredora IG Markets para ofrecer a sus clientes una plataforma de múltiples activos que incorpora el análisis del ambiente. Como muchos empresarios de las redes sociales, Hawtin sigue optimista.
“Las redes sociales han crecido enormemente en los últimos cinco años”, afirma. Y está convencido de que habrá más apetito por el análisis y manipulación de los datos online en el futuro. Yendo al fondo de por qué esta faceta de las finanzas del comportamiento se ha vuelto tan popular, Hawtin comenta: “Los inversionistas siempre están buscando una forma distinta de operar”.
Pero si esto suena como alquimia, es porque lo es. “¿Por qué alguien estaría tweeteando sobre una acción y por qué eso tendría más valor que otros indicadores?”, pregunta Bollen. Si sabes algo sobre el mercado, no vas a compartirlo con el mundo, agrega.
Huberman coincide: las redes sociales son útiles como indicador del ánimo social sólo de manera general. “A menos que estén tweeteando George Soros o Warren Buffett, la gente en Twitter no es la que mueve al mercado”.