En la víspera de su independencia en 1947, Jawaharlal Nehru, primer primer ministro de India, habló sobre “una cita con el destino”. Este enorme, diverso y empobrecido país se había puesto en el camino hacia la democracia y el desarrollo. Setenta años más tarde, se mantiene como una democracia y ha progresado en su desarrollo. Su historial no carece de tropiezos. Pero los indios tienen buenas razones para sentirse orgullosos de lo que han logrado.
Entonces, ¿qué viene ahora? Naciones Unidas pronostica que la población de India llegará a 1.700 millones para 2050, comparado con los 1.350 millones de China. Esto parece inmanejable. Pero la población ya ha aumentado desde 376 millones en 1950 a 1.300 millones en 2015. Sin embargo, el país es mucho más próspero que antes de su independencia. Como destaca el excelente Reporte Económico del Ministerio de Finanzas de India, el PIB per cápita real ha aumentado en cerca de 4,5% anual en los últimos 37 años. El ingreso real promedio ha pasado de 5% del nivel de EEUU a 11% en ese período. Esta es la segunda mayor historia de éxito económico de la era de la globalización después del despegue aún más dramático de China.
Suponiendo que el PIB per cápita de China creciera a una tasa más modesta de 3% anual y el de la más pobre India a 4%, hasta 2050. Suponiendo también que el PIB per cápita de EEUU creciera a una tasa de 1,5% anual. Para 2050, el PIB per cápita de China sería 40% del de EEUU y el de India sería de 26% (el nivel donde se encuentra China actualmente). Para entonces, China sería la mayor economía del mundo (medida a paridad de poder de compra), India la segunda y EEUU la tercera.
En un análisis particularmente iluminador del desarrollo de India, el Reporte Económico demuestra que el país ha pasado desde el socialismo “al libre comercio, mercados de capitales más abiertos y mayor dependencia del sector privado”. Lo que se conoce (frecuentemente de manera peyorativa) como el “consenso de Washington” es ahora el consenso de India. Las reformas han continuado bajo el gobierno de Narendra Modi, principalmente una ley de quiebras y una tributaria.
El ratio de India entre comercio y PIB es ahora muy similar al de China, por ejemplo. La entrada neta de flujos de capital externo está en línea con las de otras economías emergentes. Otra vez, los emprendimientos del sector público ya no son más excepcionalmente grandes respecto del ingreso nacional. El gasto del gobierno también está en línea con las normas globales para un país en su nivel de desarrollo. La actual administración ha realizado un gran esfuerzo para reducir el costo de hacer negocios y crear un ambiente más amigable para las inversiones. Los días de la burocrática “licencia raj” ya quedaron muy lejos en el pasado. Si miramos hacia el futuro, India también tiene la ventaja aparente del envejecimiento relativamente más lento de su población.
Sin embargo, el Reporte Económico también reconoce tres diferencias desfavorables entre India y otras economías emergentes orientadas al mercado: ha sido lenta en abrazar al sector privado y proteger los derechos de propiedad; una débil capacidad estatal, particularmente en los servicios de educación y salud; y una redistribución de los ingresos enormemente ineficiente. Estas características, sugiere de manera verosímil, reflejan el hecho de que India fue una democracia precoz. Fue democrática mucho antes de ser desarrollada. Los optimistas seguramente argumentarán que estas dificultades irán disminuyendo a medida que el país se vaya enriqueciendo.
Y los pesimistas probablemente responderán que a la postre van a obstaculizar un progreso sostenido. Pero la democracia no es un lujo; es una condición necesaria para la existencia de India como un país unido. Con un poco de suerte, la creciente clase media de India va a inspirar las mejoras necesarias en la calidad del gobierno.
Si consideramos los obstáculos que vienen por delante, existen tres que parecen particularmente relevantes en el largo plazo, mientras que uno se presenta en lo inmediato.
El primero de los desafíos de largo plazo es la educación. Una enorme y creciente fuerza laboral sólo es una ayuda si posee las habilidades necesarias para una economía en rápido desarrollo. La educación es una responsabilidad del Estado. Sin embargo, “el federalismo competitivo” –la competencia entre los distintos estados– no ha logrado promover todavía las necesarias mejoras en los servicios educacionales.
Un segundo desafío de largo plazo es el medio ambiente. Entre ahora y 2050, el PIB real de India podría crecer 400%. Y la urbanización seguramente avanzará al mismo ritmo: actualmente, un tercio de la población es urbana; para 2050, este ratio bien podría haberse duplicado. Administrar este éxito va a requerir una enorme cantidad de organización e inversiones. Pero los desafíos medioambientales no sólo serán locales. India tendrá que desarrollarse sin un fuerte incremento en su uso de combustibles fósiles.
Un tercer desafío de largo aliento es el ambiente económico externo. Bajo supuestos plausibles, la proporción de las exportaciones de bienes y servicios indios en el PIB global podría duplicarse en la próxima década. Cierto, esta proporción sigue siendo bastante baja, de 0,6% (frente al 3,3% de China). Pero, dada la reacción en contra de la globalización que se está desarrollando en las economías de altos ingresos, esto podría no ocurrir de manera muy sencilla. India tendrá que pensar en cómo hacer para promover una economía mundial abierta.
El gran desafío a corto plazo es la perturbante debilidad de la inversión. El Reporte Económico atribuye esto en parte al “problema del balance gemelo”: la combinación de las sobreponderadas empresas con los abrumados bancos. Argumenta que la economía no crecerá fuera de estas deudas, parcialmente porque dificultan la inversión y el crecimiento. La respuesta es una combinación de reconocimiento de las pérdidas, la reestructuración de deudas y una reforma radical del sector bancario. Será difícil pero sin duda es esencial.
India tiene una buena posibilidad de ser la economía de más rápido crecimiento del mundo, finalmente emergiendo como otra superpotencia democrática a mediados del siglo. Pero los desafíos que enfrenta son enormes. Éxitos pasados sugieren que éstos podrían ser superados. Pero mucho tendrá que cambiar y muchos de esos cambios no ocurrirán automáticamente. Una vez más, India tiene una cita con el destino.