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El Fondo Monetario Internacional advierte y alienta

En sus relaciones con sus clientes más poderosos, el Fondo Monetario Internacional...

Por: | Publicado: Miércoles 17 de octubre de 2012 a las 05:00 hrs.
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En sus relaciones con sus clientes más poderosos, el Fondo Monetario Internacional posee “el derecho de ser consultado, el derecho de alentar y el derecho de advertir”. Walter Bagehot, el gran periodista económico victoriano, entregó esta descripción del rol de la monarquía británica en el siglo XIX. Apliqué esta frase al rol del fondo en un paper presentado en Triennial Surveillance Review de 2011. En la reunión anual en Tokio, el fondo cumplió justamente este rol. Lo que importa, sin embargo, es que sus miembros, sobre todo Estados Unidos y Alemania, actúan sobre estas advertencias y aliento que han recibido.

La advertencia del Panorama Económico Mundial del FMI fue que: “la recuperación continúa, pero se ha debilitado. En los países avanzados el crecimiento es ahora muy bajo como para causar un efecto sustancial en el desempleo. Y en los principales mercados emergentes, el crecimiento que había sido sólido anteriormente, también ha decaído”. El FMI revisó su pronóstico para la expansión de 2013 en las economías avanzadas del 2% que pronosticó en abril a 1,5%. Para los países en desarrollo, redujo la estimación de un 6% en la predicción en abril a 5,6%. El desempeño de EEUU, con un pronóstico de crecimiento de 2,1% el próximo año (sólo 0,1 punto porcentual menos que lo estimado en julio), se espera que sea mucho mejor que el de la zona euro, donde se pronostica un crecimiento de 0,2% el próximo año (0,5 puntos porcentuales menos que en julio), después de una contracción de 0,4% en 2012. Incluso la economía alemana crecería sólo 0,9% en 2012 y 2013. Se espera que España se contraiga 1,5% y después 1,3%. La zona euro es una jaula para masoquistas.

No es un secreto por qué el crecimiento se está desacelerando en los países de altos ingresos: esto se debe al ajuste fiscal, débiles sistemas financieros y una incertidumbre poderosa. Esta tóxica combinación es particularmente amenazante dentro de la zona euro, donde, nuevamente sin sorpresa, los países dependientes de las exportaciones son afectados por la contracción de las economías de grandes socios comerciales. Como muestra el último Informe de Estabilidad Financiera Global, la fuga de capital acumulada de las economías periféricas de la zona es más de 10% del Producto Interno Bruto. De hecho, sin apoyo, especialmente del Banco Central Europeo, las economías periféricas habrían tenido que imponer controles cambiarios. Habrían incluso dejado la zona euro. El miedo de un quiebre se mantiene dominante: siempre es difícil hacer del masoquismo una estrategia creíble.

Hasta ahora, mal. Pero incluso estas deprimentes proyecciones contienen dos supuestos posiblemente optimistas. El primero es que EEUU evita el “abismo fiscal” creado por sus legisladores en disputa. Si no se evita, esto impondría un ajuste de 4% del PIB. Las personas sensatas saben el resultado: una recesión profunda y, posiblemente, una deflación desatada. ¿Pueden los legisladores de EEUU ser tan estúpidos? Uno debe asumir que no. El segundo supuesto optimista es que “las autoridades europeas tomarán acciones adicionales para avanzar en el ajuste a nivel nacional y en la integración a nivel de la zona euro… Como resultado, la credibilidad y la confianza mejorarán gradualmente”. ¿Serán las autoridades europeas tan efectivas? Uno se pregunta, pese a que han sido más decisivos recientemente.

Ya es mucho de advertencias. ¿Qué pasa con el aliento? El FMI argumenta, audaz y controversialmente, que los multiplicadores fiscales han sido mucho mayores que lo normal en la Gran Recesión. Esto difícilmente sería una sorpresa, dadas las condiciones Keynesianas de tasas de interés cercanas a cero y duras restricciones al crédito que aplican actualmente. Su conclusión es que los multiplicadores han estado en el rango de 0,9 a 1,7, en lugar del supuesto estándar de 0,5. Esto significa que un ajuste de, digamos, 5% del PIB, similar al recorte ajustado cíclicamente esperado de España entre 2009 y 2013, reduciría el PIB entre 5% y 9%, con las otras variables manteniéndose igual. Si en la práctica se concretara algo aunque fuera similar a esto, ni siquiera el déficit fiscal lograría mejorar, a medida que el ingreso cae y el gasto sube.

Es probable que el ajuste fiscal demasiado rápido sea altamente dañino. En un mundo sensato, las autoridades aplicarían un apoyo fiscal fuerte para la economía y esfuerzos robustos para curar a débiles y altamente endeudados sectores privados, en el corto plazo. También harían grandes esfuerzos de consolidación estructural, en el largo plazo. Más aún, establecerían metas fiscales en términos estructurales, y no nominales.

Más allá de eso, ¿qué esperanzas da el FMI? La principal respuesta es remover los “riesgos de cola”. Para EEUU, eso significa eliminar el abismo fiscal, junto con un plan de apoyo fiscal y mejora la estructura fiscal de corto plazo. Esta combinación podría entregar un crecimiento sorprendentemente alto, ya que el mercado inmobiliario se ha estabilizado, al desapalancamiento del sector privado le queda un largo camino y la Reserva Federal ha prometido un apoyo sostenido a la recuperación. La próxima elección presidencial es una oportunidad para ganar.

En la zona euro, veo tres pasos. El primero es proceder con reformas de largo plazo, de las cuales la más importante es la “unión bancaria”, el esfuerzo por reducir el vínculo entre los estados débiles y sus bancos.

El segundo paso es acordar un programa con España en el futuro muy cercano. El BCE debería entonces usar su nueva política de “compras ilimitadas de bonos” para bajar las tasas de interés de la deuda soberana a cerca de 3%. Actualmente, Alemania parece estar haciendo de España un rehén del progreso en Grecia. Esto es errado. La zona euro sólo será capaz de lidiar con Grecia cuando haya reforzado sus defensas para otros países, en particular los importantes.

Sólo en Grecia, se necesita otra gran reestructuración de deuda. Esta vez, eso debe incluir la reestructuración de los préstamos oficiales. El FMI no debería proceder con un nuevo programa para Grecia que no entregue un perfil de deuda sostenible. Sin él, no habrá inversión privada.

El último paso tiene que ser el ajuste y crecimiento. Una cifra importante en el Panorama Económico Mundial muestra que los actuales desequilibrios de cuenta corriente de los países deficitarios desaparecerían a medida que las economías se contraigan. Pero los superávit de los países acreedores no caerían. Esta es una combinación de “empobrecer al vecino” para el mundo. Es también desmedido. Es esencial para la zona euro y para el mundo que sostenga un nivel saludable de demanda.

El FMI ha, como debe hacerlo, advertido y alentado. La advertencia es que la economía mundial es débil y podría debilitarse aún más si no se adoptan acciones adecuadas. El estímulo es la creencia de que se puede fortalecer si aquellos con influencia actúan. La responsabilidad corresponde a los que tienen el poder. Así es que actúen ahora.

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