Por Gerrit Wiesmann
Con el Oktoberfest en Munich en su apogeo, Alemania nuevamente parece inundada de cerveza lager.
No ha sido siempre el caso. Por siglos, la cerveza ale fue la preferida de Alemania, ya que era más fácil de hacer –se podía fermentar a temperatura ambiente- que las cervezas lager estilo Pilsner, cuya levadura demanda frío.
Sin embargo, la refrigeración industrial terminó con eso, permitiendo que la lager conquistara el globo en los últimos 140 años.
Pero lejos de la inundación de dos semanas y 8 millones de litros en Munich, la cultura ale del país ha estado floreciendo silenciosamente en las ciudades noroccidentales de Colonia y Düsseldorf. Acá, los cerveceros ale de nicho han sobrevivido la inundación de lager y, replicando una práctica de larga data de las famosas empresas alemanas Mittelstand, están ahora descubriendo a las exportaciones como una parte clave de su estrategia.
“Creo que verán un retorno a las cervezas con carácter”, dice Michael Schnitzler, director gerente de Uerige, un Düsseldorf Brauhaus tradicional que elabora una cerveza ale oscura y amarga llamada Alt.
Su ambición global comenzó cuando le pidieron a Uerige enviar su premiada cerveza para una degustación en California hace ocho años. Pronto, un importador de EEUU se acercó, y ahora Schnitzler también está haciendo negocios con importadores en Brasil, Japón y Francia “quienes pueden garantizar que envían nuestros productos a donde están destinados a llegar”.
Actualmente, EEUU representa un 3% de las ventas. Parte del encanto es la prima que pueden cobrar allá. “Ahora se puede conseguir una botella de Uerige en Nueva York por US$ 22”, comenta, lo suficiente para una caja de ocho botellas en casa.
Alexander Rolff, uno de los diez cerveceros de Kölsch, una ale de color claro, indica que su cervecería Früh en Colonia comenzó mirando a los mercados extranjeros hace tres años, y un gerente ahora lo único que hace es explorar el globo. La compañía espera exportar 300.000 litros este año, lo que significaría el doble de los envíos de cada año desde 2010.
Junto con el Reino Unido, Irlanda, Italia y Escandinavia, Früh también vende en Brasil, Israel y EEUU. “El mundo está abierto a cervezas de calidad”, acotó.
Con algo de suerte
Que estas fábricas de cerveza hayan sobrevivido a la inundación lager tiene mucho que ver con lo distintivo de sus culturas Brauhaus de sus ciudades natales. Pero también fue algo de suerte.
En 1986, las cervecerías se reunieron para proteger a la cerveza como una especialidad regional. Por ley de la UE sólo las fábricas cerveceras en la ciudad pueden producir Kölsch, manteniendo alejados a los posibles rivales. “Alt nunca estuvo protegida al nivel que estuvo Kölsch, menciona Rolff. En efecto, Diebels, la mayor de las cervecerías Alt tradicionales, a 50 km. al noroeste de Düsseldorf, ahora es parte del grupo cervecero belga-brasileño AB InBev.
Las fábricas de cerveza Kölsch tradicionales de Colonia tuvieron libertad para expandirse en un nicho protegido. Früh aún tiene su Brauhaus en el centro de la ciudad pero su Kölsch es elaborada en una moderna planta afuera de la ciudad con una producción anual de 38 millones de litros. Uerige, por otro lado, es una cervecería artesanal de 8 millones de euros (US$ 10,3 millones) que elabora 2 millones de litros en sus locales de Düsseldorf.
El mayor éxito comercial de Kölsch está compuesto de una profunda rivalidad entre ciudades, Colonia es mayor, pero Düsseldorf es la capital estatal.
En 2010, los alemanes bebieron 91,3 millones de litros de Kölsch, pero sólo 65,6 millones de Alt, y es más fácil conseguir una Kölsch en Düsseldorf que una Alt en Colonia, como ambas ciudades admiten sin reparos.