Por Hugh Carnegy
París
El furor de los franceses por la aparente partida a un exilio tributario en Rusia del excéntrico actor Gérard Depardieu se transformó el viernes en una farsa teatral cuando Brigitte Bardot, símbolo sexual de la pantalla en los ‘60, amenazó seguirlo y también abrazar al oso ruso.
La preocupación de Bardot no es el drástico régimen tributario del presidente François Hollande, sino su enojo por el destino de Baby y Nepal, dos elefantes del zoológico de Lyon que serán sacrificados porque sufren tuberculosis. Una antigua defensora de los derechos de los animales -y a veces partidaria del ultra derechista Frente Nacional- Bardot anunció que si los animales no son salvados “pedirá la nacionalidad rusa para abandonar un país que se ha convertido en un cementerio de animales”.
No hubo una información inmediata desde Moscú sobre si el presidente Vladimir Putin le otorgará la misma bienvenida que extendió al actor.
Hace una semana, el tribunal constitucional galo rechazó el plan presidencial para imponer una tasa marginal de 75% a los ingresos superiores a un millón de euros anuales.
La pregunta es si la ayuda de Putin a Depardieu, un conocido amigo del ex presidente Nicolas Sarkozy, es un golpe a Hollande o si, sin advertirlo, ha aliviado la situación en que se puso el líder francés a raíz del dramático aumento de impuestos.
El tema Depardieu se convirtió en una vergonzosa disputa cuando el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, calificó la intención inicial del actor de residir en Bélgica de patética. Entró en otra etapa cuando Depardieu, con lazos de larga data con Rusia, dijo: “Amo a vuestro presidente Vladimir Putin y es recíproco. Dije a (Hollande) que Rusia era una gran democracia donde el primer ministro no trata a los ciudadanos de patéticos (...). ¡Gloria a Rusia!”.
En Twitter las críticas a Depardieu y Bardot se difundieron rápido. “Gracias Putin por reciclar nuestra basura”, fue un tweet. El líder sindical Jean-Claude Mailly, señaló: “Prefiero Pussy Riot a Gérard Depardieu en las actuales circunstancias”.
En cambio, Dominique Moïsi, alto asesor del Instituto Francés de Relaciones Internacionales, opinó: “Putin ha ayudado indirectamente a Hollande. Mientras Depardieu iba a Bélgica la mayoría de los franceses lo apoyaba. Pero irse a Rusia no lo favorece. Cuando se le ve elogiando la democracia rusa, parece que hay algo mal con él”.
Jacques Séguéla, vicepresidente del grupo publicitario Havas y amigo de Sarkozy no lo ve así. Cree que la campaña impositiva de Hollande se ha vuelto un “tsunami” de mala publicidad que terminó en el enfrentamiento con Depardieu.
“Es grave. Es una cicatriz que podría poner en peligro toda su presidencia”, advierte.
Menos llamativa que el tema Depardieu, pero posiblemente igual de importante, fue la información de que el músico Jean-Michel Jarre ha estado en conversaciones con la oficina del primer ministro británico David Cameron para una posible inversión en Londres. Cameron dijo hace algunos meses que extendería “la alfombra roja” a las empresas francesas que buscan refugio del régimen impositivo de Hollande.
Mientras, queda por verse si Depardieu realmente se va a Rusia.