Era para algunos
cuestión de tiempo y parece que éste puede darles finalmente la razón.
Las señales de alerta en la economía española, en clara desaceleración,
fueron acumulándose en los últimos meses y la contracción en la
construcción inmobiliaria, uno de sus pilares, hace ahora temer a
muchos lo peor.
El nuevo
gobierno socialista que José Luis Rodríguez Zapatero formará en breve se enfrenta
a una situación incómoda. La vicepresidenta, María
Teresa Fernández de la Vega, decidió hoy salir al paso de los temores y
lanzar un mensaje de confianza: España crecerá este año "por encima de
los países de su entorno y la media de la zona euro", dijo. "No hay
razones para la alarma". Pero el gobierno aprobará en breve un paquete
de ayudas para atajar la desaceleración.
Junto al aumento de la inflación, los malos datos de indicadores como
el del consumo privado, la confianza de los consumidores y un menor
dinamismo en el empleo, algunos hablan ya de una "crisis financiera" en
el sector inmobiliario, estratégico en España porque funciona como
motor de la economía y en él se sustenta una parte importante del
consumo.
Los datos muestran que de aterrizaje suave de la burbuja inmobiliaria,
nada de nada. La compraventa de departamentos se desplomó un 27% en
enero en un país en el que desde hace años los precios de la vivienda
no es que estuvieran por las nubes, sino que las habían dejado atrás
hace tiempo. Muchas familias emplean más del 50% de su dinero
mensual en pagar una hipoteca cada vez más cara por la subida de las tasas de interés.
Los que no lo creían ven ahora que el precio de la vivienda no sólo
puede bajar, sino que puede hacerlo mucho. Este año cerrará con una
caída del 8%.
El mercado español "del ladrillo", conocido por construirse en él más
viviendas que en Italia, Alemania y Francia juntas, comienza a vivir
una clara contracción.
En 2006 se iniciaron 760.000 viviendas y para 2008, la estimación es de
unas 300.000, un 60% menos. La consecuencia directa es que
entre medio millón y 750.000 personas se quedarán sin trabajo durante
éste y el próximo año, según estimaciones que de cumplirse harán
aumentar el desempleo del 8,6 actual al 9,5%.
El fin de la burbuja inmobiliaria supondrá también, según los
analistas, que empresas dedicadas al sector quebrarán o entrarán en
suspensión de pagos. De hecho, algunas ya lo han hecho. Y el año
pasado, casi 700 agencias inmobiliarias cerraron sus puertas como
consecuencia directa de la coyuntura económica en el sector.
El problema vendrá de la mano de la falta de liquidez. Cuando las
entidades españolas tengan que recurrir a una mayor financiación de los
mercados internacionales, se podrían encontrar con problemas.
"Da miedo la parte del balance de algunas entidades soportada por el
ladrillo", sostiene el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa. "El
mercado recela de la exposición al riesgo inmobiliario de las entidades
y costará mucho tiempo erradicar este temor".
El ajuste inmobiliario se une así a las señales que alertan de que está
acabando la bonanza de los últimos cuatro años, en los que España
creció a buen ritmo -2007 cerró con un aumento del PIB del 3,8%-, se crearon tres millones de puestos de trabajo y el desempleo
bajó del 11,4 por ciento en 2004 al 8,6 por ciento.
En febrero, la tasa de inflación alcanzó su cota más alta desde
noviembre de 1995, el 4,4%. En los últimos meses, los
españoles han visto cómo el precio de alimentos básicos como la leche
subía hasta un 30 por ciento; el de los huevos y el pollo, hasta un 10
por ciento. El Ministerio de Economía dirigido por el ex comisario
europeo Solbes ha fijado una previsión de crecimiento del 3,1 por
ciento para 2008, pero la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI) la rebajan en cuatro décimas.
Zapatero tendrá así que afrontar un mal desempeño económico que el
opositor Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy ha dejado ya claro que
sabrá utilizar contra el Ejecutivo. La vicepresidenta primera avanzó
hoy que dará "un papel destacado" a la economía en su investidura.