La conmemoración del día de la victoria sobre Japón, el 15 de agosto, volvió a poner de relieve las viejas enemistades en la región. Las rebuscadas vueltas en el muy esperado discurso del primer ministro nipón, Shinzo Abe, no impresionaron a Corea del Sur, y mucho menos a Corea del Norte y a China. En tanto, las dos Corea, en vez de celebrar juntas la liberación de la península tras la invasión japonesa, como se había planeado, están enfrascadas en nuevas tensiones.
La presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, confirmó su asistencia a las celebraciones en China por el día de la victoria, el 3 de septiembre. A la luz de los últimos intercambios de disparos en la Península de Corea, la posibilidad de que la conmemoración china sirva como una cumbre entre Park y su contraparte del norte, Kim Jong-un, parecen ahora nulas.
En el noreste de Asia, las líneas de falla surgidas en 1945 no muestran señales de sanar. La firme decisión de Abe de cambiar la Constitución para permitir que las Fuerzas de Autodefensa de Japón tengan un papel más activo, y sus esfuerzos revisionistas para blanquear el historial imperialista japonés, han generado molestia en la Península Coreana y en China. Desde 2011 no se ha celebrado ninguna cumbre tripartita ni Park se ha reunido con Abe en forma bilateral.
En junio, que marcó el aniversario número 50 del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, Park habló sobre enfocarse en el futuro. Pero en reacción al último discurso de Abe, la mandataria dijo que dejaba "mucho que desear". Una línea dura va bien con los votantes, aunque no sirva a los intereses nacionales de largo plazo. Sin embargo, necesitada de un triunfo diplomático en momentos en que inicia la segunda parte de su mandato único de cinco años, y presionada por EEUU, que requiere que sus dos aliados del este de Asia se lleven mejor, podría adoptar una posición de dos fases: construir una cooperación económica y de defensa, mientras deja al margen los temas más contenciosos.
Frontera en llamas
En tanto, las relaciones entre las dos Corea van de mal en peor. La política basada en la confianza de Park no ha rendido frutos. Los planes para una celebración conjunta de la liberación de Japón no llegaron a ninguna parte. A comienzos de agosto, Lee Hee–ho, la viuda del ex presidente Kim Dae–jung, visitó la capital del Corea del Norte, Pyongyang. En 1998–2003 Kim Dae–jung instituyó la "política del rayo de sol" como la estrategia para relacionarse con su vecino del norte. Sin embargo, las esperanzas de un resultado positivo de su visita se hundieron cuando no fue recibida por Kim Jong–un, quien la había invitado, y en cambio se le dio el recorrido estándar para los turistas.
El 4 de agosto, dos soldados de Corea del Sur que patrullaban la Zona Desmilitarizada (DMZ) resultaron seriamente heridos por una mina. Seis días después la ONU dijo que las prubas demostraron que las minas habían sido colocadas recientemente por Corea del Norte. Prometiendo una respuesta "implacable" aunque proporcionada, Seúl reanudó la transmisión de propaganda hacia el otro lado de la frontera por primera vez desde 2004. El 14 de agosto Corea del Norte negó toda responsabilidad y amenazó disparar contra equipamiento del sur. Tres días después el norte volvió a encender sus altoparlantes en la DMZ, el mismo día en que comenzaban los ejercicios militares anuales entre EEUU y Corea del Sur. Con Pyongyang calificando las maniobras como el preludio de una invasión, es seguro que las tensiones se mantendrán elevadas.
Complejo equilibrio
En paralelo, Park Geun–hye afronta un dilema diplomático con respecto a China. Su oficina confirmó ayer que la mandataria aceptó la invitación a las celebraciones oficiales de China por la victoria de 1945 en Beijing el 3 de septiembre, pero ella todavía no ha anunciado cuál será su decisión respecto de si asistirá al desfile militar del Ejército de Liberación Popular.
A pesar de los reportes (negados por Corea del Sur) de que Estados Unidos, país que tiene programado visitar a mediados de octubre, preferiría que enviara sus disculpas y se mantuviera alejada del evento, Park Geun-hye necesita balancear los lazos entre el aliado estratégico de Corea del Sur y su mayor vecino y principal socio comercial (que también ha sido históricamente el poder hegemónico).
Otro factor es que si ella decide finalmente visitar China, existe una pequeña posibilidad de que se encuentre ahí con Kim Jong–un. Aunque se esperaba que el líder de Corea del Norte visitara Moscú en mayo, no asistió. Kim no es esperado ahora en Beijing, ya que las relaciones entre ambos países se han mantenido frías desde hace dos años. En medio de la última escalada de los enfrentamientos en la frontera de la Península de Corea, China estará ansiosa de usar las celebraciones como un medio para aliviar las tensiones. Sin embargo, la probabilidad de montar una semi cumbre entre los líderes de ambas Corea sigue siendo remota.