La analogía de la “flecha” de la estrategia económica fijada por el primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha funcionado bien al precisar objetivos y establecer políticas a la medida. La primera flecha apunta a la meta de expansión monetaria, inyectando billones de yenes a la economía. La segunda flecha apunta al estímulo fiscal, acelerando los programas de gastos.
No obstante, la tercera y última flecha parece más difícil de lograr. Esto se debe a que es más como un disparo de escopeta dirigido a muchas metas de reformas estructurales, con el único objetivo de impulsar la economía a una trayectoria de crecimiento mayor.
Pese que las primera dos flechas de Abenomics están generando efectos a corto plazo, como impulsar la inflación de precios al consumidor –un desarrollo positivo en el caso de Japón, ya que ha experimentado casi dos décadas de condiciones deflacionarias- y aumentando la actividad económica a través de la implementación de un extenso presupuesto suplementario, la tercera flecha se está quedando corta.
Sin embargo, la nueva estrategia de crecimiento del gobierno, anunciada a fines de junio, parece ser una mejora sustancial respecto de la versión del año pasado, que decepcionó a los inversionistas y redujo el auge bursátil local.
El nuevo paquete
El último paquete de políticas del gobierno considera tres componentes –una estrategia de crecimiento, una reforma fiscal y desregulación –con el objetivo de mover la economía japonesa hacia una trayectoria de mayor crecimiento sin causar la ruina fiscal.
El paquete también contiene medidas de “alimentación”, como Abe las llama, como la reducción de la tasa de impuesto a las empresas del 35% actual a menos de 30% en los próximos años.
Esta no es la primera vez que una administración lanza una iniciativa de crecimiento ambiciosa para revertir el declive económico a largo plazo de Japón, que comenzó con la explosión de una burbuja de activos a principios de los ‘90.
Sin embargo, la más reciente estrategia se diferencia por los objetivos específicos de sus políticas. Áreas como el trabajo, agricultura y salud, en donde el progreso en las reformas ha sido el más lento, fue señalado por Abe en la última estrategia de crecimiento del gobierno. Las reformas laborales cambiarán la forma en que los japoneses trabajan al incentivar a las empresas que compensen a los empleados en base a su desempeño.
El sistema de pensiones nacional, que favorece a las madres dueñas de casa por sobre las que trabajan, será modificado en una apuesta por aumentar la participación femenina en la fuerza laboral.
En el sector agrícola, cooperativas y comités que comprenden el poderoso lobby agrícola colectivo, enfrentarán medidas radicales que apuntan a promover la competencia. Los consumidores de salud podrán elegir opciones de servicio fuera de la cobertura de salud nacional, de esa manera inducirán reformas orientadas al mercado en el sector.
Fuertes vientos en contra
Los esfuerzos de Abe para impulsar el crecimiento enfrentan vientos en contra estructurales, principalmente un desfavorable perfil demográfico, débiles finanzas públicas y el rápido ritmo de la globalización. No sólo se está envejeciendo la población de Japón, sino que, debido a estrictos límites a la inmigración, también se está encogiendo.
En su nuevo paquete de crecimiento, el gobierno espera que la población se contraiga más antes de establecerse en 100 millones para 2020, y proyecta que se mantendrá a ese nivel por 50 años más. Sin embargo, la estrategia no contiene detalles de cómo el gobierno lograría esos objetivos.
Aún más importante, el paquete queda corto en abrir una puerta más grande para la inmigración, además de expandir los programas ya existentes de huésped-trabajador para trabajadores de países en desarrollo.
En el frente fiscal, el propósito establecido por parte del gobierno de equilibrar el presupuesto primario para 2020 parecer ser optimista dado la creciente carga puesta en los títulos de seguridad social y de salud para la población de mayor edad.
Un aumento planificado en la tasa de impuesto al consumo a 10% en octubre de 2015, después de un aumento de 5% a 8% en abril de este año, es todavía un comodín que el gobierno podría decidir no usar.
La globalización se está sumando a la dificultad del desafío de crecimiento de Japón. La liberalización del comercio a través de los acuerdos que eliminan los aranceles que el gobierno está tratando de concretar, incluyendo el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, va a aumentar la presión competitiva en todos los sectores de la economía doméstica.
De acuerdo con datos de Thomson Reuters, firma global de medios, los acuerdos de adquisición y fusiones en el extranjero que involucraron a compañías japonesas sumaron 3,4 billones (millones de millones) de yenes (US$ 335.636 millones) en los primeros seis meses de 2014, casi tres veces la cantidad del mismo período del año anterior.
Preguntas sin responder
De acuerdo a todas las señales, el país se está moviendo hacia la dirección correcta en búsqueda del crecimiento, dados los cambios positivos alcanzados por las políticas económicas de revitalización de Abe, hasta ahora.
Las presiones deflacionarias están retrocediendo, pese a que el aumento en el nivel general de precios en los meses recientes se debe más a los factores impulsados por el costo como resultado del alza en la tasa de impuesto al consumo y las tarifas eléctricas, al igual que la debilidad del yen, que a factores por el lado de la demanda.
El escenario para el empleo se aclarece. De acuerdo con la última encuesta mensual del mercado laboral elaborada por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, los sueldos en mayo (excluyendo horas extras) aumentaron en un promedio de 0,2% año sobre año en los lugares de trabajo con cinco o más empleados a tiempo completo, la primera ganancia en 26 meses. Había 1,09 puesto disponible por cada persona buscando empleo en mayo, el ratio más alto desde junio de 1992.
El liderazgo de Abe sobre la ejecución de la política económica tiene fuertes niveles de apoyo político y popular, lo que debería respaldar los esfuerzos para impulsar el crecimiento durante su período.
Sin embargo, a muchas de la iniciativas contenidas en la nueva estrategia les tomará tiempo antes de tomar impulso y tener un pacto tangible en las cifras de crecimiento del PIB.